Especulación, acaparamiento y desestabilización
Columna JFM

Especulación, acaparamiento y desestabilización

Tiene toda la razón el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez: el aumento del precio de la tortilla y de otros productos, que van de la azúcar a la carne de res, de pollo, de huevo o la leche, es causado por la especulación, el acaparamiento y un modelo económico poco competitivo. No hay ninguna razón lógica que justifique esos aumentos y menos aún en ese porcentaje: ¿cómo explicar que un aumento del 5 por ciento en el precio del maíz que se utiliza para la alimentación del ganado vacuno genere un aumento del 20 por ciento en la carne de res?

Tiene toda la razón el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez: el aumento del precio de la tortilla y de otros productos, que van de la azúcar a la carne de res, de pollo, el huevo o la leche, es causado por la especulación, el acaparamiento y un modelo económico poco competitivo. No hay ninguna razón lógica que justifique esos aumentos y menos aún en ese porcentaje: ¿cómo explicar que un aumento del 5 por ciento en el precio del maíz que se utiliza para la alimentación del ganado vacuno genere un aumento del 20 por ciento en la carne de res?.

Ejemplos de cómo se especula y cómo intereses políticos ligados a los económicos que generan este tipo de movimientos, los hay por doquier. Un caso macro: Excélsior publicó ayer en su primera plana una información que debería tener actuando ya, con la misma presteza con que se han implementado los operativos contra el crimen organizado, a las fuerzas de seguridad federales: los intermediarios del maíz tienen acaparados en bodegas 450 mil toneladas del grano, esperando que aumente su precio para colocarlo en el mercado. Es demasiado. ¿Cómo funciona eso en la vida cotidiana?. De la misma manera pero con otras magnitudes. Un ejemplo: en Zacatepec, Morelos, la tortilla aumentó en los comercios de nixtamaleros a quince pesos el kilo. Un grupo de comerciantes se puso de acuerdo y organizó un buen negocio: compraron tortillas en otro lado, las llevaron a Zacatepec y las vendían casa por casa a seis pesos el kilo. Rápidamente intervino el alcalde de la ciudad, pero no lo hizo para proteger a los consumidores, sino que prohibió la venta casa por casa de la tortilla barata porque así se lo solicitó el líder de los productores de tortilla que decía que así se veía afectado “el comercio establecido”. Da la casualidad de que ese empresario fue el que financió la campaña del alcalde.

Se trata de una estrategia perversa que, por lo tanto, debe ser atacada directamente por el Estado. Quizás, la primera labor al frente del CISEN de ese buen analista y seguramente buen funcionario, que es Guillermo Valdez, no tendría que ser abocarse a investigar el crimen organizado o los grupos armados, sino detectar a los especuladores y acaparadores de alimentos, porque la suya es una actividad desestabilizadora más peligrosa en el corto plazo que la de aquellos. No es en vano que sea Guillermo Ortiz Martínez el primer funcionario público que da la voz de alerta sobre el tema. El actual gobernador del Banco de México conoció de primera mano la forma en la cual la combinación de errores políticos, inexperiencia, avaricia especulativa e intentos desestabilizadores derivaron en diciembre de 1994 en la mayor crisis económica del México contemporáneo. Paradójicamente, algunos de los actores de aquellos acontecimientos parecen ser, hoy, los mismos de entonces. Y en esto no hay casualidades. Cuando algunos funcionarios quieren ver estas alzas forzadas de precios como un simple ajuste del mercado, están olvidando la influencia que ejerce la política sobre el mismo. Y Ortiz lo sabe porque le tocó tratar de salvar la vajilla destrozada por la crisis.

Es verdad, no estamos en el 94 y tampoco ésta es la economía o el país de entonces. Pero no nos engañemos: éstos no son movimientos naturales del mercado: detrás hay especulación, acaparamiento y, también, presiones políticas. Muchos pensaron que se buscaría calar a la administración Calderón a partir de la seguridad o las presiones políticas, con movilizaciones en la calle. No ha sido así: en términos de seguridad el nuevo gobierno ha actuado con mucha mayor eficacia de la que esperaban sus adversarios, y a las presiones generadas para imponer con la gente en la calle lo que no se había logrado en las urnas, las derrotó con una actitud firme y de respeto (y revalorización) a las instituciones, sobre todo la presidencial. Esta operación de especulación y acaparamiento es diferente, más peligrosa y pareciera que el gobierno no estaba preparado para enfrentarla porque no la esperaba. Debe hacerlo e investigando quiénes están detrás de ella podrá identificar, también, quienes son sus verdaderos adversarios, aunque algunos de ellos se haya presentado en el pasado como aliado.

No es un tema menor: en estos capítulos que afectan la vida cotidiana de la gente es donde se tendrá que demostrar la firmeza de la nueva administración. Y la jugada es demasiado evidente como para no encontrarle solución.

Una solución que por supuesto no pasa por imponer medidas como el control de precios que ya han demostrado en el pasado su ineficacia y que constituye una suerte de subsidio a los productores ineficientes, los mismos que están detrás de la especulación y el acaparamiento. Hay que tomar en cuenta que, en apenas un mes y medio de gestión, la administración Calderón ha afectado intereses muy poderosos: desde los del narcotráfico con todas sus derivaciones hasta los de grupos políticos que esperaban de una u otra manera tener mayor protagonismo en el futuro del país. Si a eso sumamos la intención manifiesta de romper con ese modelo poco productivo del que habló Ortiz, tenemos el caldo de cultivo de la actual provocación generada por esta alza injustificada de precios.

A toda acción debe corresponder, en la física y en la política, una reacción: debe romperse la cadena de especulación y acaparamiento incluso recurriendo, si es necesario, a la fuerza pública y a la en ocasiones contundencia de la información puesta al servicio de la política. El modelo debe hacerse productivo abriéndolo y acabando con los monopolios, no necesariamente los que pregonan algunos actores para atacar a los que consideran sus adversarios.

Una especulación final: ¿de verdad este movimiento especulativo no tiene relación con el operativo Tijuana y la situación en que ha quedado el alcalde Jorge Hank Rhon y/o con el proceso interno del PRI?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *