El PRI o cómo confundir izquierda con restauración
Columna JFM

El PRI o cómo confundir izquierda con restauración

No nos engañemos. El PRI real, luego de la elección de su dirigencia y de cara a su próxima asamblea, nos sigue enseñando un rostro que no nos gusta, que en ocasiones es incoherente, pero que es el verdadero de un partido que aún está muy lejos de aceptar su propia renovación.

No nos engañemos. El PRI real, luego de la elección de su dirigencia y de cara a su próxima asamblea, nos sigue enseñando un rostro que no nos gusta, que en ocasiones es incoherente, pero que es el verdadero de un partido que aún está muy lejos de aceptar su propia renovación.

Cuando los viejos partidos comunistas perdieron el poder en Europa del Este, lo que hicieron fue renovarse casi por completo. Ninguno conservó siquiera su nombre: habían sido derrotados, el pasado no regresaría y para continuar la renovación debería ser completa: desde el nombre hasta los programas, desde la visión del mundo hasta el proyecto de país. El PRI, tan emparentado con esos grandes partidos surgidos al inicio del siglo XX, perdió el poder, pero no fue derrotado. Todavía hoy, luego de dos elecciones presidenciales consecutivas perdidas, el otrora partido sigue conservando amplios espacios: 17 gubernaturas, la mitad de las presidencias municipales, dos fuertes grupos parlamentarios. No importante que en la última elección presidencial apenas si superara el 20 por ciento de los votos: los espacios de poder siguen ahí y muchos de ellos se han conservado sin modificar el discurso, dirigentes o programas. Allí, paradójicamente, estriba el mayor problema del PRI: para regresar debe cambiar profundamente, pero muchos de sus cuadros y dirigentes prefieren conservar lo que tienen y para ello han optado por mantener todo como está y responsabilizar a otros de sus desgracias como si ellos acabaran de llegar al partido..

No es verdad que los males del PRI actual provengan de los años del salinismo o del zedillismo. Al contrario, esos años le dieron una posibilidad de renovación, de ampliación de miras que hoy, por ejemplo, no tienen. No es verdad que esas políticas hayan sido un fracaso electoral: nunca en la historia reciente al PRI le fue tan bien como en las elecciones del 91 y el 94, incluso, pese a la crisis, en la del 97. La caída no provino de los programas de esas administraciones: surgió de los golpes internos, de las ambiciones de poder, de esos drenajes profundos de la política por los que han discurrido demasiados priistas, renovadores o restauradores: fue de allí que surgieron los asesinos de Colosio o los de Ruiz Massieu. Claro que hubo errores brutales, como el que ocasionó la crisis económica de diciembre del 94, pero no menos brutales y en un contexto de mucha mayor corrupción se habían dado las crisis de los autocalificados como los dos últimos gobierno “revolucionarios”: los de Echeverría y López Portillo. No es verdad tampoco que la política restauradora, de regresar a los viejos principios le rinde réditos políticos al priísmo: Roberto Madrazo encarnó precisamente eso y el desempeño del PRI en julio pasado fue el peor de toda su historia, mucho peor, por cierto que el de Francisco Labastida seis años atrás. Que entonces los viejos priistas no se engañen con su propio discurso: la estrategia restauradora los llevó a convertirse en la tercera fuerza política nacional. Cuando han tenido éxitos electorales es, por el contrario, cuando han mostrado en los estados caras nuevas y políticas por lo menos novedosas. Hoy no parecen estar haciendo ni una cosa ni la otra.

El lunes presentaba en televisión un reportaje sobre la próxima asamblea del PRI y veía un presidium donde se hablaba de renovar, de incorporar a los jóvenes y, si no me equivoco, de todos los que estaban allí, la “promesa” más joven era Emilio Gamboa Patrón. Peor era la estrategia planteada: para lograr eso, para renovarse, para incorporar jóvenes, el PRI, señoras y señores, a partir de ahora se declara de “izquierda”. ¿Y qué quiere decir eso?. Pues, quién sabe.

Hoy hablar de izquierdas o derechas sin darle a esas palabras un contenido específico no sirve para nada. La izquierda moderna y democrática, tiene una estrategia liberal, tolerante, abierta a la ciudadanía y a sus propios militantes, es partidaria de la globalización y se centra en los derechos individuales y sociales. Busca fortalecer el mercado y, al mismo tiempo, preservar la capacidad del Estado para paliar las desigualdades y garantizar igualdad de oportunidades. Tiene una agenda rígida en el tema de los derechos humanos y la protección ambiental. Busca reformas que permitan impulsar las inversiones, crear fuentes de empleo, aumentar la recaudación incrementando los cargos sobre el consumo y evitando los regímenes de excepción en el ámbito hacendario. Esa es la izquierda de hoy: la que gobierna en buena parte de Europa, en Chile, en España, incluso la de las corrientes más liberales del partido demócrata de los Estados Unidos. Los priistas (lo mismo le pasa a los perredistas) van a todas las reuniones de la Internacional Socialista pero no aprenden nada.

Por lo poco que hemos visto en la preparación de la asamblea del PRI el ser de “izquierda” se limita, primero a decirlo, y segundo a reafirmar que mantienen los candados para evitar que se aplique el IVA a alimentos y medicinas y oponerse a la privatización de PEMEX y la CFE. Se cierran, además, a candidaturas externas. ¿qué tiene esto que ver con la izquierda?¿alguien en el PRI considera que tener la misma legislación en el sector energético que Corea del Norte es sinónimo de estar a la “izquierda”?¿ que diciendo no al IVA (el sistema recaudatorio por excelencia en países como el nuestro y sino que le pregunten a Ricardo Lagos, Michelle Bachelet o Lula Da Silva) se volvieron progresistas?¿que cerrándose a candidaturas externas van a ser más atractivos para la sociedad y los jóvenes?. Con razón Beatriz Paredes me decía el domingo en Séptimo Día que no debíamos esperar cambios importantes en esta asamblea y que, en todo caso, ellos ocurrirían en la siguiente, hacia fin de año. Ojalá, pero por lo pronto parece que el PRI se prepara para perder, nuevamente, una oportunidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *