Ley del ISSSTE: un ensayo para el futuro
Columna JFM

Ley del ISSSTE: un ensayo para el futuro

El diagnóstico presentado ayer con motivo de un nuevo aniversario de la expropiación petrolera, debería predisponernos para tener un acuerdo al respecto en un plazo razonable de tiempo. Pero sabemos que el tema energético y particularmente el petrolero, genera tantas sensibilidades que el paso del diagnóstico a los hechos suele ser no sólo tortuoso sino que en ocasiones resulta insalvable.

El diagnóstico presentado ayer con motivo de un nuevo aniversario de la expropiación petrolera, debería predisponernos para tener un acuerdo al respecto en un plazo razonable de tiempo. Pero sabemos que el tema energético y particularmente el petrolero, genera tantas sensibilidades que el paso del diagnóstico a los hechos suele ser no sólo tortuoso sino que en ocasiones resulta insalvable.

Por eso para saber en qué punto se podría avanzar hacia la reforma energética, hay que analizar con detalle todo lo relacionado con la reforma del ISSSTE. Ya hemos insistido en el tema de que la forma en que se procesó y presentó esta iniciativa es representativa de la forma en que el presidente Calderón quiere manejar su agenda y ejercer el poder. A diferencia de Vicente Fox, que siempre quiso imponer sus propuestas, fueran buenas, malas o regulares a un congreso que consideraba vulnerable a la presión de la opinión pública, Calderón está convencido de que se deben tejer primeros los acuerdos y garantizar una mayoría parlamentaria antes de presentar las propuestas para evitar no sólo que éstas sean abortadas sino que también resulten vulneradas para cualquier operación futura.

La iniciativa de ley del ISSSTE se basó en ello. La propuesta es presentada por el PRI, el PAN, el Verde y Nueva Alianza, pero más importante que ello, es avalada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Federación de Sindicato al Servicio del Estado, cuyos líderes, Elba Esther Gordillo y Joel Ayala, son algo más que adversarios. De esa manera la iniciativa tiene asegurado el 70 por ciento de los votos en la cámara de origen y el respaldo del 95 por ciento de los trabajadores afectados. En ese sentido, sí puede pensarse, entonces, en la rapidez del proceso legislativo: no en vano la iniciativa pasó a comisiones unidas, hoy se votará en ellas y mañana podría estar ya en el pleno, para pasar al senado y concluir, todo, antes del inicio de semana santa.

En el proceso de negociación se involucraron desde Elba y Ayala hasta el director del ISSSTE, Miguel Angel Yunes, que tenía el operar esa reforma como su mayor responsabilidad al frente del Instituto, pasando por los dirigentes de los grupos parlamentarios, incluyendo a más de un perredista. Y sin embargo, en esta reforma cuyos mayores efectos se verán a partir del 2012, lo que debería ser un estímulo para que fuera apoyada por cualquiera que tuviera ambiciones de poder para esa fecha, no contará con el respaldo del PRD, aunque no se debería descartar que alguno o algunos de los integrantes del llamado Frente Amplio terminen apoyándola.

Es paradójico porque los argumentos preparados, sobre todo el de la supuesta privatización del ISSSTE, fracasaron, resultaron impasables frente al texto de la ley, que no sólo no privatiza sino que incluso fortalece la participación pública en muchos aspectos, mejora las condiciones de los trabajadores, actuales y futuros, con temas como la portabilidad de las cuentas y con un reforma integral que está diseñada para, también, mejorar sustancialmente los servicios médicos. ¿Cómo oponerse entonces? En asuntos de procedimiento y buscando una respuesta política.

Para López Obrador es una tragedia que salga la primera reforma estructural en diez años, no sólo porque la misma tendrá un amplio respaldo sino también porque termina de derrumbar su argumento de la legitimidad gubernamental y, además, porque debe estar viendo ya las señales internas en un perredismo en el que están hartos de quedar fuera de casi todas las operaciones políticas rentables, por la necedad de un ex candidato cuya popularidad cae día con día. López Obrador por eso ha convocado a la Convención Nacional Democrática el próximo 21 (en realidad no es una convención, no es nacional ni tampoco democrática, pero ese es otro tema) para evitar desafectaciones y para presentar, antes de que se vote la iniciativa, una propuesta alternativa que se basará en las promesas que sabe que el Estado no puede cumplir pero que, espera, le generen respaldo popular o por lo menos mediático. Por eso, el propio ex candidato y sus voceros están tan preocupados por la llamada aprobación fast track, porque necesitan tiempo para presentar algo, ya que, al automarginarse de las negociaciones, fueron sorprendidos por la iniciativa. Y el tema de las pensiones estaba fuera de la agenda de López Obrador.

Si la iniciativa es aprobada en estos términos, se dará un paso gigantesco para sanear las finanzas nacionales. Sólo este año había que destinar 50 mil millones de pesos para cubrir el déficit del Instituto y en todo el sexenio la suma alcanzaría los 470 mil millones de pesos. Y seguiría creciendo en forma geométrica. Para colmo, para financiar ese déficit el Instituto tenía que sacar recursos del fondo de atención médica, con la cual la de los 9 millones de derecho habientes se estaba deteriorando en forma acelerada. Con la reforma se destinarán 8 mil millones para esa actividad. Y aunque en el corto plazo el gasto del gobierno no disminuirá (ello comenzará a suceder después del 2010) e incluso podría crecer por los recursos destinados para fondear los distintos fondos, lo cierto es que el acuerdo generaría una expectativa económica que se vería reflejada en numerosos indicadores y no haría tan urgente la reforma hacendaria, le daría unos meses más para ser analizadas si ello fuera necesario.

Mientras tanto, en el senado tienen la propuesta revisada de reforma del Estado y la de seguridad y justicia que, en conjunto, pueden modificar todo el escenario nacional en las próximas fechas.

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