Aborto: salud pública, fe y ciencia
Columna JFM

Aborto: salud pública, fe y ciencia

Hoy se votará en la Asamblea del DF la despenalización del aborto en la capital del país. En varias ocasiones hemos dicho, en éste y otros espacios, que la medida debe ser apoyada. El tema es controvertido, delicado y mezcla la salud pública, los derechos de las mujeres, la fe, la ciencia, los valores, y cuando todo ello se lleva al terreno de la política es difícil encontrar salidas viables que no se aparten del respeto irrestricto a las instituciones y la ley.

Hoy se votará en la Asamblea del DF la despenalización del aborto en la capital del país. En varias ocasiones hemos dicho, en éste y otros espacios, que la medida debe ser apoyada. El tema es controvertido, delicado y mezcla la salud pública, los derechos de las mujeres, la fe, la ciencia, los valores, y cuando todo ello se lleva al terreno de la política es difícil encontrar salidas viables que no se aparten del respeto irrestricto a las instituciones y la ley.

Creo en la despenalización del aborto porque me parece criminal castigar a una mujer por tomar esa decisión. La ley no obliga a nadie a practicarse un aborto, pero tampoco a aceptar como verdades científicas concepciones absolutamente respetables y algunas de ellas muy compartibles en el terreno ético o religioso individual, pero que no por ello deben ser parte de la cosmovisión de un Estado laico, plural, diverso. El aborto es una realidad, existe, se practica cotidianamente: no importa si en el DF se practican 28 mil año, dos mil o cien mil, no debe ser castigada una mujer por ello y tiene que tener derecho a decidir al respecto. Resultan ridículos los argumentos de que la despenalización va en contra de la mujer porque, como me dijo la dirigente del PAN en el DF, Mariana Gómez del Campo, “los hombres obligarán a las mujeres a abortar”. Mariana, una joven talentosa, tendría que darse una vuelta por la ciudad, hablar con las mujeres, sobre todo con las más humildes y que son las que sufren las peores consecuencias de los abortos clandestinos y comprobará que en la enorme mayoría de los casos, ellas lo hacen a escondidas, sin el conocimiento de sus parejas, por el doble estigma del machismo que les impide tomar una decisión sobre su propio cuerpo y destino y de una ley que, hasta hoy, tampoco las protege. No hablemos ya de los “argumentos” de personajes corruptos e ignorantes como Jorge Serrano Limón (“con el aborto las mujeres quedan dañadas”) más cercanos al medioevo que al siglo XXI. En todo caso, lo importante en esto es que, como ha ocurrido en todos los otros países en donde se ha propuesto el tema de la despenalización del aborto, las posiciones más conservadoras, cercanas a los sectores más ortodoxos de la iglesia, han terminado perdiendo parcial o totalmente la batalla: cuando se quiere combatir desde la fe las políticas públicas o cambiar la realidad, las opciones de fe suelen perder la batalla. Se intentó movilizar a la gente este domingo desde las iglesias y no hubo eco. En el DF las encuestas demuestran que la mayoría de la población está a favor de la despenalziación. Estoy convencido de que en otros lugares del país las opiniones serían diferentes. Y está muy bien: es el reflejo de la pluralidad y las diferencias que existen en estos y otros temas. Por eso mismo, capítulos como las sociedades de convivencia, el aborto, la eutanasia, deberían, está ocurriendo, transitar por los ámbitos legislativos locales hasta que la sociedad, a nivel federal, pueda tener una idea mucho más clara de los problemas y beneficios de ellas conllevan. Y el tratamiento de estos temas sólo puede pasar por las instituciones. Desde las iglesias hasta el más radical grupo feminista tienen todo el derecho de expresar sus posiciones al respecto, pero la despenalización se votará en la Asamblea legislativa y quien tenga la mayoría impondrá sus puntos de vista. Y la sociedad premiará o castigará a esos legisladores y partidos por la decisión tomada en las próximas elecciones. Nada más y nada menos.

Esa es una realidad en el tema del aborto como en cualquier otro que transite por el congreso. En las democracias hay mayorías y minorías. El derecho de éstas no puede ser avasallado pero, si se respetan la legalidad y las reglas del juego, la mayoría está en condiciones de aplicar sus programas y propuestas. Y eso se aplica lo mismo para el tema energético o fiscal que para las sociedades de convivencia o la despenalización del aborto. Hay quienes han argumentado que se avasalla a las minorías o se “mayoritea”: es falso. Simplemente se cumple con las reglas: la diferencia con un sistema totalitario o falsamente democrático, es que en 2009 y en cada elección federal, el electorado premiará o castigará a esas mayorías de acuerdo con lo que hayan decidido en el ejercicio del poder.

Tampoco es una cuestión de referéndum o encuestas. En estos días hemos visto muchas encuestas sobre el tema aborto, nos hemos encontrado con que grupos que no aceptan consultas populares para ciertas legislaciones, la exigen para este tema, y sus adversarios que las reclaman para los primeros, las rechazan para éste. No se gobierna con base a encuestas o referéndum: los congresos, el federal y el local, tienen atribuciones y deben cumplir con ellas. Las encuestas sobre el aborto muestran cifras muy disparejas en el país y confirman poca información sobre el tema; pero menos información había, por ejemplo, sobre la reforma de la ley de ISSSTE y, sin embargo, ésta se votó y debe ser considerada un gran paso adelante para consolidar las finanzas y las instituciones. En los próximos días entrará a debate la reforma hacendaria. Podría adelantar desde hoy que cualquier propuesta fiscal que amplíe la base de contribuyentes o ciertos impuestos, tendrá la oposición de las mayorías en las encuestas porque somos una sociedad a la que no le gusta pagar impuestos y tiene desconfianza sobre su utilización. ¿A alguien se le ocurriría enviar una reforma fiscal a referéndum?. Esa debe ser una decisión del congreso y, como todas, será castigada o premiada en las próximas elecciones.

Hoy la Asamblea del DF votará la despenalización del aborto. Tiene una amplia mayoría para hacerlo. La gente y sobre todo las mujeres expresarán su opinión sobre el tema cuando regresemos a las urnas. En mi opinión, la mayoría de la ALDF estará hoy en lo correcto.

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