El terrorismo en la agenda bilateral
Columna JFM

El terrorismo en la agenda bilateral

Washington DC.- ?México representaba una amenaza de tránsito de terroristas y el gobierno mexicano trabajó con Estados Unidos para mejorar la seguridad?, sostiene el reporte antiterrorista del Departamento de Estado de Estados Unidos. El documento, divulgado la semana pasada, hace un amplio reconocimiento del compromiso del gobierno mexicano en la lucha contra el terrorismo.

Washington DC.- “México representaba una amenaza de tránsito de terroristas y el gobierno mexicano trabajó con Estados Unidos para mejorar la seguridad”, sostiene el reporte antiterrorista del Departamento de Estado de Estados Unidos. El documento, divulgado la semana pasada, hace un amplio reconocimiento del compromiso del gobierno mexicano en la lucha contra el terrorismo. El mismo informe destaca que tanto nuestro país como Canadá han sido “socios clave en la guerra contra el terror y para la seguridad nacional de Estados Unidos”, en un marco de colaboración “amplia y profunda” que ha involucrado a “todas las agencias y niveles de gobierno”.

No es un dato menor. Si bien el informe del Departamento de Estado, establece que “no hubo terroristas internacionales conocidos con residencia u operaciones en México y ningún incidente terrorista ha ocurrido o se ha originado desde su territorio”, ese mismo día se publicó el libro En el centro de la tormenta, del ex director de la CIA, George Tanet, quien asegura que en 2004 se creía que Al Qaeda tenía planes para infiltrar agentes y operativos en Estados Unidos a través de México. Tanet explica que estaban convencidos de que utilizarían para ese gran atentado a personajes no árabes y que la operación estaría basada en México.

Sostiene el ex director de la CIA que se abrió entonces “un periodo de furiosa actividad”, con la colaboración de las autoridades mexicanas. Finalmente, dice que no sabe porqué no se produjeron esos atentados, que puede haber sido por la eficiencia de los operativos antiterroristas o que éstos decidieron no realizar los atentados por las consecuencias que el mismo provocaría.      

En todo caso, lo importante es que tanto el libro de Tanet como el reporte del Departamento de Estado coinciden en la profundidad de la colaboración desarrollada en los últimos años en este ámbito. Sin embargo, seguimos ignorando la magnitud del desafío terrorista en relación con México. Hace algunas semanas se divulgó desde Arabia Saudita una información sobre la posibilidad de ataques terroristas sobre las plataformas petroleras de ese país, de México y de Venezuela. Las amenazas fueron tomadas en serio por las autoridades de este y del otro lado de la frontera, pero en el plano social aún no se toma conciencia plenamente del tema. Incluso, en el terreno legislativo apenas se acaba de aprobar una reforma a las leyes que permita combatir con mayor firmeza el terrorismo.
El punto es que hace seis años que se produjeron los atentados del 11 de septiembre y apenas estamos asumiendo las reformas legales necesarias. Tampoco, pese a la colaboración de las agencias de seguridad e inteligencia, estamos trabajando en un sentido más amplio, como sociedad, en el ámbito de la amenaza terrorista.

Para muchos ello no existe, no es viable, México no es objetivo de esos atentados. Pero sí lo es: lo es por la cercanía, la vecindad y la relación política, económica y social con los Estados Unidos; lo es por la importancia del petróleo mexicano para la economía estadounidense; lo es, simplemente, por la cantidad de mexicanos que viven de este lado de la frontera. El tema, sin duda, obliga a una profundización de las estrategias y las políticas nacionales.

Ello no sólo implica decisiones en México, sino también en Estados Unidos. Existen quejas en las Unión Americana por las limitaciones que se establecen en la propia legislación estadounidense para la cooperación militar. México, desde la perspectiva de Washington, es parte del comando norte, que incluye el propio territorio de su país, Canadá y México: se asume que ese es el territorio “interior” de la Unión Americana y así se contemplan las estrategias. El problema es que según la legislación estadounidense existen limitaciones para la cooperación, tanto con Canadá como con México, porque ambos países se rehúsan a garantizar inmunidad a soldados estadounidenses en operativos en el exterior. Ello es consecuencia del inicio de labores de la nueva Corte Penal Internacional y ello, ha dicho el jefe del comando norte, Timothy Keating, “sofoca nuestra capacidad para efectivamente contrarrestar amenazas del terrorismo transnacional y el narcotráfico”.

La colaboración, particularmente entre ambos ejércitos, sin embargo ha fluido, sobre todo desde el inicio de este sexenio, en forma muy importante. Durante la segunda mitad del sexenio anterior, existió pero hubo limitaciones derivadas, también de las diferencias que se establecieron entre ambos gobiernos, luego de la tardía reacción del gobierno de Fox luego de los atentados del 11-S y de la posición adoptada en el Consejo de Seguridad con motivo de la intervención en Irak. El informe del departamento de Estado sostiene que el presidente Calderón puso el acento desde un inicio en la importancia de la seguridad nacional. De la mano con ello, en la nueva estructura de la secretaría de la Defensa se ha privilegiado a hombres que en el pasado han mantenido una muy fluida relación con la inteligencia militar estadounidense, algo que se había deteriorado en el pasado.

El tema da, por supuesto, para mucho más. Es parte de lo que hemos venido a investigar en Washington: ¿hasta dónde llega la cooperación actual?¿hasta dónde debería llegar?¿qué tan importante es el tema de la seguridad para el futuro de la relación bilateral?. De algo no cabe duda: sin esa colaboración la relación bilateral se torna inviable. Se debe comprender a ambos lados de la frontera.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *