¿Cuál política real?¿la de aquí o la de allá?
Columna JFM

¿Cuál política real?¿la de aquí o la de allá?

Washington DC, 6 de mayo.- Los legisladores estadounidenses, que vaya que son difíciles de sorprender, lo estaban con sus visitantes del jueves. Allí en el Capitolio, en el contexto de la discusión y negociación previa al debate sobre la reforma migratoria, estaban los líderes de las bancadas del PRI, Manlio Fabio Beltrones, del PAN, Santiago Creel y del PRD, Carlos Navarrete, en el senado mexicano. Y los tres mantenían una posición muy cercana tanto en el tema migratorio como en otros ámbitos de la agenda bilateral e incluso nacional.

Washington DC, 6 de mayo.- Los legisladores estadounidenses, que vaya que son difíciles de sorprender, lo estaban con sus visitantes del jueves. Allí en el Capitolio, en el contexto de la discusión y negociación previa al debate sobre la reforma migratoria, estaban los líderes de las bancadas del PRI, Manlio Fabio Beltrones, del PAN, Santiago Creel y del PRD, Carlos Navarrete, en el senado mexicano. Y los tres mantenían una posición muy cercana tanto en el tema migratorio como en otros ámbitos de la agenda bilateral e incluso nacional. La líder de la cámara de representantes, la demócrata Nancy Pelosi, les había juntado más de 20 legisladores, algunos de peso, para reunirse con ellos. Beltrones, muy conocido y con muy buenos contactos en Washington, había tenido encuentros con Harry Reid, el líder del senado y con John Dimitri Negroponte, el muy poderoso subsecretario de Estado, el segundo para todos los efectos de Condolezza Rice, quien, desde esta semana, con una gira que lo llevará a Perú y Colombia entre otros países, se hará cargo de la relación de la Casa Blanca con Estados Unidos. Es una buena noticia: por fin habrá una política para la región y la llevará un funcionario del más alto nivel y que conoce México y el resto de América latina bien y a profundidad.

Más tarde, en la embajada de México, acompañados por el embajador Arturo Sarukhán, Beltrones, Creel y Navarrete ofrecieron una buena conferencia de prensa y en la noche se dejaron caer en la fiesta previa al 5 de mayo que realiza la embajada y donde llega, literalmente, todo mundo.

Viendo y escuchando a nuestros tres senadores en esta ciudad, uno no puede menos que preguntarse porqué esa actitud y esa línea no puede mantenerse dentro de nuestro país o si lo que estamos viendo allá, en el congreso mexicano, con sus luces y sombras, es una suerte de puesta en escena para el mercado interno mientras la política real marcha por otras sendas. En muchas ocasiones pareciera que, factores de presión que desean reventar el escenario político aparte, esa última es la realidad y que nuestras fuerzas políticas, o mejor dicho nuestros políticos de peso, son más concientes de la importancia de mantener un proyecto nacional que lo que suelen indicar sus discursos. En ese sentido se debe reconocer que el trabajo de los principales protagonistas de esta historia fue, aquí, más que meritorio, aunque el mayor rédito se lo llevaron, por una parte Beltrones, que está operando muy bien en esa franja, ese espacio de poder, presentando, quizás por primera vez, un perfil tan autónomo y poderoso del Congreso mexicano en este lado de la frontera, y por la otra Sarukhán, que está removiendo profundamente las aguas estancadas de la relación bilateral y ganando un muy amplio reconocimiento en Washington.

Los temas tratados en esta muy agitada semana de actividad política mexicana en Washington, pueden y deben ser analizadas con mayor detalle (por aquí estuvieron desde personajes invitados por el presidente Bush para la celebración del 5 de mayo, que se realizó el día 4, en la Casa Blanca, hasta otros funcionarios, como Agustín Carstens, ministros de la suprema corte, otros legisladores, como Silvia Hernández o Emilio Azcárraga, coordinando un seminario para jóvenes empresarios de América latina) pero lo cierto es que la relación bilateral, en muchos sentidos, parece haber revivido. Y esa es una opinión común entre los funcionarios estadounidenses con los que pudimos hablar y se aplica, por igual a la colaboración en seguridad, con todas sus facetas, desde el narcotráfico hasta la lucha contra el terrorismo, la migración (por primera vez, me decía un muy alto funcionario estadounidense off the record, podemos hablar del tema, desde nuestra perspectiva y se entiende que, para nosotros, el tema de la seguridad fronteriza y de la legalización de migrantes deben ir de la mano, cuando hablábamos del tema con el presidente Fox también se nos entendía…pero luego no pasaba nada), el comercio y los muchos temas de la agenda bilateral. Es verdad, que aún no se termina de integrar en un solo paquete todo ese debate, como se pudo hacer, probablemente por última, y única vez, durante la negociación del Tratado de libre comercio. Pero el objetivo es ese, aunque la realidad termina llevando esa política por diferentes caminos e impone otras lógicas.

El gobierno mexicano no es el mismo de los primeros años noventa. El ejecutivo no tiene control directo sobre el legislativo. En Estados Unidos, el presidente Bush tampoco tiene el poder que detentó su padre en aquella época: sufre una aguda caída en la popularidad, está en el tramo final de su mandato, y hay una decena de republicanos y de demócratas que aspiran a sucederlo. El congreso, con mayoría demócrata, tampoco es controlado por la Bush y ello hace mucho más compleja cualquier negociación. Pero es precisamente ese ambiente, esta coyuntura, la que abre una perspectiva tan importante para fortalecer la relación bilateral entendida no sólo como la que se establece entre Los Pinos y la Casa Blanca, sino en una perspectiva mucho más amplia, más rica y más real.

El gran tema público, abierto, es la migración. En los últimos días el Washington Post le ha dado en dos ocasiones su nota principal a distintos aspectos del tema. El congreso lo está discutiendo, el presidente Bush insiste en su propuesta. Pero todo indica, ya lo analizaremos mañana, que no habrá reforma migratoria, que no hay condiciones para ello y que, incluso, algunos de los grupos más interesados, prefieren, en privado, que la misma se retome en el 2009, con un nuevo gobierno, antes de que se termine aprobando un frankenstein legislativo que afecte los intereses de los migrantes, no responda a las necesidades de México y Estados Unidos y cancele el debate por la próxima década. Pero esa historia la contaremos mañana.

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