¿Un gobierno liberal y de centro o de derecha?
Columna JFM

¿Un gobierno liberal y de centro o de derecha?

Una de las grandes decisiones que tiene que adoptar el gobierno de Felipe Calderón es si seguirá el rumbo marcado por el presidente desde la campaña electoral de encabezar una administración liberal en el mejor sentido del término, con una lógica de un gobierno de centro e incluyente, incluso que ?rebase por la izquierda? a sus adversarios, o convertirse en un gobierno conservador, un gobierno de derecha.
El gobierno federal tuvo un serio traspié al inicio de la administración con las declaraciones del secretario de Salud, José Córdova Villalobos, pero, por lo menos, en el ámbito de las declaraciones públicas, la propia SSA ha tratado de diluir la controversia.

Una de las grandes decisiones que tiene que adoptar el gobierno de Felipe Calderón es si seguirá el rumbo marcado por el presidente desde la campaña electoral de encabezar una administración liberal en el mejor sentido del término, con una lógica de un gobierno de centro e incluyente, incluso que “rebase por la izquierda” a sus adversarios, o convertirse en un gobierno conservador, un gobierno de derecha. Para definir ese rumbo es fundamental la actuación del propio gobierno y también la del partido en el poder, el PAN. Y en esos ámbitos existen contradicciones, indefiniciones, que la administración debe resolver en el corto plazo.

Buena parte de esas contradicciones se las han generado las oposiciones, sobre todo el gobierno del DF, por ejemplo con el tema del aborto. El gobierno federal tuvo un serio traspié al inicio de la administración con las declaraciones del secretario de Salud, José Córdova Villalobos, pero, por lo menos, en el ámbito de las declaraciones públicas, la propia SSA ha tratado de diluir la controversia. Pero fue a partir de allí que las corrientes de izquierda y el PRI detectaron que había un flanco por explotar, para llevar al gobierno hacia la derecha y lo explotaron, sobre todo con la despenalización del aborto en el DF, una medida inteligente y que sabían que generaría contradicciones en el gobierno y en el PAN. El propio Calderón identificó el peligro y lo eludió: puso de manifiesto su posición personal pero no involucró al gobierno en ello y destacó que el punto era del ámbito local, no federal. Allí actuó como un presidente liberal. Pero el PAN, además, de sentar también su posición sobre el tema, lo ha seguido sobredimensionando, yendo incluso hasta más allá, en sus declaraciones públicas, que la iglesia. Y olvidan que fuera del aborto, existen innumerables problemas de vivienda, empleo, transporte, seguridad, salud, que en el PAN capitalino siguen ignorando y que afectan mucho más la vida cotidiana de los ciudadanos que la despenalización del aborto. Esa actuación hace ver al gobierno, pese al deslinde de éste con el partido, como una administración de derecha.

Todo el discurso de Espino y las declaraciones del ex presidente Fox sobre política exterior, quieren hacer ver al gobierno como una administración conservadora, de derecha, hacia allí lo quieren llevar, impidiendo, paradójicamente, que el gobierno de Calderón pueda cumplir el papel que de él se espera (y que el propio mandatario desea cumplir) en América latina. Se podrá argumentar, y es verdad, que se debe seguir un proceso y que el gobierno no puede, por decreto, suprimir las diferencias con la presidencia nacional del PAN ni reemplazar de la misma manera a su dirigente hasta que se cumplan los plazos legales. Pero el tema va más allá cuando se observa la actuación de varios funcionarios gubernamentales en el ámbito social, donde la mayoría de ellos vienen de corrientes panistas muy conservadoras y lo demuestran en su falta de reflejos políticos para ubicarse en una agenda liberal, mucho menos para “rebasar por la izquierda”.

Un ejemplo: días atrás, el presidente Luis Inácio Lula da Silva, del Brasil, decidió ante el alto costo de los medicamentos contra el SIDA, ignorar la patente de un medicamento de “primera línea” en la lucha contra la enfermedad (Brasil, luego de Estados Unidos tiene el índice más alto de VIH en el continente, hay unos 200 mil enfermos de SIDA, de los cuales por lo menos 75 mil requieren de esa medicina, conocida como MSD, efavirezenz, que es comprado por el gobierno mexicano a más de 777 pesos la dosis) obteniendo medicamentos basados en esa patente, que tienen un costo hasta cuatro veces menor, y haciendo uso de un acuerdo que nunca se pudo implementar luego de la ronda de comercio de Doha en 2001, cuando se abrió la oportunidad de que un país obtuviera una “licencia obligatoria” para medicamentos por una situación de “extrema necesidad”. Hasta ahora ningún país ha logrado esa “licencia obligatoria”. Brasil la impuso por decreto.

Hubiera podido parecer una medida populista, pero el hecho es que cuatro días después la misma no sólo fue secundada por el ex presidente Bill Clinton, sino que, además, éste, mediante su fundación, anunció acuerdos con empresas farmacéuticas de la India y otros países para recortar drásticamente los precios de los medicamentos contra el SIDA y financiar la compra de los mismos en 66 naciones, que se ahorrarán hasta un 50 por ciento en el precio de estas medicinas. 

México tiene un problema muy delicado en el ámbito de la salud pública respecto al VIH y el SIDA. Según cifras oficiales hasta el 2006 tres de cada mil personas de entre 15 y 49 años podría ser portadora del virus del VIH y según el Censida, 182 mil personas estaban infectadas el año pasado. Desde 1983 hasta noviembre pasado se contabilizaron 107 mil casos de SIDA en el país y el presupuesto para tratar la enfermedad es cada día más oneroso. Muchas naciones se han apresurado a respaldar la propuesta de la fundación Clinton, apoyada, entre otros, por el gobierno conservador de Francia, para impulsar o beneficiarse de la iniciativa y obtener medicinas contra el SIDA más baratas que permitan atender a los millones de infectados por el virus. En México no ha habido una sola reacción oficial sobre el tema pese a que sería un capítulo importante, útil tanto en el ámbito de la salud pública como de las finanzas, además de consolidar la imagen del gobierno en el centro, en un espacio liberal.

Esos reflejos, esas formas de hacer y entender el poder son los que muestran la habilidad y la convicción de un gobierno para ubicarse en un centro liberal o volcarse (o peor aún, dejarse volcar) hacia una derecha conservadora. Esas reflejos, en el sector social son los que no está mostrando la administración Calderón, independientemente de las intenciones presidenciales.

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