La reforma fiscal: ¿con o sin PEMEX?
Columna JFM

La reforma fiscal: ¿con o sin PEMEX?

Dentro de exactamente una semana, en Mazatlán, se reunirá el secretario de Hacienda, Agustín Cartens con la fracción parlamentaria del PRI. Carstens le presentará a los legisladores priistas la propuesta de reforma fiscal que se enviará al Congreso para que sea discutida, en principio, en un periodo extraordinario durante julio.
No se conocen los detalles de la propuesta que presentará Carstens en Sinaloa (uno de los estados con mejor manejo en ese ámbito). No se tocará el tema del IVA.

Dentro de exactamente una semana, en Mazatlán, se reunirá el secretario de Hacienda Agustín Cartens con la fracción parlamentaria del PRI. En esa oportunidad siguiendo la línea de negociación que se ha impuesto el gobierno federal, Cartens le presentará a los legisladores priistas la propuesta de reforma fiscal que se enviará al Congreso para que sea discutida, en principio, en un periodo extraordinario durante julio.

No se conocen los detalles de la propuesta que presentará Cartens en Sinaloa (uno de los estados con mejor manejo en ese ámbito pero con problemas particularmente delicados, que requieren la atención de la federación, en el tema de pensiones de la Universidad del estado)  pero sí varias de sus generalidades: el objetivo, modesto, es incrementar la recaudación en tres puntos del PIB y hacerlo de forma gradual. No se tocará el tema del IVA, aunque podría haber una suerte de impuesto al consumo que cobrarían los estados y la reforma, además de buscar ampliar la base de contribuyentes y eliminar algunos regímenes especiales, tendrá, se insiste, un fuerte contenido federalista. Incluso se estima que en un proceso que comenzará desde ahora para prolongarse hasta el 2014, se irá eliminando el impuesto a la tenencia vehicular para reemplazarla por algún impuesto estatal, que quede en las entidades federativas. Ya hubo acuerdos al respecto en el último encuentro del presidente con los gobernadores en Puerto Vallarta.

Sin embargo no se sabe si la propuesta contendrá o no, o si eso se dejará para una negociación posterior que involucre todo el sistema generación de energía, el régimen fiscal de PEMEX, que hoy contribuye con la mayor parte de los recursos fiscales del país, pero con un costo altísimo para la empresa y para su viabilidad futura. Hoy no dependemos como en un pasado todavía relativamente cercano, del petróleo en términos comerciales pero sí en el ámbito fiscal. Pero el problema es que PEMEX, con el actual régimen, no puede crecer, al contrario, decrece en forma lenta pero constante.

El miércoles Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, un hombre que conoce muy bien México y que fue clave no sólo para mantener la mayor época de expansión económica de su país, durante los gobiernos de Bill Clinton, sino también el que impulsó aquel préstamo de la Casa Blanca en plena crisis de 1995, que fue la base para poder salir de ella, en una video conferencia presentada en la Expo Management, habló del tema y presentó un diagnóstico que no tiene errores sobre el futuro de PEMEX. Dijo Greenspan que el país depende cada día más de los recursos fiscales de la empresa, pero ésta se ha debilitado en forma constante porque no le quedan recursos para crecer y explorar nuevos yacimientos de los muchos que existen en el Golfo de México. No dijo Greenspan, como algunos quisieron entender, que se debía abrir PEMEX al capital privado, sino que se debía cambiar el régimen para permitir la coinversión de PEMEX con empresas privadas o públicas de otros países, que permitan avanzar en la exploración y la explotación de nuevos yacimientos, algo urgente ante el declive de Cantarel. Si al obsoleto régimen legal le sumamos la explotación fiscal de la empresa nos encontraremos en el peor de los mundos posibles para el futuro de Petróleos Mexicanos.

El tema de abrir PEMEX, para no hablar de la posibilidad de privatizarla, está, sencillamente, fuera de la realidad. No sólo no hay posibilidad alguna de avanzar en ese sentido, sino que incluso sería contraproducente e iría en un sentido contrario a la evolución del sector, donde varias de las principales empresas públicas se han ido fortaleciendo en la misma medida en que se reducen las reservas mundiales de crudo. El punto es que para consolidar a PEMEX como una empresa pública se la tiene que fortalecer, permitiéndole operar como lo que es, una empresa de clase mundial, con autonomía y con posibilidades de ser mucho más productiva en todos los sentidos, incluyendo la coinversión con otras empresas. Así funcionan todas las empresas públicas petroleras del mundo, desde la venezolana de Hugo Chávez o la incipiente de Cuba con Fidel Castro, hasta la nigeriana, la noruega o la iraní. La única que está fuera de ese esquema es PEMEX.

Ayer, el secretario general de la OCDE, José Angel Gurría, sostuvo que lo prioritario para PEMEX no es ese cambio de régimen legal sino del fiscal. Quizás en un esquema gradualista es así: primero se tienen que liberar recursos de PEMEX para que la petrolera pueda utilizarlos en su expansión y renovación pero más temprano que tarde se topará con la realidad: se habla de invertir diez mil millones de dólares, por ejemplo, para explorar y explotar los potenciales yacimientos nuevos en el Golfo de México, ¿de dónde los sacará el Estado mexicano si no es con coinversiones?. Pero tiene razón Gurría, sin cambio en el régimen fiscal de la empresa no habrá ni recursos ni posibilidades de innovar en el esquema de inversiones.

Por eso es pertinente preguntarnos si la propuesta de reforma fiscal incluirá o no a PEMEX. Porque el panorama será completamente diferente si se espera recaudar un tres por ciento más del porcentaje del PIB continuando con la explotación de PEMEX o si se avanzará hacia un esquema fiscal más sano donde el tratamiento a la petrolera sea similar al de cualquier otra gran empresa del país. Si la iniciativa de reforma fiscal no incluye el régimen de PEMEX será mucho más acotada de lo que algunos piensan y obligará, entonces, a regresar al tema en un plazo mucho más corto de lo estimado. Quizás esa es la estrategia, la de una serie de aproximaciones sucesivas ante la imposibilidad de alcanzar los objetivos reales en un corto plazo. Pero habrá que recordar que en el terreno energético no queda mucho tiempo y que ése es el sector que puede generar mayores recursos y empleos en el futuro. 

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