Las elección de las reformas
Columna JFM

Las elección de las reformas

Los resultados electorales del domingo no dejan lugar a dudas: los electores están hartos de las posiciones más radicales y eso se aplica a todos los partidos.
Los comicios más importantes sin duda fueron los de Baja California, allí gano el panista José Guadalupe Osuna por un estrecho margen.
Lo notable tendría que ser que el PAN estuvo a punto de perder la gubernatura ante un personaje como Jorge Hank Rhon, que representa muchos de los peores excesos del viejo priismo.

Los resultados electorales del domingo no dejan lugar a dudas: los electores están hartos de las posiciones más radicales y eso se aplica a todos los partidos.

Los comicios más importantes sin duda fueron los de Baja California, y allí ganó el panista José Guadalupe Osuna por un estrecho margen, manteniendo así la hegemonía en un estado que ha sido gobernado por el PAN desde 1989. Pero lo notable no tendría que ser que el PAN conservara la gubernatura sino que estuvo a punto de perderla ante un personaje como Jorge Hank Rhon, que representa muchos de los peores excesos del viejo priismo. El panismo nacional y local prácticamente hicieron campaña, con una suma interminable de errores, para Hank Rhon y no pudieron deslegitimar, desde el inicio, a un personaje con una larga historia de abusos y negocios poco claros (comenzando por la entrega de los terrenos del entonces llamado hipódromo Caliente). Osuna ganó pero el panismo baja californiano debe revisar profundamente su estilo y forma de gobierno: no lo han estado haciendo bien y si hubieran enfrentado a un candidato que pudiera ofrecer más que Hank, no hubieran mantenido el poder. De todas formas, para el PRI también se debería comprender que se cerró una etapa: no puede seguir el tricolor manejando candidatos cuya tres mayores virtudes son que toma tequila fermentado con penes de animales, que tiene 19 hijos de diferentes mujeres y al que le sobra el dinero. Por cierto, si alguien tenía dudas de la capacidad de operación de Elba Esther Gordillo debería haberse dado una vuelta por Tijuana el fin de semana.

En Aguascalientes, el PAN repitió, ampliada, la historia de Baja California: divisiones, rupturas y un ala radical del partido lo llevaron a una insospechada derrota: perdió ante el PRI seis de los once municipios y 11 diputaciones. El blanquiazul, que había obtenido hace un año más del 70 por ciento de los votos, apenas si ganó cuatro municipios y siete diputaciones locales. Es un desastre político, causado por un buen trabajo de los priistas en el estado, pero magnificado por la profunda división interna del PAN. Y una vez más, el electorado castigó los excesos.

En Oaxaca, el PRI se llevó todo: ganó los 25 distritos en disputa. Con ello conserva el control del congreso local y las posibilidades de desplazar al gobernador Ulises Ruiz se agotan. Es verdad que el abstencionismo fue alto en el estado (también en Baja California y Aguascalientes) pero lo importante es que hace dos años, Ulises Ruiz ganó la elección a Gabino Cué, un candidato moderado, por un margen estrechísimo de votos; el año pasado, en la presidencial, ganó López Obrador y ahora, después de un año de conflictos, de la APPO en las calles, de la sección 22 haciendo de todo menos dando clases a los alumnos, la coalición del PRD-PT-Convergencia, aliada a la APPO, no sacó ni la mitad de los votos que el PRI, mientras que el PAN, que tampoco ha sabido renovarse, quedó en una tercera posición. Insistimos en un punto: Ruiz podrá gustar o no, pero la APPO y sus derivados no tienen el apoyo del pueblo oaxaqueño: la gente que vive de sus negocios, pequeños o grandes, del turismo, que quiere que sus hijos simplemente puedan ir a la escuela y tener clases, están hartos de los juegos insurreccionales de la APPO, y la beligerancia de ésta lo único que ha logrado es, paradójicamente, fortalecer al priismo en el estado.

Para el PRD en particular esta jornada electoral volvió a ser un desastre. No sólo porque no tuvieron votos ni en Baja California ni en Aguascalientes (en los dos estados estaban por debajo del dos por ciento al momento de escribir estas líneas) sino porque en Oaxaca, donde se impuso la línea más dura y el propio López Obrador participó en la campaña, no ganaron nada y su porcentaje de votos se derrumbó. Y es que el principal impulsor de llevar de la mano al PRD con la APPO fue precisamente López Obrador y una vez más se equivocó. El perredismo debería comprender que la gente, el electorado, en el DF o Oaxaca, está cansado de plantones, bloqueos, de violencia verbal o física. Puede no estar de acuerdo con los gobiernos en turno, pero la gente quiere tener una vida normal, quiere trabajar, quiere enviar a sus hijos a la escuela. Y cada vez que el perredismo apuesta a la radicalización, pierde. Podrían argumentar que en Baja California o Aguascalientes nunca tuvieron fuerza, aunque nunca estuvieron tan débiles, pero su derrumbe en Oaxaca, debe obligarles a revisar su estrategia.

Como debe revisarla el PAN. Fuera de todos los debates respecto a sus diferencias con el presidente Calderón, el mayor costo que ha generado la gestión de Manuel Espino en el blanquiazul ha sido la profunda desorganización, las diferencias internas, la ruptura de buena parte del andamiaje del partido. Una apuesta por posiciones duras que lo han alejado del electorado pero también de sectores internos moderados. Esa ruptura del andamiaje interno es la mayor responsabilidad de Espino, por encima de sus declaraciones irresponsables o sus diferencias con Calderón y la que obliga al panismo a hacer una profunda revisión de toda la estructura y estrategia partidaria con el próximo cambio de dirigencia.

El saldo para el priismo ha sido bueno. Seguramente llevará la elección de Baja California a tribunales, pero, ¿realmente hubiera ganado algo el PRI, a mediano y largo plazo, con un gobernador como Jorge Hank?. Por otra parte, han mantenido Oaxaca (y el resultado bloquea cualquier intento de desplazar a Ulises Ruiz) y han recuperado Aguascalientes, hace un año un bastión del PAN. El PRI debería estar listo para entrar de lleno a la reforma fiscal y electoral en los próximos días. El PRD y sus aliados también, porque deben cambiar: su actual estrategia los tiene al borde del precipicio político y electoral y sus costos son ya insostenibles.

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