Nueve meses: cinco buenas, cinco malas
Columna JFM

Nueve meses: cinco buenas, cinco malas

Al cumplirse cinco meses de la administración Calderón y después del ?doble informe? del fin de semana, esperaba reacciones de los distintos actores políticos respecto a lo dicho y lo hecho por el gobierno federal, esperaba un debate de fondo sobre lo que ha cumplido y lo que le falta hacer a este gobierno. No deja de asombrarme que a una semana de esos hechos y luego de toda la controversia previa al informe, los partidos políticos simplemente no hayan dicho nada; que ninguno haya evaluado con seriedad lo realizado y lo no hecho por este gobierno. Algunos dirán que es simple irresponsabilidad de esas fuerzas políticas: otros asegurarán que en realidad no debaten porque el gobierno les ha ganado la iniciativa política y con sus logros les ha restringido el espacio para una crítica seria; finalmente habrá quienes digan que no hay nada sobre qué debatir.

Al cumplirse nueve meses de la administración Calderón y después del “doble informe” del fin de semana, esperaba reacciones de los distintos actores políticos respecto a lo dicho y lo hecho por el gobierno federal, esperaba un debate de fondo sobre lo que ha cumplido y lo que le falta hacer a este gobierno. No deja de asombrarme que a una semana de esos hechos y luego de toda la controversia previa al informe, los partidos políticos (y otros actores) simplemente no hayan dicho nada, que ninguno haya evaluado con seriedad lo realizado y lo no hecho por este gobierno. Algunos dirán que es simple irresponsabilidad de esas fuerzas políticas; otros asegurarán que en realidad no debaten porque el gobierno les ha ganado la iniciativa política y con sus logros les ha restringido el espacio para una crítica seria; finalmente habrá quienes digan que no hay nada sobre qué debatir.

Lo cierto es que hay y mucho, bueno y malo. Dice Harry Frankfurt en su libro Sobre la Verdad (Editorial Paidos, 2007) que “hay una dimensión de la realidad que ni siquiera la más enérgica -o la más laxa- comprensión de la subjetividad puede atreverse a vulnerar. Este, continúa, es el espíritu de la famosa respuesta de George Clemenceau cuando le pidieron que especulase sobre qué dirían los futuros historiadores sobre la primera guerra mundial: “desde luego no dirán que Bélgica invadió Alemania”. Eso es lo que nos falta: independientemente de las interpretaciones, hay datos duros para evaluar esta administración, en estos nueve meses que no pueden ser obviados. Veamos, muy rápidamente cinco capítulos exitosos y cinco que no ha podido aún resolver el calderonismo.

Entre los positivos. Primero, la seguridad pública. El gobierno encontró el país envuelto en una brutal espiral de violencia y con vastas zonas bajo control del narcotráfico. Decidió lanzar una estrategia ofensiva destinada a recuperar espacios y romper redes, a reafirmar el control del Estado sobre todo el territorio nacional que, en la medida en que ello era posible, ha sido muy exitosa. Por supuesto que no se trata de una guerra ganada ni mucho menos. Pero simplemente, si comparamos los números de la violencia de diciembre con los actuales, tenemos cambios más que significativos. La política de seguridad ha sido, con sus deficiencias, el capítulo más exitoso de estos nueve meses.

Segundo. La política exterior. Hace nueve meses la situación era de franco deterioro: las relaciones con América latina debilitadas por debates absurdos; frágil también la relación con países europeos incluso con España, y con serios problemas con Washington. Hoy, prácticamente todas las relaciones, a pesar de los costos del conflicto postelectoral, se han normalizado. En México han estado Rodríguez Zapatero, Bachelet, Lula, los Kirchner, Daniel Ortega, Bush. Y se retomó la decisión de buscar una posición en el Consejo de Seguridad en el 2009 y de jugar más seriamente en el G-8.

Tercero. Un reflejo de ello ha sido el volumen de inversión extranjera directa en el primer semestre del año, pese a la ausencia de reformas estructurales. La cifra es la más alta en términos históricos: 13 mil millones de dólares en seis meses.

Cuarto. También de la mano con ello debe analizarse la creación de empleos formales entre enero y agosto: más de 600 mil empleos registrados en el IMSS, la cifra más alta alcanzada en ese periodo desde el gobierno de Miguel de la Madrid. Se podrá argumentar que no son suficientes. Y es verdad, sobre todo comparado con el rezago existente y con la incorporación creciente de jóvenes al mercado de trabajo, pero el dato duro ahí está: no es lo óptimo pero es lo mejor que se ha hecho en ese ámbito desde 1982, o sea en los últimos 25 años.

Quinto. La sensación de gobernabilidad. Muchas veces hemos dicho que uno de los aspectos más importantes desde el inicio de esta administración es la percepción de que la presidencia de la república, que el poder, regresó a Los Pinos. Ello se ha mantenido y se ve reflejado en el deterioro de la idea de ilegitimidad que ha intentado sembrar el lopezobradorismo. De allí, el peligro que se presenta con el tema IFE.

¿Cuáles son los mayores rezagos?. Primero, la operación global. El gobierno sigue dependiendo de un círculo muy pequeño de funcionarios de confianza del presidente y el gabinete sigue sin aparecer plenamente, sin participar en la operación real y cotidiana del poder. Ello provoca un esfuerzo, con el consiguiente desgaste, del equipo gubernamental más cercano, que se refleja en la inexistencia de fusibles que asuman la descarga de capítulos conflictivos.

Segundo y relacionado con ello, hay rezagos en la operación política y la percepción de control. Ejemplos hay varios y todos se producen cuando quedan hebras de la operación fuera del círculo de Los Pinos e incluyen desde el caso Zhenli Ye Gon hasta los atentados del EPR; desde las reiteradas malas decisiones de funcionarios de nivel medio (el último caso la interrupción, vía Cepropie, del mensaje de Ruth Zavaleta el primero de septiembre) hasta declaraciones como “están rotas las negociaciones con los partidos”, que nunca fueron realidad, y si lo eran no pueden provenir del gobierno federal.

Un tercer punto. La política social. Se debe insistir en ello: no se trata de que se estén o no haciendo las cosas, sino, sobre todo en éste ámbito, que exista la percepción de que sí se cumple con esa tarea y la misma genera un beneficio tanto social como político. Eso hoy sigue sin verse.

Cuarto. Un gabinete a medio gas que no termina de comprender ni de ocupar plenamente su lugar. Y quinto, una relación con el propio partido en el poder que no termina de normalizarse y le quita al gobierno un apoyo clave para el resto de la operación política. Pero, ¿cuántos de esos temas están hoy en el debate político cotidiano?

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