FARC y Arellano Félix: historia antigua
Columna JFM

FARC y Arellano Félix: historia antigua

Hubo mucho revuelo por la información que proporcionó el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, respecto a la relación de las FARC con organizaciones del narcotráfico en México. Lo cierto es que esa relación esta más que confirmada, sustentada en datos duros, pero muchos consideran políticamente incorrecto aceptarlo.

Hubo mucho revuelo por la información que proporcionó el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, respecto a la relación de las FARC con organizaciones del narcotráfico en México. Lo cierto es que esa relación está más que confirmada, sustentada en datos duros, pero muchos consideran políticamente incorrecto aceptarlo. Y en el fondo lo que no se quiere reconocer es que, desde hace ya muchos años, las FARC han dejado de ser un grupo político-armado, para, basado en aquello de que los fines justifican los medios, convertirse en una poderosísima organización criminal, dedicada tanto al narcotráfico como al secuestro y utilizando las zonas bajo su control en Colombia para la producción de drogas.

Los nexos de las FARC con los Arellano Félix están documentados por lo menos desde el año 2000. En noviembre de ese año escribimos en Milenio Semanal esa historia y toda ella es contada en un extenso capítulo en el libro El Otro Poder.

La historia es la siguiente: un médico colombiano, Carlos Charry Guzmán, llegó a México el 9 de agosto del 2000. Este hombre era propietario de una clínica en San Vicente del Caguán, uno de los principales bastiones guerrilleros en Colombia y el lugar donde se estaban realizando, en ese entonces, era el gobierno de Pastrana, las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC.

El 28 de agosto, Charry fue detenido en el hotel Jena, en la ciudad de México. Poco antes había sido detenido en Tijuana un operador colombiano del cártel de los Arellano Félix, un hombre apodado Giovanni. Ambos, Charry y Giovanni se habían reunido apenas unos días antes y habían negociado el convenio del trueque de armas por drogas.

Carlos Charry era un mensajero de uno de los más conocidos y duros dirigentes de la FARC, Jorge Briceño, apodado El Mono Jojoy, para organizar ese intercambio. Como carta de presentación, Charry traía un disco láser en el cual se veía al médico en San Vicente acompañado de Mono Jojoy. En Colombia, se encontró un video de Ismael Higuera, alias el Mayel, en la cual respondía afirmativamente a la propuesta de la FARC. Los contactos venían de tiempo atrás, la diferencia ahora era que la droga no sería pagada con dinero por los Arellano Félix sino con armas. Un senador colombiano, Vicente Blel Saad, sería uno de los contactos para ese intercambio, pero su involucramiento, se supo después, iría más allá. La documentación que se le incautó en México a El Mayel al momento de su detención, confirmó que su relación con Charry se remontaba, por lo menos, a 1998.

Todo comenzó con la declaración de un testigo protegido apodado Raúl quien aseguró que él había apoyado a El Mayel en el traslado de cocaína de Colombia a México y en el lavado de dinero en ambos países. Un primer hilo surgió de una afirmación de este testigo protegido que aseguró que Giovanni recibió un millón de dólares de El Mayel como pago de un cargamento y que se los robó, cuando éste fue detenido. Para tratar de recuperar ese dinero, fue enviado a México, el senador colombiano, que según esta declaración actuaba como intermediario para el lavado de dinero, Vicente Blel Saad. El senador, según el mismo testigo Raúl, había sido enviado a México por un individuo ligado a las FARC y apodado El Doctor. También dijo que El Mayel y El Doctor tuvieron diversas reuniones en Tijuana en las que participaba el representante del cártel de Tijuana en Colombia, un individuo apodado José. El mismo testigo protegido es el primero que nombra a quien sería el representante del cártel de los Arellano Félix en el Distrito Federal: sólo sabía que se le apodaba El Primo y que se comunicaba con él mediante un localizador con el número 8017090. Otro testigo protegido, dijo que El Primo, era el responsable de ejecutar a los adversarios de El Mayel en el DF y el encargado de pagar la cocaína recibida. Dijo que se comunicaba con él mediante un localizador con el número 5 801 7090.

Para la misma fecha fue detenido el ex comandante de la Policía Federal de Caminos, Enrique Harari Garduño. Entre sus propiedades se encontró una tarjeta en clave con el nombre Primo y un número telefónico: el mismo 801 7090. El papel de Harari Garduño en este acuerdo era clave, porque era el responsable de proporcionar las armas para pagar el intercambio por la cocaína enviada por las FARC.

El Doctor, que resultó ser Charry Guzmán, fue detenido al mismo tiempo que Harari. En la agenda de Charry, vuelve aparecer el nombre de Primo y un teléfono, el mismo 801 7090. Entre las pertenencias de Charry se encontró documentación que involucraba al Mono Jojoy y al senador Blel; también anotaciones sobre envíos de droga por aire y mar. Por el mismo operativo se terminó deteniendo a Sergio Rodríguez Tapia, apodado La Gorda de Manzanillo, quien también en su agenda tenía registrado el número telefónico 801 7090.

¿Cómo funcionaba esta red?. Todo indica que quien la manejaba en México era El Mayel. Harari era el responsable, según la investigación de las autoridades, de conseguir las armas para el canje por drogas, mientras que Rodríguez Tapia era uno de los encargados de la recepción de la droga y el envió de las armas. Del lado colombiano, el contacto en las FARC era el llamado Mono Jojoy, el operador era Charry Guzmán y el senador Blel actuaba en el proceso de lavado de dinero.
La confirmación de toda aquella operación llevó meses después al cierre de las oficinas de las FARC en México y a un cambio de rumbo en los intentos de negociación que se habían establecido al inicio del gobierno de Fox con esa organización. La historia, por lo tanto, no es nueva. Para una vez más, cuando se relacionan este tipo de organizaciones con el narcotráfico, muchos prefieren ver hacia otro lado.

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