El acto de registro de Germán Martínez para la presidencia del PAN no dejó demasiadas dudas sobre el futuro de esa elección el próximo 8 y 9 de diciembre. El punto será saber qué harán los sectores que se denominan a sí mismos como foxistas, porque Martínez ha logrado una alianza interna que alcanza desde los más cercanos al presidente Calderón hasta Santiago Creel, pasando por el muy conservador gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva. Un alianza que en los hechos, concientemente, los excluye.
El acto de registro de Germán Martínez para la presidencia del PAN no dejó demasiadas dudas sobre el futuro de esa elección el próximo 8 y 9 de diciembre. El punto será saber qué harán los sectores que se denominan a sí mismos como foxistas, porque Martínez ha logrado una alianza interna que alcanza desde los más cercanos al presidente Calderón hasta Santiago Creel, pasando por el muy conservador gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva. Un alianza que en los hechos, concientemente, los excluye.
Las propuestas del ex secretario de la Función Pública no fueron algo nuevo: ha prometido hacer girar su partido hacia el centro; ha prometido trabajar “sin complejos” acompañando al gobierno de Felipe Calderón y a los gobiernos estatales de su partido; ha rechazado a una dirigencia y a un partido que parece estar “avergonzado y distanciado de sus triunfos electorales”. Y ha hablado del regreso de la ideología castillista, o sea la pregonada por Carlos Castillo Peraza a su partido.
Este último punto es importante porque permite explicar en buena medida cuáles serán los puntos de coincidencia (en lo personal tienen muchos y desde mucho tiempo atrás) entre la gestión gubernamental de Calderón y la de Martínez en su partido. Castillo Peraza no era exactamente un liberal, aunque mucho de su pensamiento se nutriera de esa corriente, sino un social cristiano, un hombre que sabía diferenciar sus convicciones personales de la practica política y social, pero que al mismo tiempo sabía que en política se ganaba con resultados palpables en lo electoral y lo legislativo, que sabía negociar y ser pragmático, que ponía un fuerte acento en la política social, en la lucha contra la pobreza y que tampoco simpatizaba demasiado con el exceso de riqueza.
El gobierno de Felipe Calderón se está preparando en el 2008 para asumir uno de sus principales compromisos en forma frontal: la lucha contra la pobreza extrema y no puede hacerlo con un partido preocupado en otros temas. Para tener éxito en lo social, el gobierno de Calderón necesita tener éxitos electorales: se puede ganar o perder pero lo que estaba sucediendo en el PAN era, simplemente, falta de competitividad. El 2007 ha sido una suma de malos resultados que podrían haber sido mucho mejores con un mínimo trabajo de la dirigencia nacional. Ha habido desde falta de organización hasta mala elección de candidatos, pasando por una suerte de revancha política inadmisible: dicen los panistas, por ejemplo, que ante la candidatura de Xavier Abreu en Yucatán (en lugar de la candidata de Manuel Espino, que era Ana Rosa Payán), el CEN no sólo no otorgó apoyos sino que terminó aportando sólo 12 millones de pesos a la campaña, en un partido con prerrogativas superiores a los 800 millones, sólo a nivel federal.
El panismo ha perdido electoralmente mucho y todo indica que, antes del cambio de dirigencia, puede perder más, en la jornada del próximo 11 de noviembre. En buena medida el programa de Germán Martínez está basado en un cambio radical de discurso y de acción, en la conformación de una estructura electoral que tendrá como objetivo ganar las elecciones intermedias del 2009. En los hechos el año próximo puede ser un periodo para consolidar esas estructuras.
El 2008 será un año electoralmente tranquilo, donde no habrá ninguna elección par gobernador. Apenas en febrero habrá elecciones en Baja California Sur, Quintana Roo e Hidalgo; en julio en Nayarit; en Coahuila hasta septiembre y en Guerrero hasta octubre. Son todas elecciones para renovar congresos locales y municipios donde la experiencia ha demostrado de la influencia creciente de los gobernadores y la debilidad intrínseca de la mayoría de las leyes electorales locales. Y para esa fecha, si es que finalmente se aprueban en la legislación secundaria, no habrán entrado en vigor, aún, las nuevas normas electorales que se pretende que estandaricen los criterios a nivel federal y local.
En otras palabras: Germán Martínez tendrá tiempo y espacio para reorganizar a su partido y podrá coordinar sus acciones con un gobierno federal que sabe que lo haga o deje de hacer en ese año será decisivo para el futuro de su gestión. Entonces no nos extrañemos si vemos al próximo presidente nacional del PAN involucrando a su partido mucho más en los temas sociales, mucho más cerca del gobierno federal y siendo más firme en varios de los temas esenciales de la operación política. En los hechos será la primera vez en que Felipe Calderón podrá contar con el respaldo pleno de su partido, no sólo en este primer año de gobierno, sino también en el largo periodo que se inició en la precampaña y la propia campaña electoral, donde el partido y el equipo de Calderón marcharon por rumbos diferentes.
¿Qué sucederá con sus opositores?. En alguna oportunidad, Germán Martínez me dijo que, sin estar de acuerdo con ellos, él podía llegar a compromisos de fondo con las corrientes más conservadoras de su partido, incluso con los sinarquistas, a los que respetaba por su coherencia. Pero que su rechazo era sobre todo a lo que llamaba una suerte de derecha oportunista, alejada de principios y basada en sus intereses personales. Aquellos “meones de agua bendita” como los calificó Germán, siguiendo una declaración añeja, si no me equivoco, de Adolfo Chriestlieb. Por eso, Martínez ha podido llegar a acuerdos con el gobernador Oliva o con Luis Felipe Bravo Mena. Sin embargo, en la amplitud de los apoyos logrados pueden presentarse diversas dificultades. No todos tendrán un espacio en el CEN ni tampoco muchos de ellos coincidirán con la línea de Martínez (¿qué mejor demostración que el deslinde respecto a las declaraciones de Fox en torno a Beltrones?) y por eso no se pueden descartar rupturas, pero de lo que no cabe duda es que el partido en el poder marchará, por primera vez, junto a su gobierno. No es poca cosa para Felipe Calderón.