La de Tabasco es la mayor tragedia natural que se ha presentado en el país en muchos años. Se trata de una catástrofe que ha sido consecuencia de la falta de previsión, de la inconsecuencia, de un estado desgarrado, a nivel de su clase política, por luchas intestinas que han contribuido a que nadie se ocupe de lo verdaderamente importante. Las inundaciones en Tabasco son recurrentes: cada año para esta fecha zonas del estado se inundan en forma irremediable, por malas decisiones adoptadas en el pasado y por la falta de previsión de cara al futuro.
Para María Elena Pérez Jaen, con solidaridad y afecto
La de Tabasco es la mayor tragedia natural que se ha presentado en el país en muchos años. Se trata de una catástrofe que ha sido consecuencia de la falta de previsión, de la inconsecuencia, de un estado desgarrado, a nivel de su clase política, por luchas intestinas que han contribuido a que nadie se ocupe de lo verdaderamente importante. Las inundaciones en Tabasco son recurrentes: cada año para esta fecha zonas del estado se inundan en forma irremediable, por malas decisiones adoptadas en el pasado y por la falta de previsión de cara al futuro.
La más grave de las inundaciones recientes fue en 1999. Para esa fecha, Roberto Madrazo había pedido licencia como gobernador para contender por la candidatura del PRI y Víctor Manuel Barceló era el interino. Andrés Manuel López Obrador se había olvidado de Tabasco y había decidido buscar el gobierno del DF. Como ahora, al inundarse buena parte del estado todo se culparon mutuamente. Y responsabilizaron al gobierno federal. Madrazo comenzó a decir que las inundaciones se habían propiciado para afectarlo en la lucha por la candidatura contra Francisco Labastida; López Obrador, que había pedido desde dos años atrás (ahora se van a cumplir diez años) que se dejará de pagar la luz y los servicio para quejarse contra el “fraude” electoral, coincidió en aquella oportunidad con Madrazo: dijo que era responsabilidad del gobierno federal porque había abierto las presas de Chicoasen, Malpaso y Peñitas, para evitar que se inundara Chiapas y así habían inundado a los tabasqueños. Los dos estaban mintiendo.
Por esos días, las candidatura de Madrazo ya estaba perdida y las presas tuvieron que ser desfogadas porque el volumen del agua era tan alto, había llovido tanto en las sierras de Chiapas y en el propio Tabasco, que el caudal de agua era enorme y si las presas no son desfogadas una vez que se sobrepasa su máximo nivel se corre el serio riesgo de que arrastren consigo no sólo a las estructuras en sí, sino que causen inundaciones mucho más graves, en espacios mucho mayores (si no hubiera funcionado el sistema de presas el caudal de agua, estableció la CNA, hubiera sido entre cuatro y cinco veces mayor). Como sucedió hace unos días, en 1999, la presas, sobre todo la última, sobre el río Samaria, la de Peñitas, tuvo que ser abierta, así sea en forma gradual, lo que se combinó, como también sucedió ahora, con fuertes lluvias en el Golfo y sobre Tabasco. La consecuencia fue de amplias zonas inundadas y daños catastróficos en Tabasco. En esas fechas estuve varios días en el estado con los expertos de la Comisión Nacional del Agua y pude recorrer todo el sistema hidráulico desde Chiapas hasta la desembocadura del Grijalva.
Desde antes de 1999, pero con mayor razón en ese momento, se conocían las causas estructurales de las inundaciones: la responsabilidad no era meramente de las lluvias o de la apertura de las presas del Grijalva, sino de una suma decisiones equivocadas y de falta de previsión. Uno de los principales problemas era que en el gobierno de Leandro Rovirosa Wade, se habían realizado, como en todo el estado de la mano del auge petrolero y de la “administración de la abundancia” con López Portillo, muchas obras de todo tipo, pero también hubo un intenso trabajo que terminó lo que había comenzado desde la colonia, el secado y desviación del río Mezcalapa, para “rescatar” esas tierras y hacerlas más productivas. El secado del río, junto con la construcción de las presas sobre el Grijalva, los llevaron a pensar que con ello se solucionarían los problemas. Ese ha sido siempre el diagnóstico estructural: al manipularse la salida natural de las aguas y no existir obras importantes para canalizar las aguas entre la presa Peñitas y la desembocadura del Grijalva, éstas provocan graves inundaciones en toda la zona de Villahermosa y otras regiones del estado.
Lo grave es que en 1999 se hizo un minucioso diagnóstico sobre lo que sucedía y se elaboró un plan preciso para atacar la situación, pero las cosas se complicaron. El gobernador interino Víctor Barceló, ni siquiera pudo terminar el periodo, regresó al gobierno Roberto Madrazo, que entonces invirtió todo su capital político (e ingentes recursos) en hacer gobernador a Manuel Andrade (con quien con el tiempo se distanció), provocando una fuerte crisis interna en el priismo; vinieron las elecciones federales y Labastida perdió los comicios y el gobierno de Ernesto Zedillo preparó su salida en una situación de suma inestabilidad en el estado (recordemos que las elecciones del año 2000 fueron anuladas por el Trife); López Obrador continuó la agitación en el estado, pero también lo abandonó para concentrarse en el DF, mientras su familia, en el poder, seguía actuando al más viejo estilo del priismo tradicional. En otras palabras: todo mundo se olvidó de las inundaciones y del programa estructural y financiado al final del gobierno de Zedillo. Y así pasaron los años y nadie hizo nada. Salvo cuando se producían inundaciones esporádicas en octubre y noviembre, el tema no era ni siquiera recordado. Hasta que la tragedia tocó la puerta en este 2007.
Ahora vuelven los mismos argumentos y actores de años atrás a hablar de las mismas cosas, a decir las mismas mentiras, a buscar las mismas justificaciones, a utilizar los mismos argumentos con los mismos intereses mezquinos. Tabasco necesita solidaridad, por supuesto, pero, por sobre todas las cosas es necesario adoptar medidas para que las tragedias previsibles dejen de serlo. Costará miles de millones de pesos y afectar intereses locales muy arraigados de varios caciques políticos del PRI y del PRD, incluyendo el movimiento de ciertas poblaciones, pero la gente de Tabasco debe estar por encima de esas mezquindades.