Hay una verdadera fiebre en los medios para descubrir temas relacionados con el narcotráfico, no siempre con éxito o con el cuidado suficiente como para no evitar convertirse, en la mayoría de las ocasiones involuntariamente, en mensajes o instrumentos de desinformación de los propios grupos del narcotráfico. Se ha creado, también, la impresión, de que todo el sistema político del país está contaminado por el narcotráfico.
Hay una verdadera fiebre en los medios para descubrir temas relacionados con el narcotráfico, no siempre con éxito o con el cuidado suficiente como para no evitar convertirse, en la mayoría de las ocasiones involuntariamente, en mensajes o instrumentos de desinformación de los propios grupos del narcotráfico. Se ha creado, también, la impresión, de que todo el sistema político del país está contaminado por el narcotráfico. Y en la misma medida en que se pone la atención en la supuesta o por lo menos no comprobada relación de los más altos personajes del poder, el narcotráfico utiliza la mucho más redituable estrategia de infiltrarse y hacerse fuerte desde abajo, utilizando diferentes tácticas que, incluso después del fuerte golpe que sufrieron este año con los operativos, les permiten seguir siendo funcionales. Y en este contexto, solemos vernos cotidianamente en el espejo colombiano sin entender que en muchas ocasiones tiene poco que ver con nuestra realidad, cuando otros países se aproximan mucho más a lo que estamos viviendo. Un ejemplo de ello es lo que ocurre con el crimen organizado, llamado genéricamente la mafia, en Italia, donde básicamente existen tres grandes organizaciones que se disputan ese mercado con fuertes ramificaciones en el resto de Europa y en Estados Unidos: la mafia siciliana, la napolitana y la calabresa.
Esta semana la Confercensenti, la asociación que agrupa a los comerciantes en Italia, estimó que la mafia factura unos 90 mil millones de euros al año, lo que equivale al 7 por ciento del producto interno bruto del país y eso la convierte en la industria más rentable de la península. De esa cantidad, 10 mil millones de euros provienen de la extorsión; 30 mil millones de la usura; 4 mil 600 millones del contrabando; 7 mil millones de hurtos y robos y 13 mil millones de euros de edificación ilegal.
Lo más preocupante de este proceso, dice la central de comercio de Italia, es la enorme capacidad de la mafia para reinvertir esas utilidades en la economía formal y de esa manera legalizarla. Usan tres métodos, según el mismo informe empresarial: los empresarios que quieren abrir nuevos negocios son contactados y se les imponen reglas y sociedades: en otras palabras, se les obliga a aceptar una participación minoritaria de la mafia en sus negocios; los propios mafiosos han ido haciendo pasar sus empresas de pequeños comercios a grandes industrias, “aceptando” capitales legítimos que se asocien con ellos; y tercero, muchas de las grandes empresas han pactado con la mafia para tener una suerte de seguro preventivo. No es una especulación. Según una de las más reicentes investigaciones contra la mafia calabresa (de las más violentas) Italcementi, el quinto productor mundial de cemento, una empresa con 22 mil empleados y que factura más de 6 mil millones de euros al año, sólo en Italia, aceptó pactar con la mafia calabresa para no sufrir secuestros, atentados o sabotajes, asumió costos mayores (vía también acuerdos sindicales) y favoreció a esa organización en el proceso de comercialización del cemento. Cuando el líder de la mafia calabresa fue detenido, meses atrás, se descubrió que por lo menos 120 millones de euros provenían de ese acuerdo con la empresa cementera. La empresa se limitó a decir que no tenía comentarios al respecto.
Hay que poner la atención en cómo, ante las mayores presiones del estado, la mafia italiana no ha abandonado el tráfico de drogas, pero lo ha dejado en sectores muy específicos mientras ha volcado a la organización en ampliar su poder político y económico. Y eso ya lo estamos viendo en México.
Los operativos como tales han tenido éxito, pero éste es relativo visto desde otro ángulo. Por una parte, han disminuido los índices de violencia, pero las organizaciones, aunque debilitadas porque han visto cortados sus suministros, han diversificados sus actividades y han realizado un esfuerzo mucho mayor, como lo vienen haciendo los grupos italianos desde la época de la ofensiva del juez Falcone contra ellos, por legalizar sus actividades o darles otro giro. En nuestro país estamos viendo ya, aunque sea en otra dimensión, el mismo fenómeno que en Italia: las redes de distribución de drogas han resultado afectadas pero entonces se han incrementado los secuestros y las extorsiones: es un secreto a voces que la enorme mayoría de las casas de apuestas del centro y norte del país pagan una suerte de “impuesto” para no ser afectadas directamente por estos grupos. El pago suele ser de aproximadamente seis millones de pesos al mes. Se ha incrementado la participación de organizaciones como los Zetas, unidos a grupos pandilleriles como los Maras, en el tráfico de centroamericanos a México, como lo mostró el espléndido reportaje que sobre el tema presentó la semana pasada en México Confidencial, en Cadena Tres, el reportero Raúl Flores. Parece haberse iniciado, también la tendencia de obligar a grupos a aceptar sociedades forzadas y a obligar a ciertas grandes empresas a hacer pagos para no ser afectados en sus intereses.
Esas redes terminan contaminando el tejido social tanto o más que las tradicionales del narcotráfico. Mientras se especula con identificar a grandes personajes ligados al crimen organizado, éste penetra y contamina sociedades, empresas, cambia de giro y se involucra en otras actividades. Un ejemplo de la visión estrecha sobre estos temas la dio Vicente Fox con su acusación contra Manlio Fabio Beltrones. No sólo la PGR ha dicho que esa información es falsa, sino que incluso tuve oportunidad de preguntarle al subsecretario de Estado John N. Negroponte sobre el tema y su respuesta fue que no existe tal expediente en EU y si existiera él sin duda lo sabría. Terminó diciendo que Beltrones era su amigo. Mientras tanto el narcotráfico ha penetrado como nunca, con esas nuevas actividades en, por ejemplo, Guanajuato.