Medir el estado de ánimo y hacer cambios a tiempo
Columna JFM

Medir el estado de ánimo y hacer cambios a tiempo

El presidente Calderón cumplió el sábado un año en el gobierno y habrá que insistir en que se esté o no de acuerdo con las medidas adoptadas en este periodo, nadie puede dudar que ha habido un cambio notable respecto a 2006 y destacar, una vez más, que muchos otros capítulos podrán estar en discusión pero lo cierto es que se ha recuperado la gobernabilidad y que, como dijimos hace ya varios meses, la presidencia de la república, el poder que de ella deriva, ha regresado a Los Pinos.

El presidente Calderón cumplió el sábado un año en el gobierno y habrá que insistir en que se esté o no de acuerdo con las medidas adoptadas en este periodo, nadie puede dudar que ha habido un cambio notable respecto a 2006 y destacar, una vez más, que muchos otros capítulos podrán estar en discusión pero lo cierto es que se ha recuperado la gobernabilidad y que, como dijimos hace ya varios meses, la presidencia de la república, el poder que de ella deriva, ha regresado a Los Pinos.

La gobernabilidad se ha recuperado por la capacidad de maniobra política del gobierno, por la buena voluntad de varios otros actores pero también, e incluso así lo destacó Calderón en su discurso del sábado, porque se pudo garantizar la seguridad, por lo menos en sus capítulos más marcados. Sin recuperar la seguridad todo lo demás hubiera sido, literalmente intransitable: la apuesta desestabilizadora del lopezobradorismo pasaba, en muy buena medida, por una generalización de la violencia que no necesariamente tendría una agenda política pero que hubiera servido para sus fines de impedir gobernar, de dejar al gobierno federal encerrado en Los Pinos, de hacer ingobernable el país. El haber tomado posesión en San Lázaro aquel viernes primero y haber lanzando los operativos antinarcotráfico han sido claves para hacer de ésta una administración viable y con posibilidades de éxito.

Pero éste es un buen momento, también, para tomar distancia por unos días de la agenda nacional inmediata y poder reflexionar sobre el futuro. El 2008 será decisivo para el futuro de la administración Calderón. En todo caso, el presidente tiene que ir preparándose y analizando cómo encarará el próximo año, ya sin elecciones importantes, con capacidad para poder implementar proyectos productivos trascendentes y pasado el primer periodo ordinario de sesiones en el congreso, que concluye en abril próximo, sabiendo que con ello se agotará el proceso de reformas legislativas.

Recetas para definir el futuro hay muchas, pero uno de los presidentes iberoamericanos más exitosos, Felipe González (que acaba de celebrar su llegada al poder hace 25 años, con lo cual, formalmente, concluyó la transición democrática de España y comenzó su consolidación como una verdadera democracia) ha establecido en algunas pláticas privadas prioridades (o consejos) para realizar con éxito esa operación.

El primero de ellos es básico: hay que entender el estado de ánimo de la población. ¿Cuál es hoy el estado de ánimo de nuestra gente: qué tan preocupada está la gente por la inseguridad, por el narcotráfico, pero también por el empleo, por la pobreza, por la economía?. Sin duda, el ánimo respecto a la seguridad ha sido medido con acierto y se han tomado muchas de las medidas adecuadas, aunque los éxitos contra el narcotráfico han derivado en otros fenómenos delincuenciales que se deberán atender, como el secuestro y la extorsión. Pero ¿qué sucede con lo demás, con los temas sociales, con la economía, con el manejo estratégico del gobierno federal, con las expectativas?. Existe un margen de incertidumbre que se ha reflejado, por ejemplo, en temas sin sustento real pero que han tenido efectos negativos, como el llamado gasolinazo. En el ánimo de la población está, sin duda, la confianza por una labor social mucho más intensa, definida y que genere expectativas nuevas. Y eso se tiene que transformar en políticas públicas.

¿Por qué? Porque también dice Felipe González, que el jefe de Estado debe hacer suyas o apropiarse de las preocupaciones de la población y ponerse genuinamente en el lugar de ella. Si el estado de ánimo es positivo, continúa, habrá que fortalecerlo (como sucede con los temas de seguridad), en caso contrario el reto será revertirlo y lograr que ese ánimo sea tan bueno como el líder requiera para conseguir sus metas (y por eso lo social y lo económico deberá ser prioridad para el 2008).

Debe elegir, dice el ex mandatario español, adecuadamente a sus colaboradores y saber conformar y coordinar equipos. Y saber, agrega, tomar las decisiones de reemplazos a tiempo. No hay una crisis de gabinete, pero uno de los mayores aciertos  de Calderón en campaña, cuando algo no funcionó, fue hacer cambios y anunciarlo explícitamente. Al finalizar este primer año, el presidente podría hacer cambios en sus equipos. Dicen en Los Pinos que esa no es una prioridad, y que en todo caso serán cambios menores, pero también es verdad que no todo el gabinete funciona a la misma velocidad, no todos trabajan con los mismos objetivos, no todos cumplen adecuadamente con las responsabilidades que se les han encomendado. No todos protegen al presidente, para que éste no termine siendo una suerte de pararrayos de todos los conflictos.

Para eso, sigue Felipe González, se debe tener claro el rumbo y saber lo que se quiere, porque todos notarán si quien está a la cabeza sabe lo que quiere. De lo contrario, agrega, no sólo habrá confusión sino que se volverá imposible ejercer liderazgo alguno. Precisamente por eso debería haber cambios, ajustes, rectificaciones y ratificaciones, para establecer con mucha mayor claridad el rumbo y para terminar de conformar un equipo que tenga claro ese rumbo y acompañe al presidente en el mismo. Hoy parece ser así para el presidente pero no siempre para todo el gabinete.

Y resulta muy importante porque después de este año de transición, el presidente Calderón puede marcar, con todas las limitaciones de nuestro sistema político y los precarios equilibrios existentes, un rumbo más claro en muchos ámbitos, con una convocatoria más amplia. Por lo pronto, ha avanzado en un capítulo clave: tendrá una dirigencia en su partido que trabajará a su lado y no será un obstáculo más a su labor. Pero falta mucho más.

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