Reabrir el TLC y abrir la caja de Pandora
Columna JFM

Reabrir el TLC y abrir la caja de Pandora

El mundo se puede enfrentar a un proceso recesivo largo y profundo, como lo calificó Hillary Clinton, como consecuencia de la política económica de la administración Bush. No es inevitable una recesión en la economía estadounidense, pero las posibilidades de una fuerte caída, por lo menos de aquí a fin de año, hasta que se realicen las elecciones presidenciales y se sepa cuál será el nuevo rumbo que tomarán el país y la economía, se acrecientan.

El mundo se puede enfrentar a un proceso recesivo largo y profundo, como lo calificó Hillary Clinton, como consecuencia de la política económica de la administración Bush. No es inevitable una recesión en la economía estadounidense, pero las posibilidades de una fuerte caída, por lo menos de aquí a fin de año, hasta que se realicen las elecciones presidenciales y se sepa cuál será el nuevo rumbo que tomarán el país y la economía, se acrecientan. El hecho es que las bolsas han vuelto a caer, luego del impulso que les había impuesto la reducción de las tasas de interés aplicada por la Reserva Federal de EU; la crisis hipotecaria en ese país hace palidecer, en términos económicos y sociales, la mexicana del 95 y los costos del Fobaproa; salvo la propia Clinton, ninguno de los precandidatos, sean demócratas o republicanos parece tener una propuesta económica sólida para el futuro del país.

Cuando sobrevienen las crisis económicas, la tendencia de las sociedades es a cerrarse irracionalmente: cuando ocurrió la nuestra, al inicio de la administración Zedillo, se detuvieron muchas de las reformas estructurales que aún hoy estamos discutiendo y si bien se adoptaron medidas que permitieron salir con cierta rapidez de la zona más profunda de la crisis, lo cierto es que ello conllevó un costo político que le permitió al panismo ganar la elección del año 2000. Lo que se suele olvidar es que si no hubiera sido por la entrada en vigor desde 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la magnitud de la crisis hubiera sido imposible de soportar: el TLC sirvió para que la economía se sostuviera con aquel suerte de crédito puente que otorgó la administración Clinton en febrero del 95 y para volver a dinamizar las industrias a partir del mercado externo mientras se recuperaba el interior. Todos los especialistas serios consideran que México no hubiera podido salir de aquella crisis ni hubiera podido mantener a lo largo de estos casi tres lustros la estabilidad económica sin el respaldo del TLC.

Por eso, puede resultar comprensible que, ante la crisis, en la propia Unión Americana, la mayoría de los candidatos presidenciales, desde los más radicales de la derecha hasta el mediático pero inconsistente Barack Obama, estén pidiendo la renegociación del Tratado, con la excepción (por lo menos no utilizan el tema con tanta virulencia) de Hillary Clinton y John Mc Cain. El caso de Obama es paradigmático: puede ser un soplo de aire fresco, por su oratoria y presencia, en la política estadounidense, pero nada de lo que ha dicho hasta ahora respecto a América Latina, México y los mexicanos que viven en Estados Unidos parece favorecernos en algo. Respecto al TLC, su discurso no se diferencia de los sectores más xenófobos.

Reabrir el TLC sería, en estos momentos, por lo menos una tontería, en todos los sentidos. Durante una visita a México, el martes, Gerry Ritz, minsitro de Agricultura de Canadá, fue insistente: no le conviene ni a México y ni a su país, reabrir el TLC, primero porque los beneficios han sido evidentes y segundo porque ello llevaría a revisar muchos capítulos del mismo en un momento desfavorable para hacerlo. Y tiene toda la razón: en términos generales, México tiene una balanza superavitaria con Estados Unidos de 70 mil millones de dólares. La gran mayoría de los sectores agropecuarios han salido ampliamente favorecidos con el comercio trilateral. Tenemos déficit en la producción de muchos productos, como el maíz y el trigo, y la importación permite mantener los precios más bajos para los consumidores y romper los círculos especulativos. Los sectores del campo que viven en la pobreza, estaban en esa situación antes del TLC y lo estarán en el futuro si no se buscan mecanismos que rompan con sus tradiciones, con la economía de subsistencia, con el tala, roza y quema que los lleva a aniquilar productiva y ecológicamente sus territorios, y les permita incorporarse al mercado o la vida productiva. Y eso nada tiene que ver con el TLC ni con alguna de sus cláusulas.

Si ahora se aceptara lo que están proponiendo algunos sectores del perredismo y del PRI respecto a reabrir el capítulo agrícola del TLC se estaría abriendo una caja de Pandora con la cual se terminarían abriendo todos los demás capítulos que hoy, sobre todo en Estados Unidos, son cuestionados por distintos grupos de poder. Algunos de estos propagandistas de la reapertura de la negociación del TLC, olvidan que, por ejemplo, los sindicatos, sobre todo los de la industria metalúrgica de EU, también quieren que se reabra el TLC para evitar el asentamiento de empresas en México, mismas que brindan en forma directa e indirecta cientos de miles de puestos de trabajo en nuestro país. Olvidan que esos mismos sectores, que hoy están financiando a la mayoría de los precandidatos estadounidenses, quieren cerrar las fronteras, la economía y el comercio como una forma de sortear la crisis, ante una sociedad que, desde el 11-S está asustada, que ve como está perdiendo una guerra en Medio Oriente y ante la cual se ha hecho crecer la imagen de que todo lo que viene de fuera es sospechoso o simplemente un enemigo potencial, y eso va desde los productos hasta los migrantes.

¿No les resulta siquiera extraño a estos sectores que dicen que quieren defender nuestra soberanía que, los que esgrimen el discurso más duro contra México y los mexicanos, en todos los sentidos, estén pidiendo lo mismo que ellos?¿no se imaginan que si algo es bueno para esos sectores, necesariamente no es benéfico para nosotros?¿o simplemente se trata de esgrimir, de una u otra forma, la tesis plasmada en el programa de Chávez de impulsar, por todas las formas, el deterioro de la relación de México con Estados Unidos, concebido éste como el enemigo mundial a vencer?. Para los intereses de México, eso no sólo es estúpido, sino también criminal.

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