La reforma de PEMEX, ¿qué tan limitada?
Columna JFM

La reforma de PEMEX, ¿qué tan limitada?

Esta semana, entre hoy y mañana, se presentará la iniciativa para la reforma energética, seguramente a través de la bancada del PAN en la cámara alta. En realidad, no se tratará de una reforma energética como tal: por lo pronto, lo que se está discutiendo son cambios a PEMEX, que se darán en tonos menores. El resto del sector energético no ha sido, hasta ahora, parte del debate ni del diagnóstico.

Para Zeta, por el premio Ortega y Gasset

Esta semana, entre hoy y mañana, se presentará la iniciativa para la reforma energética, seguramente a través de la bancada del PAN en la cámara alta. En realidad, no se tratará de una reforma energética como tal: por lo pronto, lo que se está discutiendo son cambios a PEMEX, que se darán en tonos menores. El resto del sector energético no ha sido, hasta ahora, parte del debate ni del diagnóstico.

Para cumplir compromisos y lograr que salga la reforma, el gobierno federal le ha cumplido con todo lo solicitado al PRI, desde esperar fechas, primero el 18 de marzo, luego el consejo priista del día 5, hasta quitar anuncios. Si las fechas fueron importantes porque provocaron un desgaste del proceso y le dieron durante semanas espacios a López Obrador para seguir con el cuento de la privatización, también lo ha sido la limitación de los contenidos, porque si ya de por sí el tema PEMEX es considerado tabú, explicar las razones de la necesidad de la reforma ha sido difícil. Si a eso sumamos que han faltado en varios casos interlocutores y que finalmente ha sido el presidente Calderón personalmente el que ha cargado con los aspectos centrales de la operación, tenemos un panorama que no es el mejor.

A eso debemos sumarle otro tipo de limitaciones: las que se derivan de un priismo que quiso diluir todo lo posible la reforma y cumplir compromisos políticos muy específicos, tanto con el sindicato petrolero como con varios gobiernos estatales.

Entonces, la propuesta que se presentará no incluirá ni contratos de riesgo ni asociaciones para extracción de petróleo, aunque todavía quedaba abierto el tema de la exploración en aguas profundas que podría tener algunos capítulos de mayor apertura. Habrá autonomía de gestión de la empresa, lo que es importante y probablemente a través de ese mecanismo se puedan implementar otras medidas que le den mayor dinamismo al sector. El tema de las refinerías y de la producción de gasolinas será un punto clave que no está claro cómo se resolverá finalmente.

La reforma, como se ha dicho será un poco más que light, pero seguramente saldrá adelante, aunque no sea ni la solución real a los problemas de la industria petrolera en nuestro país y mucho menos a la energética como un todo. Sin duda es preferible cambiar algo que dejar todo como está, pero también se debe asumir que esos cambios para que sirvan deben ser, sino totales, por lo menos significativos. Deben dar un plus más allá de mostrar que el congreso ha salido de su parálisis. Eso es lo que se espera que ocurra con la reforma de PEMEX.

Sin embargo, se podría haber ido mucho más allá. El presidente Calderón, desde la campaña electoral, había insistido en que no se contemplaba ninguna privatización de PEMEX pero sí medidas serias de modernización. El PRI, sobre todo luego de la derrota del madracismo en las elecciones y el proceso interno, estaba dispuesto también a ir mucho más allá. Francisco Labastida desde la comisión de energía del senado había adelantado un proyecto muy ambicioso para el sector. Manlio Fabio Beltrones también lo compartía en el contexto de una serie de reformas políticas y electorales. Pero el tiempo y los sectores más conservadores del priismo fueron cerrando, en la mayoría de los casos por intereses de sector o meramente políticos de corto plazo, muchas vías para la reforma. Lo que se terminará presentando y lo que el PRI dijo el sábado que apoyaría, está, por ejemplo, muy lejos de lo que había desarrollado el propio Labastida.

El cálculo del priismo es sencillo: se presionó al presidente, no se tocó el tema tabú de la privatización, se hizo algún guiño a un sector del perredismo y, al mismo tiempo, se muestra como partidario de una reforma, aunque no sea de la magnitud esperada y requerida. Tampoco la reforma afecta al sindicato y, además, ayuda a varios de sus más importantes gobernadores. En términos tácticos, aunque no nos guste, es un acierto. Pero quizás el priismo se equivoca en lo estratégico: si el PRI quiere regresar al poder en el 2012, y tiene posibilidades de lograrlo, debería asumir que será para entonces cuando los mayores problemas de la industria petrolera comenzarán a hacer eclosión. Por alguna razón, los priistas han decidido que para entonces ya verán lo que hacen. El problema es que, quizás, para entonces sea demasiado tarde: los proyectos petroleros tardan años en madurar y si no se comienzan a adoptar medidas ahora, para entonces el rezago será de años. Es verdad que no se trata de un proceso legislativo único y que en el futuro podrían darse mayores cambios en forma paulatina. Pero los priistas no tendrán que abusar de su capacidad de maniobra en el momento, porque si se da un derrumbe en la industria petrolera, el gobierno pagará un costo altísimo, pero los réditos del mismo no los recibirá, ni duda cabe, tampoco el priismo.

En síntesis, hay espacio para una reforma acotada que incluya algunos capítulos positivos aunque será limitados o inexistente en otros. A partir de allí se podrán realizar algunos reacomodos importantes, aunque faltará por ver si el marco global es suficiente como para que los inversionistas apuesten al sector en un momento complejo de la economía internacional. Si el gobierno negocia con eficacia, si el PRI no termina paralizado por sus fantasmas y ambiciones, incluso si el PRD puede apostar a algo más que la catástrofe, puede haber acuerdos limitados pero útiles.

Por cierto, muchas veces dijimos que lo realizado por la CFE para desalojar el tapón del río Grijalva era un trabajo de ingeniería notable. Ahora el mismo ha recibido el Premio "Proyecto de Ingeniería del Año" otorgado por la reconocida organización internacional CG/LA Infrastructure, con sede en Washington, D. C. Una demostración más de la enorme capacidad que existe en ese sector cuando se trabaja con lógica y continuidad.

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