Que se sigan equivocando
Columna JFM

Que se sigan equivocando

El 85 por ciento de la población rechaza las acciones tomadas por el PRD para “clausurar” (como lo han intentado, siempre, todos los golpistas) el congreso de la Unión, según las encuestas dadas a conocer en las últimas horas.
Los dirigentes perredistas y el propio López Obrador han decidido, por lo menos al momento de escribir estas líneas, endurecer su posición e insisten en que no abandonarán las tribunas si no se da un debate con el formato, el tiempo y hasta los ponentes que ellos desean.

El 85 por ciento de la población rechaza las acciones tomadas por el PRD para “clausurar” (como lo han intentado, siempre, todos los golpistas) el congreso de la Unión, según las encuestas dadas a conocer en las últimas horas. Para fortalecer esa impresión, los dirigentes perredistas y el propio López Obrador han decidido, por lo menos al momento de escribir estas líneas, endurecer su posición e insisten en que no abandonarán las tribunas si no se da un debate con el formato, el tiempo y hasta los ponentes que ellos desean, que se tendría que extender por lo menos hasta agosto, con el objetivo de que se engarce con el informe presidencial, mientras mantienen paralizado al país más de cuatro meses.

Cuando tu enemigo se equivoca, dicen los que saben, no debes distraerlo. Y el lopezobradorismo se ha equivocado con esta acción tanto como con el famoso plantón del 2006: no tiene apoyo social; no tiene repercusiones positivas en los medios (se quejaba López, después de que durante dos meses tuvo más cobertura que nadie en el mundo político, de que los medios lo han criticado ¿qué esperaba?¿acaso recibió muchas felicitaciones Tejero cuando tomó a punta de pistola las cortes españolas para tratar de frenar la transición democrática?); han unificado a los otros partidos en su contra y han puesto en evidencia las fracturas internas en el perredismo. La gente ha recibido muy mal la medida y López no llega a comprender que en el resto del país sus medidas parecen esotéricas y no tienen seguidores. De alguna manera busca salir del problema y lo dijo el domingo: hay un nuevo “compló”, éste es mediático e incluye a la Suprema Corte (¿será porque aún tiene procesos penales abiertos o porque la elección del PRD terminará en el Tribunal Electoral?), y para levantar las tomas se debe hacer exactamente lo que dice e intentar imponer partidos que tiene un poco menos de un tercio del congreso.

La tentación entonces es enviarlos tan al diablo como ellos mandan las instituciones, como lo volvió a repetir el domingo López. Pero sería un error. En parte es lo que estos personajes quieren: la utilización de la fuerza pública por parte del gobierno federal. Y como saben que es difícil aplicarla contra un grupo de patanes con fuero, chantajean con que la única salida debe ser el diálogo interminable que proponen. En realidad hay que buscar medidas que se escapen de esas dos opciones para seguir trabajando, si es con un sector del PRD mejor, si el síndrome de Estocolmo se los impide, ni modo. La fuerza pública debe estar y contener los intentos de tomas más violentas de los recintos. En el fin de semana, la idea que tenían los que encabezan esta movilización es que las llamadas “adelitas” tomaran los salones de sesiones, sobre todo en el senado. El pequeño detalle es que ellas no tienen fuero y eso no puede permitirse. Son grupos pequeños pero provocadores, de alguna manera se debe mantener el control del proceso en una ciudad como la de México, que no garantiza los derechos de los ciudadanos cuando debe tomar acciones contra la infantería de su jefe político. Ahí estaban el domingo, en un acto destinado a desconocer las instituciones del país y a apoyar medidas que violan la ley, el secretario de gobierno, el de desarrollo social y el secretario de seguridad pública capitalinos.

Pero el tema es el debate: el jueves cuando se tomaron las tribunas ya tenía en sus manos Carlos Navarrete el acuerdo para un debate de tres semanas, más que suficiente para un tema del que se ha hablado hasta el hartazgo durante años, para analizar al sector y la iniciativa. Incluso con ello el PRD hubiera impedido que se aprobaran las iniciativas durante este periodo ordinario de sesiones. Ahora se propone un debate de 50 días y todo indica que el FAP también la rechazará. La opción debe ser clara: el PRD acepta la propuesta o se queda sin ella. Porque se puede avanzar de otras formas: por ejemplo ¿qué mejor que una consulta sin límites?¿qué sucedería si el congreso abre mañana mismo un espacio en internet para que todas las instituciones, todos los especialistas, todos los ciudadanos que tengan propuestas que hacer en el tema puedan presentarla? Un espacio que sea de acceso abierto para poder revisarlas, leerlas, valorarlas. ¿Qué sucedería si la comisión de Energía, con un comité asesor funcional, designado por dos tercios de sus integrantes, revisa todas esas propuestas en tres semanas y luego, con base en ellas, hace las modificaciones o agregados que sean necesarios?¿qué sería más universal, más amplio, más democrático que una consulta de ese tipo?.

Al mismo tiempo se debe seguir con la agenda legislativa: en la cámara de diputados hay iniciativas de todo tipo (cerca de cuarenta) que abarcan todo tipo de temas, desde la educación media hasta la designación del contralor del IFE. Una opción pueden ser las sedes alternas, pero ocurriría lo mismo: para tomar la tribuna no se necesitan decenas, con que unos hooligans con fuero se abalancen sobre ella es suficiente. Se tiene que legislar en el congreso, pero en ocasiones se olvida que no necesariamente se debe hacerlo en el pleno y que  esas iniciativas necesitan sólo una mayoría simple para ser aprobadas: ¿están dispuestos todos los legisladores del FAP a no intervenir en estos debates y en la elaboración de esas leyes?. En última instancia tendrán que asumir su responsabilidad: se subordinan a lo que diga López o toman sus propias decisiones.

Si el PRD no quiere debatir que no lo haga, si no quiere participar del proceso legislativo que quede fuera, si sus funcionarios y dirigentes creen que un día pueden desconocer a las instituciones y al otro día pedirles desde recursos y apoyos políticos alguien tiene que recordarles su contradicción. Que se sigan equivocando y alejándose de la gente, pero que alguien se encargue de hacerles pagar la factura. En política nada es gratis.

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