Ebrard y la decisión de Sophia
Columna JFM

Ebrard y la decisión de Sophia

La decisión de Sophia se llamó aquella famosa película, ganadora si mal no recuerdo de un Oscar, en la que el personaje central, interpretado magníficamente por Meryl Streep, al ser llevada a un campo de concentración sufre la mayor de las torturas: elegir uno de sus dos hijos para que se quede con ella, sabiendo que el otro, indefectiblemente será asesinado por los nazis, la otra opción era la muerte de los tres.
Marcelo Ebrard está lejos de tener que asumir una decisión semejante, pero está sobre esa delgada línea en la cual deberá decidir asumir él mismo las responsabilidades de lo ocurrido en el News Divine con la muerte de los nueve jóvenes o sacrificar a alguno de sus más cercanos hijos políticos para preservar su propio futuro.

La decisión de Sophia se llamó aquella famosa película, ganadora si mal no recuerdo de un Oscar, en la que el personaje central, interpretado magníficamente por Meryl Streep, al ser llevada a un campo de concentración sufre la mayor de las torturas: elegir uno de sus dos hijos para que se quede con ella, sabiendo que el otro, indefectiblemente será asesinado por los nazis: la otra opción era la muerte de los tres.

Marcelo Ebrard está lejos de tener que asumir una decisión semejante, pero está sobre esa delgada línea en la cual deberá decidir asumir él mismo las responsabilidades de lo ocurrido en el News Divine con la muerte de los nueve jóvenes o sacrificar a alguno de sus más cercanos hijos políticos para preservar su propio futuro. Hasta la mañana del miércoles, la administración capitalina, luego de las primeras 48 horas después de la tragedia (cuando intentó minimizarla o distraer a la ciudadanía sobre sus verdaderas causas) trató de retomar el control de la crisis sin sacrificar piezas claves del propio gobierno: ha procesado al dueño del local por faltas que no tuvieron nada que ver con las muertes ocurridas el viernes pasado y a un hombre que resultó que era un electricista.  Es verdad que más de una docena de mandos policiales han sido suspendidos y pasaron de testigos a probables responsables de los hechos, también algunos funcionarios de la delegación Gustavo A. Madero y será procesado, aunque ahora está internado en un hospital privado, el jefe del operativo en sí, Guillermo Zayas. Pero hasta la tarde del miércoles todos los sancionados, incluyendo Zayas, eran mandos medios, personas que pueden o no haber intervenido en el operativo pero que no dirigen ni la policía, ni la delegación ni el gobierno capitalino.

Al mismo tiempo falta tomar decisiones sobre otro aspecto tanto o más grave que lo ocurrido en el operativo en sí: todo el procedimiento, anterior a los hechos, de expedición de licencias y, concluido el operativo, los abusos de todo tipo que sufrieron el más de centenar de jóvenes detenidos, incluyendo las agresiones sexuales a las jovencitas. Ambos temas, además del operativo en sí, están siendo investigados por la Comisión de Derechos Humanos del DF, y su presidente Emilio Alvarez Icaza nos decía en México Confidencial que sus visitadores estuvieron desde la noche del viernes tomando declaración a los jóvenes detenidos y que existen innumerables testimonios, de esa misma noche, de los abusos cometidos, entre ellos, la obligación a las jovencitas a desnudarse ante supuestos médicos y ministerios públicos.

La suma de las evidencias de corrupción en la autorización de permisos; de negligencia e incapacidad policial para abordar un operativo de este tipo; de un ataque directo contra jóvenes indefensos; y los abusos generalizados cometidos después de los hechos, conforman un mosaico del que no pueden escapar las responsabilidades políticas y éstas no pueden descargarse sólo en personajes de segunda línea sin que ninguno de sus jefes se sienta responsables.

El gobierno capitalino, a lo largo y a lo ancho de todas sus estructuras, luego de los años de López Obrador, de la soberbia con que éste gobernó y, pese a ello, de los buenos resultados electorales del 2006 en la capital, parece creer que no tiene que rendir cuentas a nadie y que la gente puede ser ignorada una y otra vez. Asombra que la mayoría de los altos funcionarios no se vean consternados, que un delegado investigado por estos hechos, llegue con porras y acarreados a la ALDF, que literalmente no ofrezcan una disculpas, pidan perdón siquiera, a la ciudadanía por las muertes que se dieron bajo su directa responsabilidad. ¿Por qué lo tendrían que hacer ahora, si cuando se dieron las muertes de Tláhuac o hicieron investigaciones inverosímiles como la de la explosión de febrero pasado en avenida Chapultepec,  tampoco lo hicieron?.

Lo cierto es que la situación ha cambiado, y si Ebrard si realmente quiere hacerse cargo de lo sucedido tendrá que ir mucho más allá. Por principio, los principales responsables de las áreas de seguridad, comenzando por Joel Ortega, Francisco Chiguil y el procurador Rodolfo Félix Cárdenas, tendrían que apartarse, aunque sea momentáneamente, de sus cargos, porque no es lógico que ellos encabecen la investigación mediante la cual ellos mismos deben ser investigados. Debería designarse un fiscal especial independiente que en coadyuvancia con la Comisión de Derechos Humanos capitalina realizara esa investigación sin interferencias ni mentiras. En estas horas, quizás ya lo haya hecho cuando usted lea estas líneas, tendrá que tomar Ebrard su propia decisión de Sophia: decidir si se sacrifica con los suyos o asume su responsabilidad y la hace cumplir con sus colaboradores más cercanos, más allá de Zayas.

Porque hay un capítulo adicional: aquí dijimos el lunes que en buena medida este tipo de hechos ocurren porque las autoridades capitalinas están distraídas con temas que nada tienen que ver con la ciudad, sobre todo con sus ambiciones futuras y dejan la gestión pública en mandos menores que a su vez tienen sus propias apuestas futuristas. Ebrard aseguró el martes que él nunca se ha distraído de su cargo y le preguntó a los reporteros que lo acompañan si lo habían visto distraído. Y constatando con los reporteros resultó que en los días previos a los hechos de la Gustavo A. Madero, el tema que abordó, una y otra vez Ebrard en sus intervenciones públicas fue la consulta petrolera, y no aquellos relacionados con la ciudad. Todavía el domingo, el secretario de gobierno, José Angel Avila estaba impulsando la consulta en lugar de ocuparse de la crisis interna. El gobierno capitalino estaba distraído. Por eso se pudo generar tanta negligencia e irresponsabilidad en sus mandos medios.

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