Las reformas después de la boda
Columna JFM

Las reformas después de la boda

Las bodas, los bautizos, las fiestas, en nuestro mundo político suelen ser no sólo acontecimientos íntimos, familiares, un motivo de celebración y de encontrarse con los que se quiere, sino también de sumar, de reencontrarse, de mostrar públicamente relaciones, acuerdos, alianzas, querencias. Y pocas han sido más transparentes en ese sentido que la de la hija de Manlio Fabio Beltrones, Sylvana, el sábado pasado, en el Distrito Federal. Lo fue por el peso político de Beltrones, por los invitados, hasta por quienes fueron los padrinos. Manlio que era un padre feliz, pero también un político que respeta modos y formas que son parte de la lectura política tradicional y, en ese sentido, la boda, por lo que cuentan las crónicas, fue perfecta para que quedara claro el mensaje que se enviaba, por encima de las naturales simpatías y amistades del flamante suegro.

Las bodas, los bautizos, las fiestas, en nuestro mundo político suelen ser no sólo acontecimientos íntimos, familiares, un motivo de celebración y de encontrarse con los que se quiere, sino también de sumar, de reencontrarse, de mostrar públicamente relaciones, acuerdos, alianzas, querencias. Y pocas han sido más transparentes en ese sentido que la de la hija de Manlio Fabio Beltrones, Sylvana, el sábado pasado, en el Distrito Federal. Lo fue por el peso político de Beltrones, por los invitados, hasta por quienes fueron los padrinos. Manlio que era un padre feliz, pero también un político que respeta modos y formas que son parte de la lectura política tradicional y, en ese sentido, la boda, por lo que cuentan las crónicas, fue perfecta para que quedara claro el mensaje que se enviaba, por encima de las naturales simpatías y amistades del flamante suegro.

Demostró que en el priismo tiene claro, por lo menos sus sectores con mayor poder en la actualidad, hacia dónde quiere ir. Beatriz Paredes, Emilio Gamboa y Enrique Peña Nieto fueron invitados y padrinos de la novia: no hay nadie, sumado a ellos el propio Manlio, con mayor poder en el priismo en estos momentos. Están por supuesto los gobernadores, y muchos de ellos estuvieron presentes, pero la enorme mayoría terminan, de una u otra manera, engarzándose en esa estructura. Estuvo el ex candidato Roberto Madrazo, de quien Manlio terminó siendo su más cercano operador en la campaña, pero fue mucho más importante la presencia de Carlos Salinas de Gortari, quien cada vez más parece recuperar su fuerza entre el priismo, por lo menos en esa corriente del partido, hoy hegemónica. Y prácticamente nadie del primer círculo de Ernesto Zedillo, algo lógico luego de la confrontación que tuvo Beltrones con el ex presidente.

Estuvieron los coordinadores del senado, incluyendo al recién desplazado Santiago Creel y el perredista Carlos Navarrete, representante de una corriente, actualmente con la dirección del PRD, Nueva Izquierda, que mantiene particularmente buenas relaciones con Beltrones (en realidad es una relación de lo que ahora es Nueva Izquierda de muchos años atrás con un sector del priismo, que en su momento representó Fernando Gutiérrez Barrios y que en forma natural ha heredado Beltrones, quien durante años se encargó de operarla). No dejó de llamar la atención Diego Fernández de Cevallos, cuya capacidad de interlocución suele ser subestimada. Esa relación se mantiene en forma estrecha desde los años del salinismo, cuando precisamente los propios Diego y Manlio fueron piezas muy importantes para los acuerdos entre el PRI y el PAN. Estuvo Diódoro Carrasco, presidente de la comisión de gobernación de la cámara de diputados y uno de los personajes claves para la relación entre el gobierno federal y el priismo en el congreso. Del gabinete, Juan Camilo Mouriño y Agustín Carstens, confirmando los ejes de la relación política y financiera con el gobierno federal. Por supuesto que hubo muchos más, pero de esa manera queda retratada la que constituye la principal red de operación de poder político en el país. No estaban todos los que son, pero todos los que estaban son parte de ella.

Pasada la boda, entramos en un periodo clave para la política del país. La reforma petrolera pondrá a prueba esa red y los márgenes de acuerdo y negociación en la misma. Ayer mismo, Beltrones declaró que el gobierno federal debería poner más atención en las propuestas presentadas en el mal llamado debate petrolero (algo que no es un debate, es una suma de monólogos de alguna manera compartidos). Puede ser, el problema es que en esos encuentros no se ha dicho una sola cosa que no se hubiera repetido, a favor o en contra de la reforma, en infinidad de ocasiones. No hay allí una idea o una propuesta nueva. En todo caso, la reafirmación de los puntos de vista de cada uno de los partidos y sus voceros. En realidad debe reconocerse un aporte: no conozco al académico Arturo Huerta, cuya ponencia recibió hasta la nota principal de La Jornada, pero debo reconocer que me desconcertó su crítica a la reforma. Dijo que sí, que incrementará la producción petrolera; que sí, que aumentará las reservas y las posibilidades de explotación; que sí, que generará inversiones y desarrollo de la industria petrolera y petroquímica, pero que por eso precisamente la rechazaba: se oponía porque, dijo, no es bueno para el país que aumenten las reservas y la producción petrolera y mucho menos las inversiones privadas, porque todo ello…generaría inflación. Sin duda, algunas propuestas deben ser tomadas en cuenta.

Pero en realidad, lo que Manlio, y por otra parte también Emilio Gamboa, quisieron decir es que el PRI se apresta a presentar su propuesta sobre el tema y quieren dejar de manifiesto que el gobierno, o en este caso el PAN, tendrán que aceptar cambios a la iniciativa presidencial. El resultado final deberá ser una iniciativa diferente a la presentada por el presidente Calderón. Las dudas son dos: primero, qué tan diferente como para que esa reforma sirva todavía para algo. Y de la mano con ello, cuándo saldrá y con quiénes.

Apenas el domingo, un López Obrador al que no le interesa lo sucedido en el News Divine, aprovechó para quitarle la iniciativa de la consulta a Ebrard y anunciar una larga consulta que como gira artística y sin que siquiera se haya dignado decir qué se preguntará, dice ahora que comenzará en julio y durará hasta fin de agosto. Quienes estuvieron en la boda del sábado, entre otros, tendrán que decidir si le siguen cumpliendo los caprichos a López y, concluido el 22 de julio el llamado debate, se van hasta septiembre sin dictaminar las iniciativas de reformas petroleras, o ponen a prueba sus capacidades de operación y poder político real y sacan adelante su agenda que podría ir mucho más allá de lo energético, preparándose a su vez para las elecciones del 2009.

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