Abrir el juego por las bandas
Columna JFM

Abrir el juego por las bandas

Los cambios en el gabinete presidencial fueron opacados por la crisis que implicó la muerte del joven Fernando Martí. El más importante, sin embargo, no se dio en el terreno de la seguridad (en donde, independientemente del injustificable rezago del Legislativo en atender las iniciativas presidenciales sobre el tema, el Ejecutivo desperdició, a su vez, una oportunidad para explicar, con mucho mayor claridad, cuál es su estrategia en términos de seguridad pública), sino en la Secretaría de Economía, donde Eduardo Sojo dejó un cargo que quizás jamás debió haber ocupado, porque evidentemente no era el suyo el perfil requerido, para ser remplazado por quien era el jefe de la Oficina de la Presidencia, Gerardo Ruiz Mateos.

Los cambios en el gabinete presidencial fueron opacados por la crisis que implicó la muerte del joven Fernando Martí. El cambio más importante, sin embargo, no se dio en el terreno de la seguridad (en donde, independientemente del injustificable rezago del legislativo en atender las iniciativas presidenciales sobre el tema, el ejecutivo desperdició, a su vez, una oportunidad para explicar, con mucha mayor claridad, cuál es su estrategia en términos de seguridad pública) sino en la secretaría de Economía, donde dejó un cargo que quizás jamás debió haber ocupado, porque evidentemente no era el suyo el perfil requerido, Eduardo Sojo para ser reemplazado por quien era el jefe de la oficina de la presidencia, Gerardo Ruiz Mateos.

Para algunos, ese movimiento era incongruente cuando la atención estaba puesta en la seguridad. Pero esa es un percepción equivocada: sin duda, nada preocupa hoy más a buena parte de la ciudadanía que la seguridad, pero ello va de la mano con una creciente desconfianza en la economía que se reflejó en el último índice de confianza del consumidor y la inflación. Y la estabilidad del país depende, en mucho, de que se mantenga la estabilidad económica y se encuentren caminos para sortear la difícil situación que vive la economía mundial, más aún si, como se supone, en la reforma petrolera no tendremos nada demasiado espectacular. La desconfianza, sobre todo en los sectores empresariales pasa de la seguridad a la economía y viceversa: y ese es un escenario de desinversión y falta de respaldo que el gobierno federal no se puede permitir.

La secretaría de Economía requiere mucha mayor presencia pública: tiene relación directa con los empresarios, las inversiones, los precios, el abastecimiento de productos, los consumidores, el comercio exterior. Y se requiere para ello mucho trabajo de oficina pero también una fuerte labor externa, asumiendo que cualquier declaración fuera de tono, puede tener consecuencias. En el caso de Sojo, después de aquellas declaraciones desafortunadas sobre el precio de la tortilla en enero de 2007, el entonces secretario decidió rehuir de los medios y de la actividad pública. Y su perfil fue cayendo hasta casi desaparecer. El único que sabe si Sojo hizo bien o no su trabajo es el presidente Calderón, pero de lo que no cabe duda es que no hizo política y un miembro del gabinete debe hacerla. Si lo suyo no es la política, tiene que asumir responsabilidades técnicas, como el INEGI. Y en esa situación están varios de los miembros del equipo presidencial.

Ese será el desafío de Ruiz Mateos. No cabe duda que Gerardo es parte del equipo más cercano al presidente y tampoco es novedad decir que para éste, el tema de la cercanía, de la lealtad, del compromiso personal, es clave a la hora de hacer designaciones y colocar sus piezas en el tablero. El problema es que no siempre la lealtad va de la mano con la eficiencia, sobre todo cuando hablamos de hacer política, un punto, insistimos, en que la mayor parte del gabinete ha preferido protegerse, no arriesgar. De la lealtad y de las relaciones de Ruiz Mateos (sobre todo en el entorno empresarial) no hay demasiadas dudas: su desafío está en la operación pública, en reflejar esa confianza interna en confiabilidad social en la economía, los precios, los inversionistas y los consumidores. Y para eso hay que hacer mucha y buena política. No es una posición para quienes buscan mantener un bajo perfil.

Otros cambios, fueron lo que se dieron en la PGR, donde dejó la subprocuraduría jurídica y de asuntos internacionales, José Luis Santiago Vasconcelos, un funcionario con una larga y muy eficiente trayectoria en la procuraduría y quizás quien más y mejor trabajó en el ámbito de la lucha contra las drogas durante años. La salida de José Luis se entiende precisamente por el tiempo que pasó en esa responsabilidad, que de alguna manera, se prolongaba, aunque fuera informalmente, en el que era su actual cargo. Se ha dicho que tendrá un nuevo puesto en el gobierno federal. Ojalá así sea porque Santiago Vasconcelos es un hombre que conoce como pocos los ámbitos de procuración de justicia, el crimen organizado y la relación con las instituciones de seguridad de otros países, sobre todo los Estados Unidos. Y debe ser protegido por ello.

Pero también es verdad que se deben revitalizar las distintas instancias en este ámbito. Y a partir de todo lo ocurrido durante los últimos días, parece existir la decisión presidencial de otorgarle un mucho mayor protagonismo que el que tenía hasta ahora al procurador Eduardo Medina Mora, incluyendo la posibilidad de que reestructure su equipo. Si fuera así, sería una decisión correcta, primero porque Medina Mora es uno de los hombres que sabe y hace política en el equipo gubernamental, y segundo porque si bien muchas de las iniciativas presentadas al inicio del sexenio para modificar los esquemas de seguridad, sobre todo policial, son en términos generales acertadas, lo cierto es que incluso con las reforma que se aprobaron en meses pasados, no todo fue aprobado y quedaron muchos vacíos: hoy debe quedar claro qué cosas son atribución de la procuraduría y qué de la secretaría de seguridad pública.

Hace ya tiempo decíamos que la política es la que debe regir la seguridad y si el diseño político institucional tiene vacíos o fallas, incluso las mejores técnicas policiales terminarán reflejando esas insuficiencias. Al presidente y a muchos de sus funcionarios les gustan las metáforas futbolísticas. Y hasta ahora, no se ha podido penetrar la defensa rival jugando sólo por el centro. Con esta nueva posición en el campo de Medina Mora, lo que se busca es abrir el juego por las bandas, mientras que Ruiz Mateos sería algo así como un lateral, que juega en la defensa pero tiene muchas responsabilidades ofensivas. Claro, cuando se juega así uno se arriesga a los contragolpes.

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