El narco la imita, no es la guerrilla
Columna JFM

El narco la imita, no es la guerrilla

A nadie le cabe duda de que el mayor desafío a la seguridad nacional que tiene México pasa por la violencia del crimen organizado y sus secuelas de inseguridad, violencia contra la sociedad, secuestros y narcomenudeo. El caso de la veintena de cuerpos encontrados en la zona de La Marquesa, en el Estado de México, maniatados y con un tiro de gracia, es la demostración de los límites a los que puede llegar esa violencia pero también, paradójicamente, de sus debilidades.

A nadie le cabe duda de que el mayor desafío a la seguridad nacional que tiene México pasa por la violencia del crimen organizado y sus secuelas de inseguridad, violencia contra la sociedad, secuestros y narcomenudeo. El caso de la veintena de cuerpos encontrados en la zona de La Marquesa, en el estado de México, maniatados y con un tiro de gracia, son la demostración de los límites a los que puede llegar esa violencia pero también, paradójicamente, de sus debilidades.

Expliquémonos mejor: en lo que va de este sexenio la cifra de muertos entre ajustes de cuentas de los cárteles del narcotráfico ha alcanzado los 5 mil 500 aproximadamente, tres mil sólo en lo que va de este año. La violencia es cada día mayor y las demostraciones de brutalidad crecen día con día, pero dudo que eso sea una demostración de fortaleza de estos grupos. No eran gran sicarios los que fueron asesinados y decapitados en Yucatán; no eran grandes sicarios, los que fueron detenidos en Villa Nicolás Romero; los que hasta ahora han sido identificados de entre los muertos de La Marquesa resulta que han sido identificados como jornaleros, lo más probable, como ocurrió en Yucatán que estemos hablando de narcomenudistas u operadores de bajo nivel de alguno de los cárteles. No es fácil para cualquier organización armada perder miles de hombres y mujeres de operadores y sobre todo de sicarios en un plazo corto de tiempo y poder reemplazarlos sin una fuerte merma de su capacidad operativa. Es verdad que, en México existen unas 100 mil personas que estuvieron en el ejército y desertaron y pueden ser la base de estas organizaciones y que las policías están profundamente infiltradas. Pero tampoco nos engañemos: ni todos los que por una u otra razón han abandonado el ejército se han convertido en sicarios de la guerrilla ni todas las policías están bajo control del narcotráfico (e incluso una de las consecuencias de esta batalla irracional es que son los propios grupos los que terminan depurando y exhibiendo esa penetración con sus propios ajustes de cuentas). ¿De qué otros ámbitos pueden abastecerse de sicarios y operadores el narcotráfico?. Por ejemplo, de elementos militares de países limítrofes: hay unos 19 mil kaibiles desmovilizados en Guatemala, entrenados para operar y matar en condiciones idóneas para el narcotráfico. Y del otro lado de la frontera están los llamados soldados de la fortuna, o elementos desmovilizados del ejército estadounidense, que como ha sucedido con los Zetas en ranchos de Texas, funcionan como entrenadores a cambio de dinero.

Las fuentes de abastecimiento de drogas, entonces, se reducen porque cada vez más marihuana consumida en Estados Unidos es producida en ese país; se han reducido los envíos de cocaína y ello se ha visto reflejado en un aumento del precio y una disminución menor pero real en el consumo, al mismo tiempo que aumenta el consumo de drogas sintéticas y metanfetaminas, fenómenos que ha obligado, por ejemplo, a que cárteles mexicanos vayan a buscarla a Argentina, donde los precios son menores y la accesibilidad es notoriamente mayor, para enviarla a México y de aquí a la Unión Americana.

¿Qué es lo que queda de todo esto percibiéndolo estrictamente como un negocio?. Un mercado externo cada vez más reducido que debe recurrir a eliminar a sus competidores y al mercado interno para sobrevivir. Adicionalmente, tiene cada vez menos operadores calificados y eso le hace perder competitividad y posibilidades. ¿Cómo se los puede ver desde el punto de vista de la violencia?. Debería leerse como una suerte de guerra de guerrillas sin contenido ideológico. Lo que están haciendo los grupos del narcotráfico, en términos de operación y violencia, incluso de publicidad, narcomantas, etc, no se diferencia en nada a la forma en la que actuaría cualquier organización guerrillera relativamente seria: que no tenga todo ese accionar un contenido ideológico no es impedimento para que utilice los métodos, e incluso, como vimos en algunas narcomantas, parecen tentados a comenzar a enmascarar su accionar en uno. Si no se percibe así el combate que se está librando contra estas organizaciones se perderá de vista lo esencial. Como también el mayor de los peligros: que esa lucha adquiera, naturalmente o como bandera de conveniencia, algún fin ideológico o político para fortalecerse en un momento de debilidad.

Porque si esta lógica es correcta, estos grupos tienen que estar pasando por un momento de debilidad: no pueden reponer cuadros con tanta rapidez y si fueran atacados con golpes más precisos y certeros esa debilidad se agudizaría. Para ello se requiere mantener muchas de las medidas que se han implementado hasta ahora, pero también modificar algunos puntos. Los operativos son correctos y ayudan a recuperar el control territorial, pero se debe pasar mucho más a los golpes selectivos para que esas acciones se puedan percibir como un verdadero golpe. ¿Cuál fue percibido como el mayor golpe que se ha dado al narcotráfico en este sexenio y el que mejor fue recibido por la gente?: las extradiciones, que, por alguna causa, el gobierno federal no quiso poner en su verdadero contexto tanto como hubiera podido. ¿Por qué entonces no comenzar a atacar las debilidades de estos grupos en el contexto en el que realmente les duele?. Por supuesto que se deben desarticular las redes, que se debe seguir la pista al dinero, que se deben implementar las  acciones firmadas en agosto, depurar a las policías y crear una sólida policía federal bien coordinada con estados y municipios. Como en todo, es mucho lo que queda por hacer, pero es parte de un proceso. El Estado mexicano hoy es atacado a través de una suerte guerra de guerrillas sin ideología o partido por medio. Desde esa óptica se debería responder y al no tener un contenido ideológico detrás ese desafío debería ser más sencillo de encarar.

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