El mayor desafío económico: el miedo
Columna JFM

El mayor desafío económico: el miedo

Este martes, platicábamos con Federico Reyes Heroles sobre un aspecto de la crisis económica y sus repercusiones en México que no se ha analizado lo suficiente. Decía Federico y tiene toda la razón, que evidentemente se deben tomar previsiones ante la crisis, pero que, sobre todo, se debe evitar que los empresarios caigan en el pánico y comiencen a realizar ajustes cuando ni siquiera se los ha reclamado el mercado. En otras palabras: que comiencen a recortar actividades, personal, planes, antes de tener una estimación real de cómo los afectará la crisis en curso, en lo particular.

Este martes, platicábamos con Federico Reyes Heroles sobre un aspecto de la crisis económica y sus repercusiones en México que no se ha analizado lo suficiente. Decía Federico y tiene toda la razón, que evidentemente se deben tomar previsiones ante la crisis, pero que, sobre todo, se debe evitar que los empresarios caigan en el pánico y comiencen a realizar ajustes cuando ni siquiera se los ha reclamado el mercado. En otras palabras: que comiencen a recortar actividades, personal, planes, antes de tener una estimación real de cómo los afectará la crisis en curso, en lo particular.

El tema del pánico, sobre todo empresarial y financiero, es fundamental porque ello ha sido, por encima de las realidades innegables de la crisis, las que la han catalizado en otros países y pueden generar consecuencias mayores a las que debería en el nuestro.

La actual crisis financiera internacional tiene un componente que la hace distinta a las anteriores, en lo global y en lo local. En lo global, se produce en un momento en el cual las comunicaciones son en tiempo real y nadie puede sustraerse a ello: la velocidad y la cantidad de la información, en muchas ocasiones apabullan y, como dice Cesare Pavese, “en ocasiones la mucha luz es como la mucha oscuridad, no permite ver”. Y eso es lo que está sucediendo: el flujo normal de la economía se ha visto interrumpido en varios países simplemente por el miedo: el miedo al contagio, a no saber cómo están realmente las finanzas de socios y competidores, el miedo al consumo, el miedo a invertir, a un derrumbe masivo de los mercados, a unas autoridades, que, como ocurrió sobre todo en Estados Unidos, no supieron cómo reaccionar y cuando lo hicieron ya fue tarde. La incertidumbre sobre el cambio de poderes en Washington.

En el plano nacional, la economía por supuesto que sufrirá con la crisis pero no está en malas condiciones para afrontarla. Las reservas, la deuda, el financiamiento, las previsiones que se adoptaron con los precios del futuro del petróleo, permiten tener un margen importante para sobrellevar la situación. Las medidas anticíclicas anunciadas en octubre permitieron establecer un marco presupuestal para la economía en el 2009, y en el acto de ayer, se confirmaron muchas de esas medidas y se adoptaron otras más puntuales, como el congelamiento del precio de las gasolinas o la disminución del precio del gas LP. Pero más importante que ello, aunque la palabra no les guste en Los Pinos, se dio una suerte de pacto entre el gobierno federal, gobernadores, empresarios y sin dicatos que reedita, aunque sea por asumir desde distintos ámbitos compromisos recíprocos y puntuales ante la situación económica, algunos de los viejos pactos que resultaron exitosos para afrontar distintas crisis en el pasado. Existe, es verdad, una enorme diferencia: aquellas crisis tenían, básicamente, componentes y responsabilidades, gubernamentales y privadas, internas. Hoy estamos en otro contexto que permite establecer acuerdos y pactos que en lugar de basarse, como ocurría en el pasado, en ajustes y recortes sociales durísimos, con un costo alto para la economía familiar, permiten adoptar medidas que buscan fortalecer la misma o por lo menos tratar de que resulte lo menos perjudicada posible.

Y en esto el acuerdo es importante sobre todo por dos razones: primero, para evitar el miedo y las medidas de pánico sobre todo entre quienes generan los empleos, que son los empresarios. Ni todos los sectores saldrán igual de afectados por la crisis ni todas las empresas son iguales, ni todas las regiones del país sufrirán los embates de la misma manera. El acuerdo sirve también para tratar de disminuir las tentaciones de la utilización, irresponsable, de algunos aspectos de la economía para impulsar intereses políticos particulares. Sobre todo los grupos del lopezobradorismo (cuyas proclamas económicas, desde muchos años atrás, no tienen asidero con la realidad) han intentado, como lo hicieron el año pasado con el tema de los alimentos, jugar como profetas del desastre. Apenas el martes, Javier González Garza (que parece haberse decantado finalmente hacia el lopezobradorismo) planteaba nada más y nada menos que un paro nacional contra el aumento de la gasolina. Puede sonar bien, pero el hecho es que México sigue importando, en buena medida por la decisión de los mismos legisladores que pidieron ese paro, el 40 por ciento de la gasolina que produce y que si bien estamos viviendo una coyuntura de caída de los precios petroleros que abarataron las gasolinas en algunos mercados, sobre todo en Estados Unidos para tratar de reactivar la economía, el hecho es que esos precios eran de más del doble en esas mismas naciones hace apenas unos meses. Porque fluctúan con el mercados con total libertad. Ayer se decidió congelar el precio de las gasolinas, como en el momento de mayor aumento de éstas en el terreno internacional se mantuvo ese precio por debajo de los del mercado para evitar costos sociales mayores, al tiempo que se iniciaba un deslizamiento para evitar un rezago aún mayor en los precios. Puede ser o no correcto, pero lo que no se puede es reclamar precios de mercado estadounidense cuando éste se encuentra a la baja y luego rechazarlo cuando el mismo mercado tenga otra tendencia. Y necesariamente la tendrá y lo que ha demostrado generar mayor estabilidad en ciertas variables de nuestra economía es evitar los golpes bruscos en la política de precios. Si el gobierno, en sus tres niveles, actúa con celeridad y cumpliendo estrictamente los planes anunciados, si los empresarios asumen las precauciones que son necesarias pero no caen en el pánico y si los partidos juegan con responsabilidad en la coyuntura electoral, la crisis nos afectará, sin duda, pero también se puede convertir en una oportunidad.

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