El PAN, más allá de Germán y Espino
Columna JFM

El PAN, más allá de Germán y Espino

Las declaraciones de Manuel Espino, la dura respuesta de Rodolfo Elizondo, las aguas turbulentas que parecen vivirse en sectores del panismo, están relacionadas, directamente, por una parte, por la evidente lucha interna por la obtención de las candidaturas a la cámara de diputados y de las doce entidades que tendrán elecciones, seis de ellas para gobernador en julio próximo. Y de la mano con ello, se relacionan con la lucha interna que se está librando en los sectores más conservadores del partido, que van desde una posición anticalderonista hasta quienes apoyan al presidente pero prefieren un PAN ubicado mucho más a la derecha.

Las declaraciones de Manuel Espino, la dura respuesta de Rodolfo Elizondo, las aguas turbulentas que parecen vivirse en sectores del panismo, están relacionadas, directamente, por una parte, por la evidente lucha interna por la obtención de las candidaturas a la cámara de diputados y de las doce entidades que tendrán elecciones, seis de ellas para gobernador en julio próximo. Y de la mano con ello, se relacionan con la lucha interna que se está librando en los sectores más conservadores del partido, que van desde una posición anticalderonista hasta quienes apoyan al presidente pero prefieren un PAN ubicado mucho más a la derecha.

Las fracciones que se disputan el panismo son muchas, pero el eje de este conflicto se vive en los medios de la capital pero se escenifica, sobre todo, en el Bajío. Cuando Germán Martínez habló de “guanajuatizar” el PAN no utilizó la expresión más adecuada, pero el mensaje, para los panistas, era bastante claro: en Guanajuato, en Jalisco, en San Luis Potosí, en Querétaro, el PAN tiene, con todas las diferencias lógicas de un partido en el poder, una estructura sólida que le garantiza gobernar pero también ganar elecciones. Eso es lo que quieren los panistas, pero el mensaje iba más allá: esa es la tierra de los que muchos llaman El Yunque, o de los sectores más conservadores del PAN. Independientemente de cómo se califique a esos grupos, lo cierto es que tienen una estrecha relación con la Iglesia católica, peso político propio y siempre han mantenido un espacio de autonomía importante en el partido blanquiazul.

Germán Martínez al hablar de “guanajuatizar” estaba enviando un mensaje a esos sectores con los que ha tratado de trabajar y establecer un acuerdo desde que asumió la presidencia del partido. La relación se había deteriorado sobre todo con la salida de Javier Ramírez Acuña de Gobernación y con la debilidad manifiesta de otros funcionarios de la región en el equipo federal, que no están dando el ancho que sus responsabilidades requieren. Pero que tienen peso e influencia en el ámbito local. En los hechos, entre los sectores con los cuales el calderonismo tenía diferencias estaban, por una parte, las corrientes netamente foxistas, con el propio ex mandatario y quizás con Manuel Espino como uno de sus exponentes más poderosos. Están los grupos o militantes que siguen sintiendo que Santiago Creel puede ser una opción en el 2012, y que ahora están buscando un punto de encuentro con el propio Creel y con Jorge Castañeda, en una suerte de reedición (las segundas partes nunca han sido buenas) del grupo San Angel; están los panistas, como decíamos, del Bajío, calificados por algunos como el Yunque.

El equipo de Germán Martínez ha puesto distancia con las corrientes de Espino; se ha diferenciado, pero sin tanta virulencia, con Creel y ha buscado una alianza con las corrientes conservadoras, incluso, fuera del PAN con los grupos sinarquistas. Ese papel, desde la toma de posesión en el partido de Martínez, lo jugó Carlos Abascal, quien incluso hubiera podido ser, si no se lo hubiera impedido su enfermedad, secretario general del partido en la nueva fórmula. Abascal estaba en condiciones de dialogar y mantener lazos con todos los grupos que no eran de la corriente calderonista.

Primero su enfermedad y luego su muerte obligaron a modificar las posiciones y los interlocutores. En Los Pinos juega un papel importante en la relación sobre todo con esos sectores del PAN, el secretario particular del presidente, Luis Felipe Bravo Mena, que ha retomado muchas de las interlocuciones que tenía Abascal. Al mismo tiempo, César Nava, fue al CEN panista para jugar una suerte de papel similar de cara a la campaña. Pero la confrontación más clara se da en otro ámbito: Manuel Espino quiere convertirse y tiene argumentos para ello, en el interlocutor, el representante de todas esas corrientes conservadoras que se aglutinaron en el foxismo, vía los amarres realizados desde la época electoral. La actual confrontación se ha dado porque la dirección del PAN no lo reconoce como tal y ha buscado entre los gobernadores quién cumpla ese papel. Dos eran fundamentales en ese sentido, por una parte Juan Manuel Oliva de Guanajuato y por la otra Marco Antonio Adame, de Morelos. Fuente panistas de primer nivel sostienen que Adame se ha convertido o va en camino a convertirse, en el referente de esa corriente y quien está estableciendo los lazos con el CEN para las candidaturas del partido.

El mecanismo adoptado por el PAN y que tendría que haber sido ratificado en la reunión de anoche, no es diferente al que ya adoptó, con mayor disciplina, el PRI: en los estados con gobernador panista, lleva mano en las designaciones, el propio gobernador, aunque hay excepciones derivadas de los acuerdos o distancias generadas en el pasado, un ejemplo es Marcelo de los Santos en San Luis Potosí; en los estados donde el PAN no gobierna es el CEN quien decide; y en las plurinominales el CEN tiene la última decisión pero acepta las propuestas de las otras corrientes para integrar una lista equilibrada. Los conflictos se están dando ahora con las gubernaturas, sobre todo en Nuevo León (o antes en San Luis Potosí) pero se podrán agudizar en las listas de candidatos a diputados.

Por eso Espino ha alzado la voz, por eso la gente de Santiago Creel ha marcado diferencias, por eso vino la respuesta tan dura de Rodolfo Elizondo, los cuales todo, no por casualidad, fueron parte del equipo original del foxismo.

Allí están los jugadores y sus oposiciones internas en el PAN donde, por cierto, se incorpora al equipo calderonista Héctor Villareal, quien fuera director del IMER, antes director de comunicación de Creel en Gobernación y antes aún un cercano colaborador de Juan Ignacio Zavala y del propio Felipe Calderón. Ayudará en mucho al manejo de medios de Germán Martínez.

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