Entre Elliot Ness y Gorbachov
Columna JFM

Entre Elliot Ness y Gorbachov

“¿Y qué hará ahora?”, dicen que le preguntaron a Elliot Ness cuando se dio a conocer que se había levantado la prohibición a la venta de alcohol. “Me iré a un bar a tomarme una cerveza”, fue la respuesta de aquel famoso fiscal que logró encarcelar a Al Capone y otros jefes mafiosos. La respuesta no deja de ser una metáfora interesante del carácter relativamente esquizofrénico de la lucha contra los productos que los Estados ilegalizan y que diversos grupos sociales siguen consumiendo. El tema viene a cuento porque el presidente Obama equiparó a Felipe Calderón con Elliot Ness, un figura sin duda conocida por todos los estadounidenses. Si quería que se comprendiera qué la dimensión del desafío de la delincuencia en México, la utilización de la figura del líder de Los Intocables es apropiada, aunque si vemos cuáles son los verdaderos desafíos que debe enfrentar México de cara al futuro, la distancia es mucho mayor.

“¿Y qué hará ahora?”, dicen que le preguntaron a Elliot Ness cuando se dio a conocer que se había levantado la prohibición a la venta de alcohol. “Me iré a un bar a tomarme una cerveza”, fue la respuesta de aquel famoso fiscal que logró encarcelar a Al Capone y otros jefes mafiosos. La respuesta no deja de ser una metáfora interesante del carácter relativamente esquizofrénico de la lucha contra los productos que los Estados ilegalizan y que diversos grupos sociales siguen consumiendo. El tema viene a cuento porque el presidente Obama equiparó a Felipe Calderón con Elliot Ness, un figura sin duda conocida por todos los estadounidenses. Si quería que se comprendiera qué la dimensión del desafío de la delincuencia en México, la utilización de la figura del líder de Los Intocables es apropiada, aunque si vemos cuáles son los verdaderos desafíos que debe enfrentar México de cara al futuro, la distancia es mucho mayor.

Nadie puede dudar que es positivo que se valore la lucha que dan el Estado y la sociedad contra la delincuencia organizada, pero no deja de ser preocupante que en un momento de profundos cambios internacionales, cuando la crisis económica obliga a replantear los modelos de desarrollo e incluso la forma de operar de los mecanismos globalizadores, como ocurrirá en estos días en Londres en la reunión del G-20, donde participa el presidente Calderón (quien coordina además a los países del llamado G-5: México, China, India, Brasil y Sudáfrica, consideradas las cinco potencias económicas emergentes más importantes del mundo), lo preocupante decíamos es que el reconocimiento gire en torno a la labor de una figura como Elliot Ness y no de los grandes reformadores mundiales.

Hace unos 17 años, durante la administración Salinas, me tocó cubrir una visita de Estado a Gran Bretaña cuando México estaba negociando el Tratado de Libre Comercio y era una nación “de moda” en el contexto internacional por las reformas que se estaban emprendiendo y las que se proponían (y que en muchos casos no se terminaron de concretar posteriormente). Recuerdo que la entonces primer ministro Margaret Thatcher, dijo en las puertas de Drowning Street 10, en el mismo lugar en que ayer el presidente Calderón estuvo con Gordon Brown, que el mundo hablaba de la perestroika de Gorbachov en la ahora desaparecida Unión Soviética, pero que de la misma manera tendría que hablar de la salinostroika de México. Han pasado los años y hoy la señora Thatcher sufre de Alzheimer, Gorbachov es reconocido como un gran reformador pero vive de hacer anuncios de Louis Vuitton, y no hubo salinostroika: las reformas que debían seguir a las del salinismo no lograron tener la continuidad que se requería y en los hechos, tres lustros después, no hemos hecho los cambios que la realidad exige para tener una economía tan prometedora como se pensaba entonces.

Paradójicamente somos parte del G-5 y de las grandes economías emergentes como consecuencia de aquellos cambios estructurales, sobre todo la apertura del mercado y los resultados del TLC, pero no nos ha alcanzado para emprender la segunda o tercera ola de reformas que se requerían. El presidente Calderón participará en la reunión del G-20, la posición de México será escuchada y quienes han estado en este tipo de encuentros internacionales saben que México tiene un peso indudable, pero hoy la mira, como modelos de futuro, está puesta más en otras economías, como la India, China e incluso Brasil que en la nuestra, sea justa o no esa percepción, mientras que en la agenda internacional aparecemos, sobre todo, como una nación que está embarcada en una durísima lucha por recuperar su seguridad.

No es malo ser equiparado con Elliot Ness, pero salvando espacio y tiempo, sería preferible serlo con alguno de los grandes reformadores contemporáneos. Y no es ese un problema presidencial, es el de un país, el nuestro, que teme más mirar hacia el futuro que refugiarse en el pasado.

¿A quién le duele Tello Peón?

Se ha comenzado a divulgar desde los mismos círculos donde se divulgan tantas mentiras respecto a áreas y funcionarios de seguridad en México (y en ocasiones esas versiones lamentablemente terminan siendo tomadas por plumas serias y muy respetables) que el nombramiento de Jorge Tello Peón al frente del Sistema Nacional de Seguridad Pública es irregular y se recuerda que era funcionario de la recién creada secretaría de seguridad pública federal cuando la fuga de El Chapo Guzmán. Se obvian, como es casi costumbre, los datos duros, la rigurosidad en la información: lo cierto es que Tello Peón fue el único funcionario que intentó reaccionar antes de que se fugara El Chapo. Quien venía denunciando esa posibilidad era la entonces presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco, Guadalupe Morfín y el único que tomó en serio esas denuncias fue Tello al llegar el mismo día de la fuga a Guadalajara a reunirse con Guadalupe, ésta le informó lo que sucedía y cómo había sido ignorada por otros funcionarios y Tello ordenó un dispositivo en Puente Grande que llegó cuando el Chapo, ya advertido, se había fugado un par de horas antes. A partir de allí los desacuerdos de Tello, como ocurrió con todos los funcionarios que provenían del sistema de seguridad en el final del periodo Zedillo con el secretario Alejandro Gertz Manero (ahora candidato a diputado por Convergencia) fueron tan profundas que Tello renunció casi inmediatamente. El testimonio de lo vivido en aquellas horas lo ha proporcionado una y otra vez Guadalupe Morfín. Y el SNSP ya no está en el área de la secretaría de seguridad pública, sino de Gobernación y bajo órdenes directas de la presidencia de la república, por las reformas aprobadas en diciembre pasado en el Congreso. De allí partió la designación y de allí depende ahora el sistema nacional. No es un secreto: está publicado en el Diario Oficial de la Federación desde el 2 de enero pasado.

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