Obama en México: nueva era o la forma es fondo
Columna JFM

Obama en México: nueva era o la forma es fondo

Una nueva era, fue la frase que utilizó John F. Kennedy hace 50 años para caracterizar la etapa histórica que iniciaba con su gobierno en términos globales, y una nueva era en las relaciones México-Estados Unidos fue lo que propuso el presidente Calderón a Barack Obama en su llegada a México. Una nueva era que se basa en algo muy concreto: asumir la corresponsabilidad que ambas naciones tienen en el ámbito de la seguridad. Tanto Calderón como Obama hablaron de que la agenda bilateral es mucho más amplia y va desde el cambio climático hasta el comercio, pero lo cierto es que en la visita, en muchos sentidos notable, que realizó el presidente estadounidense, el tema fue la seguridad y dentro de ella, como habíamos adelantado, el control de las armas y el dinero que ingresa de los Estados Unidos hacia México y la responsabilidad mexicana para garantizar la seguridad en las fronteras y particularmente en reconstruir las fuerzas policiales y de seguridad de los tres niveles de gobierno en nuestro país.

Una nueva era, fue la frase que utilizó John F. Kennedy hace 50 años para caracterizar la etapa histórica que iniciaba con su gobierno en términos globales, y una nueva era en las relaciones México-Estados Unidos fue lo que propuso el presidente Calderón a Barack Obama en su llegada a México. Una nueva era que se basa en algo muy concreto: asumir la corresponsabilidad que ambas naciones tienen en el ámbito de la seguridad. Tanto Calderón como Obama hablaron de que la agenda bilateral es mucho más amplia y va desde el cambio climático hasta el comercio, pero lo cierto es que en la visita, en muchos sentidos notable, que realizó el presidente estadounidense, el tema fue la seguridad y dentro de ella, como habíamos adelantado, el control de las armas y el dinero que ingresa de los Estados Unidos hacia México y la responsabilidad mexicana para garantizar la seguridad en las fronteras y particularmente en reconstruir las fuerzas policiales y de seguridad de los tres niveles de gobierno en nuestro país.

Insistimos en un punto: la forma es fondo, decía don Jesús Reyes Heroles, y lo importante de la visita de ayer es la forma que le dio el presidente Obama a su encuentro con Felipe Calderón y la reciprocidad de éste. Si ante la oferta plena, abierta del mandatario mexicano respecto a construir una nueva era de asociación con Estados Unidos, Obama no respondió directamente en su discurso de recepción en Los Pinos, sí lo hizo en la conferencia de prensa y en la cena posterior y asumió compromisos concretos en torno a ella.
¿Qué quiere decir construir una nueva era?. Todo y nada. Se trata sobre todo de establecer la voluntad de construirla y ello pasa por asumir la corresponsabilidad, en seguridad y en muchos otros ámbitos. Hace ya casi 20 años eso se pudo lograr con el proceso de discusión del Tratado de Libre Comercio. El TLC permitió multiplicar enormemente el comercio bilateral que hoy alcanza los 400 mil millones de dólares y asociar profundamente, de una forma que ya es imposible de disolver, ambas economías.

Dos décadas después esa corresponsabilidad, para seguir creciendo incluso en  el terreno económico, pasa por la seguridad y particularmente por la seguridad en la frontera. Hace años, se insistía en el debate vacío respecto a quien le correspondía la responsabilidad del narcotráfico: así se llegaba desde acusar a Estados Unidos de ser la alberca del tráfico de drogas y a México de ser el trampolín de las mismas y se llegó a la posición de sectores de poder en nuestro país de tolerar el tráfico de drogas con el argumento de que era un elemento que en realidad no nos afectaba (y desde entonces muchos dijeron, y siguen diciendo, que se debe llegar a un pacto o acuerdo con las organizaciones criminales) y hemos visto cómo Estados Unidos se olvidó de que consumía más de la mitad de las drogas que se producían en el mundo, y que de allí se aprovisionan de armas y recursos las organizaciones criminales, y se instauró la tristemente célebre certificación y todos sus derivados.

Lo cierto es que hoy los dos países, luego de los desencuentros del sexenio pasado (el presidente Fox acaba de declarar que en su gobierno la administración Bush sólo le dio “palmaditas en la espalda” en la lucha contra el narcotráfico y en buena medida es verdad, pero también lo es que uno de los capítulos más vergonzosos de nuestra política exterior en el pasado gobierno fue la mezquindad de sectores del gobierno mexicano en condenar terminantemente y ofrecer su solidaridad al gobierno y el pueblo estadounidense con motivo de los atentados del 11 de septiembre del 2001) han comprobado que la casa está en llamas, pero que las mismas trascienden las fronteras: todos conocemos la violencia que se vive en México derivada del narcotráfico y la inseguridad, pero se habla mucho menos de los secuestros que se realizan en Phoenix o Houston, de los cuerpos, incluso decapitados, que aparecen también al otro lado de la frontera o de la presencia de redes criminales que pueden comenzar en Sudamérica y tener una fuerte presencia en México pero que crecen y se desarrollan en San Diego, Seattle o Nueva York. Si los cárteles mexicanos tienen presencia en por lo menos 230 ciudades estadounidenses e ingresan ilegalmente a nuestro país unas 200 mil armas anuales para armar a los grupos criminales en nuestro país, no podemos olvidar, como dijo el presidente Calderón en la conferencia de prensa conjunta, que esa capacidad de fuego también está presente en las pandillas u organizaciones del narcotráfico que operan del otro lado de la frontera y que más temprano que tarde, si no lo están haciendo ya, apuntarán y se usarán para atacar a la sociedad y las autoridades de los propios Estados Unidos.

En lo personal me ha tocado ver y escuchar en muchas oportunidades a autoridades de los dos países hablar con una preocupación sincera de lo que sucede en el ámbito de la seguridad y del narcotráfico. Pero lo que hace diferente estos discursos y marca esta visita es la decisión de asumir en forma conjunta esa problemática. Simplemente, la visita de Obama a México ocupó ayer horas en la cobertura informativa de las principales cadenas de noticias de los Estados Unidos y no recuerdo que se haya hablado con tanta claridad sobre cómo enfocar el tema del narcotráfico o capítulos tan complejos como la migración en una visita de Estado. Pero el tema es la seguridad: esa nueva era de la que tanto se habló ayer depende de esa corresponsabilidad en la seguridad. Sin ella no se podrá avanzar sólidamente en la economía y el comercio, en la migración y la ecología, porque esa es la base para construir una nueva era en la relación bilateral. Nadie puede construir algo y menos una nueva era, sobre cimientos endebles: y el cimiento de cualquier Estado es la seguridad.

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