Beltrones: lo que va de faccioso a fascista
Columna JFM

Beltrones: lo que va de faccioso a fascista

Se puede o no estar de acuerdo con la visión del senador Manlio Fabio Beltrones sobre el gobierno de Felipe Calderón, pero la distancia que media entre la caracterización de esta administración como “facciosa” a “fascista” es demasiado amplia como para recorrerla en una sola entrevista. Cuando leí en la portada de Proceso que Beltrones decía que el gobierno de Calderón iba hacia el fascismo me pareció una brutal exageración. Me tocó vivir parte de mi adolescencia en un Estado neofascista, en medio de una brutal dictadura: miles de desaparecidos, incluyendo muchos de mis mejores amigos y muchos otros fueron presos de conciencia o simplemente exiliados; había censura estricta a los medios; los partidos políticos prohibidos; las elecciones inexistentes; estaba prohibido en esa Argentina que me tocó vivir hasta la enseñanza de las matemáticas modernas, porque se las consideraba subversivas, no hablemos de la literatura o la filosofía: ningún autor posterior a Kant se podía aprender en una escuela, portar un libro de Julio Cortázar era siempre sospechoso.

Se puede o no estar de acuerdo con la visión del senador Manlio Fabio Beltrones sobre el gobierno de Felipe Calderón, pero la distancia que media entre la caracterización de esta administración como “facciosa” a “fascista” es demasiado amplia como para recorrerla en una sola entrevista. Cuando leí en la portada de Proceso que Beltrones decía que el gobierno de Calderón iba hacia el fascismo me pareció una brutal exageración. Me tocó vivir parte de mi adolescencia en un Estado neofascista, en medio de una brutal dictadura: miles de desaparecidos, incluyendo muchos de mis mejores amigos y muchos otros fueron presos de conciencia o simplemente exiliados; había censura estricta a los medios; los partidos políticos prohibidos; las elecciones inexistentes; estaba prohibido en esa Argentina que me tocó vivir hasta la enseñanza de las matemáticas modernas, porque se las consideraba subversivas, no hablemos de la literatura o la filosofía: ningún autor posterior a Kant se podía aprender en una escuela, portar un libro de Julio Cortázar era siempre sospechoso. Allí conocí también muy de cerca a los exiliados de la república española o a las que habían escapado de Italia durante el régimen de Mussolini y años después a quienes escaparon de los regímenes chileno, uruguayo, de las distintas dictaduras centroamericanas. Esos son los regímenes fascistas: México, con todas sus contradicciones, con el largo periplo del priismo en el gobierno, no se acercó a esos modelos ni siquiera en el Porfiriato que provocó una revolución. Quizás, como dijo Mario Vargas Llosa se pudo tratar de una dictadura perfecta, pero jamás nos tocó vivir en un estado fascista. Y por donde se lo mire decir que vamos hacia un régimen de esas características es por lo menos absurdo: ¿fascismo con libertades, leyes, pluralismo, división de poderes, elecciones, libertad de expresión y manifestación, con partidos políticos funcionando cotidianamente?. Las palabras tienen peso y pueden ser muy peligrosas: se deben usar con precaución y hablar de un gobierno fascista es de esos términos que son lapidarios, incluso para quien lo utiliza si lo coloca fuera de contexto.

Pero mi sorpresa fue mayor cuando en la entrevista citada, fuera del título de portada, comprobé que Beltrones hablaba de un estado faccioso. Es verdad que en una pregunta se le dice que con las nuevas leyes relativas a la seguridad pública se puede avanzar hacia un estado fascista y Beltrones responde algo así como que puede ser, pero jamás lo afirma e incluso esa declaración queda fuera de contexto. No sé si el gobierno de Calderón es faccioso o sea un gobierno de facciones, tampoco creo que el diálogo con el PRI se haya cortado por el fallecimiento de Juan Camilo Mouriño como dice el líder de los senadores del tricolor. Creo que lo que se cruzó fueron las elecciones por una parte y la escasa colaboración de algunos gobernadores y presidentes municipales en la atención de los desafíos del crimen organizado por la otra. Sn duda ha habido un endurecimiento del discurso del panismo y sería ingenuo pensar que no se realizó con la anuencia del presidente Calderón. Creo también que el segundo trienio de esta administración tendrá que tener características diferentes a la de los dos primeros años de gobierno. Y no sé si se equivoca o no el panismo en esa estrategia. Opino, ya lo hemos dicho en este espacio, que pasada la elección aunque es evidente que han quedado heridas entre panistas y priistas, ambos tendrán que hacer un esfuerzo para cogobernar un país en las que ambos tienen demasiadas posiciones de poder como para no asumir esos compromisos recíprocos.

Un cogobierno que, como dice Beltrones en la citada entrevista, les ofreció Felipe Calderón a los priistas después de la elección (en el Libro Calderón presidente lo propone Calderón desde septiembre del 2006 y se cuenta la historia al detalle de esa propuesta que finalmente no fructificó) y que pese a que éstos no aceptaron marcó una forma de relación diferente a la que mantuvo el PRI con el gobierno de Fox, sobre todo en la última etapa de éste.

Tampoco creo que el fortalecimiento de algunas leyes en el sistema de seguridad nos esté llevando siquiera a un régimen autoritario, como sí dice Beltrones. Simplemente son leyes y disposiciones con las que hoy cuenta cualquier democracia estable, desde la intervención de llamadas hasta la extinción de dominio para ciertos delitos. Que no contáramos con ellas no nos hizo más liberales sino más inseguros y nos colocó durante años en un marco de discrecionalidad de la autoridad en turno: todo se podía hacer porque nada estaba en las leyes ni regulado. Pensar ahora que avanzar en ese sentido ha sido casi un favor al gobierno en turno en lugar de una contribución a la construcción de un estado de derecho sería una confusión lamentable.

Precisamente por todo ello, es una irresponsabilidad hablar de un gobierno fascista: si lo fuera, si iríamos hacia allí, buena parte de los medios en el país, entre ellos Proceso no podrían publicarse cotidianamente. Y me parece una mayor irresponsabilidad colocar en boca de quien es uno de los principales representantes de la oposición un juicio de ese calibre cuando éste está hablando de otra cosa, compartible o no pero que es completamente diferente. Va más allá de un simple amarre de navajas, es colocar, voluntaria o involuntariamente, el nivel de confrontación política y partidaria en otro estadío, mucho más cercano al de la presidencia ilegítima o de aquel derrocamiento del régimen del que hablaba hace unos meses Muñoz Ledo. Pero es mucho más preocupante que una manipulación de ese tipo se dé en una publicación que ha sido durante décadas paradigmática en la prensa nacional.

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