Y la OEA tan campante…
Columna JFM

Y la OEA tan campante…

El presidente Calderón estuvo en Costa Rica para la reunión cumbre del mecanismo de diálogo y concertación de Tuxtla. El tema de Honduras es imposible que haya quedado fuera del encuentro, y por supuesto, aunque se debe asumir que la crisis que se generó con el presidente depuesto, Miguel Zelaya, trasciende el tema de un simple golpe de estado, éste como tal debe ser condenado. Pero no deja de llamar la atención que mientras la condena para el nuevo régimen hondureño es tan dura, las naciones del continente terminen siendo tan indulgentes como otros gobiernos que violan no sólo su estatuto democrático interno, sino también algunas convenciones básicas de política internacional.

El presidente Calderón estuvo en Costa Rica para la reunión cumbre del mecanismo de diálogo y concertación de Tuxtla. El tema de Honduras es imposible que haya quedado fuera del encuentro, y por supuesto, aunque se debe asumir que la crisis que se generó con el presidente depuesto, Miguel Zelaya, trasciende el tema de un simple golpe de estado, éste como tal debe ser condenado. Pero no deja de llamar la atención que mientras la condena para el nuevo régimen hondureño es tan dura, las naciones del continente terminen siendo tan indulgentes como otros gobiernos que violan no sólo su estatuto democrático interno, sino también algunas convenciones básicas de política internacional.

El caso del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela es paradigmático al respecto. Decir que Venezuela es un régimen democrático es, sencillamente, mentira. El presidente Chávez ha establecido una nueva Constitución a su medida, que le permite reelegirse eternamente; no respeta ni a la oposición ni a la libertad de expresión; ha expropiado empresas de todo tipo (desde grandes conglomerados hasta talleres de reparación de automóviles) pero también canales de televisión, emisoras de radio, periódicos; los opositores suelen terminar presos y más aún los que provienen del propio régimen. Se podrá argumentar que es un problema de los venezolanos y que se debe aplicar estrictamente la Doctrina Estrada de no intervención que durante tantos años rigió nuestra vida diplomática.

Pero lo que no se puede ignorar es el abierto intervencionismo del gobierno de Chávez en casi todos los países de la región, incluyendo México. El último y más sonado de los casos, también el más peligroso, demostró que armamento del ejército venezolano apareció en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), algo que ocurre desde hace mucho tiempo, pero que en esta ocasión alcanzó ribetes más destacados porque se trataba de armas pesadas, antiaéreas y antitanques que Suecia le había vendido al ejército venezolano. No hay margen alguno de duda al respecto ni se trata de especulaciones, sobre todo de países como Suecia que tienen un estricto control sobre el armamento que venden a terceros países. Y el propio gobierno sueco ha exigido una explicación a Chávez.

La respuesta de éste ha sido previsible: en lugar de explicar o por lo menos investigar qué hacían las armas que los suecos le habían vendido a su ejército en manos de las FARC, aseguró que todo era, en otras palabras, un “compló”, que se trataba de una provocación del gobierno colombiano (a los suecos simplemente los ignoró), amenazó con expropiar los bienes de los colombianos en Venezuela y retiró a su embajador en Bogotá. Y la comunidad internacional no ha dicho ni una palabra.

Habría que recordar que el tráfico de armas hacia organizaciones terroristas es un delito castigado por esa misma comunidad ahora tan indulgente… por lo menos mientras Chávez tenga suficiente petróleo y amigos peligrosos: además de sus acuerdos estratégicos con Irán y su amistad con el régimen de Corea del Norte, el martes mismo Chávez suscribió acuerdos también de largo plazo con Rusia como ya lo había hecho antes con China. Otros gobiernos han tenido graves problemas en el propio continente por ello: Estados Unidos fue descalificado y algunos de sus funcionarios perdieron sus puestos y hasta la libertad por el envió de armas a la Contra nicaragüense en el escándalo Irán Contras; el ex presidente argentino Carlos Menem y varios de sus colaboradores han sido acusados por el tráfico de armas a Perú pero sobre todo a Serbia en medio del conflicto en los Balcanes; hace años Cuba fue dejada fuera de la OEA precisamente porque se la acusaba de proporcionar armas y entrenamiento a grupos armados del continente. Pero ahora que existen evidencias materiales de que armas del ejército venezolano terminan en manos de las FARC, destinadas a intentan derrocar al gobierno colombiano, no pasa nada.

Como tampoco sucedió nada, en términos diplomáticos, cuando se dieron a conocer otras relaciones entre Chávez y las FARC, incluyendo el financiamiento de 200 millones de dólares que éste les habría proporcionado; los encuentros clandestinos de funcionarios venezolanos con dirigentes de las FARC o el intenso intercambio epistolar entre el propio Chávez con mandos de esa organización. Tampoco se ha dicho nada respecto al ofrecimiento (que no sabemos si se ha concretado o no) de que las FARC invirtieran sus recursos (producto del secuestro y de la venta de drogas) en la industria petrolera venezolana. De todo eso hubo constancia en los documentos encontrados en las computadoras del comandante Raúl Reyes, muerto el primero de marzo del año pasado en un campamento en la frontera entre Colombia y Ecuador.

El triángulo amoroso entre el régimen de Chávez, las FARC y el gobierno de Rafael Correa en Ecuador, tuvo una prueba más con la divulgación de un video del tristemente célebre Jorge Briseño, apodado el Mono Jojoy, jefe militar de las FARC (y acusado en México desde 1997 de participar en el tráfico de drogas hacia nuestro país) donde éste relata cómo las FARC financiaron la campaña de Correa a la presidencia de su país. Hasta el ataque de marzo del 2008 donde murió Reyes (y donde fue detenida Lucía Moret), el gobierno ecuatoriano otorgó absoluta permisividad a las FARC para operar desde su país contra Colombia. Nadie ofrece ni da una explicación por ello, tampoco se escucha un reclamo.

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