Panismo disidente: pocos pero sectarios
Columna JFM

Panismo disidente: pocos pero sectarios

César Nava ya es el nuevo presidente nacional del PAN, luego de un Consejo Nacional que mostró que la división del panismo es real, pero no tiene la dimensión que las corrientes opositoras al calderonismo presumían e incluso que esas corrientes no constituyen un solo bloque.
Nava obtuvo 88% de los votos y la reunión del Consejo Nacional tuvo una de las participaciones más altas de la historia reciente del panismo. Con ese resultado se comprende por qué los disidentes no presentaron otro candidato: no tenían ni los votos suficientes para impulsar una candidatura viable ni tampoco, como lo intentaron, para bloquear la reunión con la ausencia de los consejeros.

César Nava ya es el nuevo presidente nacional del PAN, luego de un consejo nacional que mostró que la división del panismo es real pero no tiene la dimensión que las corrientes opositoras al calderonismo presumían e incluso que esas corrientes no constituyen un solo bloque.

Nava obtuvo el 82 por ciento de los votos y la reunión del consejo nacional tuvo una de las participaciones más altas de la historia reciente del panismo. Con ese resultado se comprende porqué los disidentes no presentaron otro candidato: no tenían ni los votos suficientes para impulsar una candidatura viable ni tampoco, como lo intentaron, para bloquear la reunión con la ausencia de los consejeros.

Pero la debilidad de esa corriente se manifiesta en otro aspecto: dijeron que querían debatir las razones de la derrota panista y cuando tuvieron la oportunidad no lo hicieron. No hubo un debate sobre la situación política, la coyuntura económica, la debilidad de la estructura panista sobre todo en los estados, las candidaturas y divisiones internas, en ocasiones propiciadas por los propios disidentes. Para ello se designó una comisión que encabezara José Luis Coindreau. Pero el sábado no hubo nada de eso: lo que sí hubo es un debate que exhibe las causas reales de esa división, independientemente de la magnitud de la misma. Javier Corral centró su intervención en un tema que, yendo mucho más allá de su importancia, parece haberse convertido en una mezcla de “misión” y causa personal, quizás relacionada con un viejo adeudo de la última campaña de Corral con una de ellas: la relación del PAN con las televisoras. Habló de “cientos de concesiones” dadas a las televisoras, habló de todo tipo de acuerdos y no mostró nada. Pero, paradójicamente, el propio Corral y el senador Santiago Creel se molestaron cuando Germán Martínez les recordó que esas concesiones las había entregado hace unos años el propio Creel que además impulsó a Javier a la candidatura a gobernador en Chihuahua en el 2004. Quizás ahora no lo recuerdan, pero en la precampaña panista del 2005 los dados, por lo menos de la principal empresa de televisión del país, estaban algo más que cargados a favor de Creel, lo mismo que el apoyo presidencial de entonces. La ruptura posterior de Creel con Televisa (con Azteca la relación siempre fue mala) pasó por muchos capítulos, algunos de ellos eminentemente personales, pero no hubo, como intentó decir Santiago al término de la reunión del consejo, una autocrítica personal por ello, fuera de que ese debate no fue abierto por Germán Martínez sino por el propio Corral extrapolando el debate del resultado electoral del 2009 hasta llevarlo a la lucha por el 2012 (la candidatura para ese año es lo que está disputando desde ya, impulsando a Creel, ese grupo) y la relación de Televisa con Peña Nieto que se debe impedir, dice Javier, desde ahora. Un despropósito y una falta de visión estratégica casi básica.

Olvidemos por un momento toda la historia detrás de este debate. Simplemente los panistas deberían preguntarse, independientemente de filias y fobias personales, si un partido político que aspira realmente a llegar o mantenerse en el poder se puede permitir alejarse de los medios masivos de comunicación. La respuesta es obvia salvo para esos sectores del panismo que sigan pensando, como muchos militantes del blanquiazul todavía lo hacen, que es mejor, más cómodo, ser un partido de oposición que un partido en el poder. Quizás por eso, los dirigentes de Nueva Izquierda, los chuchos, aseguran que más temprano que tarde Corral, Gerardo Priego (al que quieren como candidato en Tabasco) e incluso Manuel Espino podrán recalar en sus filas, sobre todo si se da la ruptura con el lopezobradorismo.

Lo que no se debatió fue el futuro del partido y un punto que se planteó en su momento Germán Martínez, como ahora se lo plantea Nava, y como lo buscaron todos los dirigentes del PAN sin éxito luego de la gestión de Luis H. Alvarez (lo logró, en la campaña y al inicio de su gestión,  Vicente Fox pero como parte de una confluencia de personajes en torno a su persona mucho más que en torno a su partido) que es la apertura del partido a nuevos actores y protagonistas sociales. El PAN muchas veces es un partido, sobre todo en los estados, endogámico, y eso le pasa factura cada vez que debe decidir en sus candidaturas entre optar por los mejores candidatos o los más fieles o leales. Un ejemplo es el Distrito Federal que durante años estuvo dirigido por un mismo grupo político, que tenía apenas un millar de militantes reconocidos que podían votar y tomar resoluciones pese a la alta votación que ostentaba el partido en elecciones presidenciales. Algo falla en el PAN como partido que no le permite continuar y profundizar la relación, por ejemplo, con los sectores y personas que votaron por Fox o por Calderón, en un fenómeno que se agudiza en la mayoría de los estados. Y eso poco y nada tiene que ver con la agenda televisiva, pasa más por la percepción de contar con un partido como un instrumento para llegar, defender y disputar el poder, buscando nutrirse de lo mejor de la sociedad o como una fuerza política declarativa que como una vieja (o muy contemporánea) izquierda mexicana, prefieren ser pocos pero sectarios.

Los operadores de Napo

Uno de los principales operadores de Napoleón Gómez Urrutia en el puerto de Lázaro Cárdenas, es Juan Ponce Medina, ahora detenido y juzgado en España por sus relaciones con el cártel de Sinaloa, el mismo cártel que está asociado con La familia michoacana y que tiene uno de sus más importantes centros de operación en el mismo puerto de Lázaro Cárdenas. Si usted hace memoria verá que cada vez que se recrudece la ofensiva gubernamental contra ese cártel, estalla un conflicto minero en Lázaro Cárdenas. Por cierto, de allí surgió, también la candidatura a diputado de Julio César Godoy, medio hermano del gobernador Leonel Godoy. Saque usted sus propias conclusiones.

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