Rojas, los puntos cardinales y el salinismo
Columna JFM

Rojas, los puntos cardinales y el salinismo

Finalmente Francisco Rojas fue confirmado como coordinador de la bancada del PRI en la cámara de diputados y con esa designación parecen haberse terminado de acomodarse las fichas del tricolor para la siguiente legislatura. César Augusto Santiago, que disputó la posición a Rojas decidió no registrar su candidatura. De todas formas, tanto la disputa de esa posición como el no registro de esa candidatura, pueden leerse como una reafirmación de que la corriente que encabeza Ulises Ruiz buscará, pasada la elección oaxaqueña y cuando concluya el periodo de Beatriz Paredes, la presidencia del PRI. Quien sabe si lo logrará pero sobre advertencia no hay engaño.

Finalmente Francisco Rojas fue confirmado como coordinador de la bancada del PRI en la cámara de diputados y con esa designación parecen haberse terminado de acomodarse las fichas del tricolor para la siguiente legislatura. César Augusto Santiago, que disputó la posición a Rojas decidió no registrar su candidatura. De todas formas, tanto la disputa de esa posición como el no registro de esa candidatura, pueden leerse como una reafirmación de que la corriente que encabeza Ulises Ruiz buscará, pasada la elección oaxaqueña y cuando concluya el periodo de Beatriz Paredes, la presidencia del PRI. Quien sabe si lo logrará pero sobre advertencia no hay engaño.

Quizás esa situación es la que llevó a Beatriz Paredes a decidir quedarse en el partido en lugar de optar por la coordinación de la bancada en la cámara de diputados. La segunda tarea podría parecer en estos momentos más importante, pero en realidad, mirando hacia el futuro, desde la presidencia del PRI, de aquí a que concluya el periodo de Beatriz se deberán designar candidatos para distintos niveles en casi dos tercios de los estados del país. Y ya hemos visto que es en los estados, cada vez más, donde reside buena parte del poder.

Francisco Rojas es una buena opción como coordinador de los priistas. Lo es por la personalidad del ex director de Pemex, pero también por las alianzas que refleja su designación. En los hechos, Rojas estaría en el centro de la constelación de los cuatro puntos cardinales del priismo actual: es un  hombre con muy buena relación con Beatriz Paredes con la que viene cumpliendo distintas responsabilidades desde que ésta asumió la presidencia del PRI. Mantiene también una muy buena relación con quien encabeza, por mucho, la lista de los precandidatos priistas, el gobernador Enrique Peña Nieto. Mantiene una relación firme, de mucho tiempo atrás, con el senador Manlio Fabio Beltrones. Y sin duda, también con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, de quien fue un estrecho colaborador, y con quien mantuvo la amistad durante todos los años de ostracismo. Francisco Rojas incluso fue una de las cartas que pensó utilizar Salinas cuando ocurrió el asesinato de Luis Donaldo Colosio, como lo hubiera sido su hermano Carlos, creador e impulsor del programa de Solidaridad que, por esas cosas del destino, en lugar de terminar como coordinador de campaña de Luis Donaldo, fue promocionado a la Sedesol. Ernesto Zedillo fue a la coordinación de campaña, no tenía trabas constitucionales para ser candidato y así se escribió el destino.

El capítulo salinista de Rojas e incluso el salinismo del PRI actual es un punto clave en toda esta historia. Yo sí creo que el ex presidente Salinas tiene influencia en el priismo de hoy, lo tendrá en esta legislatura y lo mantendrá, cualquiera sea el candidato o candidata que el PRI pueda impulsar para el 2012. Y sé perfectamente que no es políticamente correcto decirlo, pero el hecho es que esa es una influencia benéfica en esta corriente en la actual coyuntura. ¿Queremos cambios?, pues bien durante el sexenio de Salinas por supuesto que se cometieron errores, los más graves durante 1994, pero también es verdad que se logró remontar una elección manchada en su legitimidad; se lanzó el programa social más ambicioso en décadas, Solidaridad, que con todas sus modificaciones, sigue siendo el referente de todos los programas posteriores; se signó el acuerdo más importante de la vida económica del país en el último medio siglo que es el tratado de Libre Comercio de América del Norte. Y en esos años se labró, mediante una sólida alianza con el PAN, una serie de reformas estructurales de un calibre que no volvimos a conocer posteriormente: la reforma al campo, a las relaciones iglesia-Estado, la apertura económica, la privatización de servicios y empresas del Estado atenazadas por la burocracia; la reforma política, incluyendo la creación de todas las instituciones electorales de las que ahora gozamos. Fueron tiempos turbulentos, de confrontaciones serias y no exentas de violencia, pero fueron los años en los que el país adquirió, en casi todos los ámbitos, el perfil  actual, en los que se incorporó a una modernidad que la crisis del 95, y la violencia del año anterior, en buena medida nos quiso arrancar. Insisto, por supuesto que se cometieron errores, pero sin el proceso de apertura en todos los sentidos que se dio en aquellos años, cuando por primera vez la oposición accedió a verdaderas posiciones de poder, no hubiera habido, siquiera, una verdadera alternancia en el poder, como se dio en el año 2000.

Digo que todo esto vulnera lo políticamente correcto porque lo es olvidarnos de todo eso, pensar que ocurrió por generación espontánea o que todo un sexenio se resumió en las tristemente célebres investigaciones de Pablo Chapa Bezanilla o en los excesos de Raúl Salinas u otros colaboradores del entonces presidente. Pero la verdad es que ya quisiéramos en esta segunda mitad de sexenio de Felipe Calderón poder tener en ciernes una agenda de reformas estructurales, profundas, de fondo, como las que se dieron entre 1991 y fines del 93. Un punto es central: el juicio social sobre el sexenio Salinas se construyó en plena crisis del 95 y con las acusaciones de Chapa, pero incluso con todo lo ocurrido en 1994, incluyendo el levantamiento zapatista y los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, en aquellos años pensábamos que el país entraba en una etapa de modernidad real. Las expectativas eran tan altas como la decepción que generó la crisis. Hoy recuperar esas expectativas es urgente. Y no sé si desde el gobierno federal o desde el nuevo congreso hay ánimo y voluntad para generarlas.

Por cierto ¿no le causa a usted ternura que Muñoz Ledo y sus nuevos compañeros denuncien el salinismo de Rojas desde la plataforma que les presta el único partido político creado directamente por el salinismo, como es el PT?

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