Y finalmente no pasó nada. El PRI y el PAN como se esperaba sacaron un paquete económico para el 2010 que se basa en lo posible y no en lo deseable, que permitirá mantener a flote las finanzas nacionales el año próximo y llegar al 2012 sin demasiados sobresaltos. Dicen que el coordinador de los diputados priistas, para convencer a los legisladores del acuerdo al que habían llegado los gobernadores con la secretaría de Hacienda, dijo que el PRI quería regresar a Los Pinos, no a las ruinas de Los Pinos. Y es verdad, este paquete económico impedirá que la economía quede en ruinas, pero como ha sucedido con tantas cosas a lo largo de los últimos años, no significa una mejora sustancial, mucho menos un cambio estructural de los muchos que requiere el país.
Y finalmente no pasó nada. El PRI y el PAN como se esperaba sacaron un paquete económico para el 2010 que se basa en lo posible y no en lo deseable, que permitirá mantener a flote las finanzas nacionales el año próximo y llegar al 2012 sin demasiados sobresaltos. Dicen que el coordinador de los diputados priistas, para convencer a los legisladores del acuerdo al que habían llegado los gobernadores con la secretaría de Hacienda, dijo que el PRI quería regresar a Los Pinos, no a las ruinas de Los Pinos. Y es verdad, este paquete económico impedirá que la economía quede en ruinas, pero como ha sucedido con tantas cosas a lo largo de los últimos años, no significa una mejora sustancial, mucho menos un cambio estructural de los muchos que requiere el país.
En los hechos, si bien se aumenta la tasa del IVA en un punto se desechó la única propuesta que podría haber sido un aporte, aunque sea mínimo, para esos cambios: el impuesto generalizado del dos por ciento. Se optó, en cambio por un aumento del IVA, con las mismas excepciones de siempre, y más grave aún, se decide aumentar el ISR en dos puntos, castigando a los mismos contribuyentes cautivos, esos siete millones de mexicanos que sumados a los otros 12 millones que pagan impuestos en forma esporádica, son los que sostienen el andamiaje fiscal del país. O sea que se castiga al consumo y a la producción.
No hay medidas para ampliar, en lo más mínimo, la base de contribuyentes pero sí para ser mucho más estrictos con los que ya contribuyen, con una legislación que raya con el terrorismo fiscal y que inhibirá inversiones. Se aumentan también los impuestos a los productos cautivos de siempre, desde el alcohol hasta el tabaco, se aumenta el impuesto a las telecomunicaciones y no hay una sola medida que busque gravar, el comercio informal o incorporar a esa tercera parte de la población económicamente activa al padrón de contribuyentes. Si habría que definirlo es un paquete fiscal que soluciona problemas macroeconómicos de corto plazo pero sigue profundizando el rezago y siendo muy injusto con los contribuyentes cumplidos.
Profundiza el rezago porque las dos medidas más importantes que se adoptaron, pese a que la atención se concentró en el punto de aumento del IVA, fue incrementar el precio de referencia del petróleo y aumentar el déficit, o sea el endeudamiento público. Las dos son medidas de coyuntura, pero que difícilmente, juntas, pueden ser benéficas para la economía nacional en el mediano y largo plazo. El petróleo sigue siendo la palanca para sostener fiscalmente la economía pero al mismo tiempo no se hace nada para incrementar la productividad del sector: la reforma pasada fue el parto de los montes y está lejos de liberar la potencialidad que tiene el país en el ámbito energético, al contrario refuerza el rezago, sobre todo si nos comparamos con cualquiera de las naciones y empresas que compiten con México. La sola comparación de la evolución de los últimos años de PEMEX y Petrobras debería avergonzarnos. El incremento del déficit no es dramático pero es sostenido, porque no se perciben medidas en el ámbito fiscal que en el futuro permitan recaudar más y por lo tanto reducirlo en términos reales. Finalmente habrá que ver cómo toman las calificadoras ese aumento del déficit y si ello no modifica la calificación del riesgo país con consecuencias en la inversión.
Lo que molesta de esta propuesta no sólo es el incremento fiscal exclusivamente para los contribuyentes cautivos, sino que ni el gobierno, en el plano federal y estatal, ni el congreso ni los partidos políticos ni las estructuras electorales, se han sacrificado en lo más mínimo. Sí hay algunos recortes en el gobierno federal pero se podría avanzar mucho más tomando el ejemplo de lo hecho en Luz y Fuerza. No se percibe austeridad alguna en los gobiernos estatales. El presupuesto del congreso sigue igual y los partidos se indignaron cuando se propuso que se redujera su presupuesto que para un año no electoral será de más de seis mil millones de pesos.
Es verdad, se librará con este paquete económico la emergencia del 2010. Es verdad también que en medio de tantas turbulencias políticas, el PRI y el gobierno han llegado a un acuerdo que no es demasiado doloroso para ninguno de ellos. Pero ¿cuánto habrá que esperar para que se realicen las reformas que realmente requiere México?