Algo no funciona en nuestros partidos y particularmente en nuestra izquierda: Martín Esparza en pleno conflicto por la desaparición de Luz y Fuerza del Centro está ocupado en remodelar su rancho, donde cría caballos criollos, en Hidalgo. Andrés Jr. el hijo de López Obrador, se ufana de sus tenis de mil dólares de Louis Vuitton, de sus viajes en yate y a Nueva York, de sus amigas y diversiones en Factbook y Twitter, también le alcanza para criticar allí a los periódicos y a los dirigentes del partido en el que supuestamente milita su padre.
Algo no funciona en nuestros partidos y particularmente en nuestra izquierda: Martín Esparza en pleno conflicto por la desaparición de Luz y Fuerza del Centro está ocupado en remodelar su rancho, donde cría caballos criollos, en Hidalgo. Andrés Jr. el hijo de López Obrador, se ufana de sus tenis de mil dólares de Louis Vuitton, de sus viajes en yate y a Nueva York, de sus amigas y diversiones en Factbook y Twitter, también le alcanza para criticar allí a los periódicos y a los dirigentes del partido en el que supuestamente milita su padre. Los edificios que administra y construye la gente de René Bejarano deben ser desalojados porque están a punto de caerse, pero el ínclito René se puede dar el lujo de regalar despensas al SME, de estar en actos públicos con Flavio Sosa y el propio Esparza, además de gozar de cada vez mayor peso en el lopezobradorismo. Claudia Sheimbaum sigue inaugurando casas, en realidad oficinas operativas de ese mismo movimiento, ya van 46 y seguirán muchas más. Adán López, aquel patán que le arrojó unos billetes falsos al rostro de Javier Lozano, nos cuenta el periodista Rubén Cortés, tiene una larga historia de chapulín político que le ha permitido en nueve años ser madracista, foxista y lopezobradorista, toda una demostración de congruencia política. Y uno no puede menos que preguntarse de dónde sale todo ese dinero, ese desprecio hasta por las formas más elementales de la legalidad y de la política.
En buena medida es por la impunidad. Mañana el IFE dará a conocer oficialmente el dictamen mediante el cual exoneran al PRD de haber recibido dinero del empresario Carlos Ahumada en las elecciones del 2003, como resultado de una investigación de más de cinco años, luego de las denuncias presentadas por priistas y panistas, por los famosos videos que mostraban a los entonces funcionarios y dirigentes del partido, René Bejarano y Carlos Imaz, entre otros, llevándose cientos de miles de dólares de las oficinas de Ahumada. Nunca se ha sabido qué hicieron Bejarano e Imaz con ese dinero y las autoridades que han sido tan estrictas en la persecución del empresario que decía ser extorsionado por esos personajes, no han tenido tiempo ni voluntad para averiguarlo.
Pero tampoco, después de cinco años, lo ha hecho el IFE. La explicación que da el Instituto electoral para exonerar del caso al PRD resulta absurda, aunque se hayan gastado casi 400 páginas para desarrollarla: dicen que las fechas en las que Ahumada cobró unos contratos en el gobierno del DF no coinciden con las fechas en que entregó ese dinero a Bejarano e Imaz, por lo tanto ese dinero no pudo ir al partido, como si ese pago de contratos fuera la única fuente de ingresos que tenía Ahumada. Por cierto, éste asegura en la entrevista que mantuvimos con él en mayo pasado, haber dado unos 200 millones de pesos a ese partido, además de haber pagado, entre otras muchas cosas, que incluían hasta viajes a Europa de algunos de sus dirigentes, la deuda que tenía el PRD con Televisa de las campañas del 2003. ¿Era tan difícil averiguar quién pagó y por qué medios esa deuda?. Parece que sí porque el IFE decidió que en ello no había delito alguno. Lo cierto es que con menos de eso se construyó el pemexgate y el caso amigos de Fox.
Tampoco se ha averiguado qué sucedió con los 130 millones de pesos que se entregaron vía las fracciones parlamentarias del PRD y otros partidos, además de las aportaciones de militantes e instituciones, al movimiento de López Obrador. Ni mucho menos a cuánto ascendió la reconocida aportación histórica, así se dijo, del SME a ese movimiento. En realidad es un río de dinero el que se mueve por los partidos y por este tipo de movimientos que le permite a sus dirigentes vivir durante años sin explicarnos siquiera de dónde vienen tantos de recursos, de qué viven y cómo pueden hacerlo tan bien. El caso de Bejarano es paradigmático: seis años sin trabajar, más un periodo supuestamente en la cárcel (en realidad acomodada como un resort para que pasara esos meses) y no hay un solo testimonio para saber de qué vive.
No me molesta en lo personal que el hijo de López Obrador calce tenis de doce mil pesos o que se divierta con sus amigas y amigos en un yate, viaje por el mundo ni que Bejarano pueda regalar 80 mil despensas a los trabajadores del SME. Lo que debe haber es un poco de congruencia y si son personajes públicos explicarnos públicamente de dónde salen todos esos recursos. Pero no tendremos esas respuestas mientras las autoridades, todas, les permitan seguir actuando a tantos con tanta impunidad.