La esquizofrenia de la política
Columna JFM

La esquizofrenia de la política

Existe una tendencia esquizofrénica en la acción de los gobernantes y los partidos, donde se ha perdido hasta la coherencia de ciertas acciones. Ejemplos hay muchos, pero algunos resultan especialmente notables. El lunes (ya habían estado juntos recorriendo las zonas inundadas de Chalco en los días anteriores), el presidente Calderón y el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, inauguraron una planta automotriz en Toluca, tuvieron largas pláticas, el presidente habló de las inversiones conjuntas que se realizan en infraestructura en la zona, Peña Nieto le hizo reconocimientos afectuosos.

Existe una tendencia esquizofrénica en la acción de los gobernantes y los partidos, donde se ha perdido hasta la coherencia de ciertas acciones. Ejemplos hay muchos, pero algunos resultan especialmente notables. El lunes (ya habían estado juntos recorriendo las zonas inundadas de Chalco en los días anteriores), el presidente Calderón y el gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, inauguraron una planta automotriz en Toluca, tuvieron largas pláticas, el presidente habló de las inversiones conjuntas que se realizan en infraestructura en la zona, Peña Nieto le hizo reconocimientos afectuosos. Ese mismo día, el gobierno del DF y la Comisión Nacional del Agua seguían con su debate respecto a los tiempos de aviso de las lluvias de la semana pasada y las acciones que se habían adoptado. Si bien tanto José Luis Luege como Ramón Aguirre (uno de la CNA, el otro de la comisión de aguas del DF) reconocieron que existe un intenso trabajo conjunto, en cuando algún tema trasciende al ámbito político, esa colaboración se frustra o entra en un cono de sombra. El presidente Calderón no recorrió las zonas inundadas en la capital por la sencilla razón de que no puede hacerlo con Marcelo Ebrard, por aquella tontería histórica del no reconocimiento a la legitimidad del gobierno federal. Con todo, fue el propio presidente Calderón quien anunció la entrega de fondos de emergencia para varias delegaciones capitalinas.

Hasta allí todo estaría claro: hay dos bloques en el sistema partidario, dos ámbitos de colaboración y siguiendo una lógica política elemental, a partir de ello se tendrían que dar las alianzas parlamentarias y electorales. Pues bien, ese mismo día de acercamientos del presidente panista con el priista Peña Nieto y de divergencias con el perredista Ebrard, el PAN y el PRD estaban confirmando sus esquemas de alianzas en contra del PRI, en una estrategia donde parece obvio que si logran ponerse de acuerdo este año buscarán confrontarse con el PRI en el 2011 en el estado de México. Parece ilógico pero así funciona nuestro sistema de partidos.

En la frontera norte, el gobierno de Chihuaha, en una decisión políticamente inteligente, y útil, decidió trasladar en forma simbólica los poderes del estado a Ciudad Juárez: es un gesto político, por supuesto, pero también una forma de comprometerse y asumir responsabilidades. El PAN estalló contra la decisión: que era electorera, que era demagógica, que era ilegal e inconstitucional. Lo cierto es que era una medida acertada, tanto que dos días después de esa declaración el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont llegaba a Ciudad Juárez para dar a conocer un plan de emergencia para la ciudad, comprometiendo a sectores sociales y políticos y por supuesto a las autoridades locales. Y prácticamente todo el gobierno federal se volcará hacia Juárez. Siguiendo la lógica panista la actuación de su propio gobierno sería también  electorera, demagógica, incluso ilegal e inconstitucional. Es una torpeza: la seguridad tiene, sin duda, una dimensión política y pocas cosas son más importantes para enfrentar a la delincuencia que mostrar que ese desafío se asume como una cuestión de Estado. Claro que eso no evita los enfrentamientos políticos, ni los cálculos que van más allá de las exigencias coyunturales, incluso electorales, pero para la gente de Juárez que lleva ya varios años, pero sobre todo los últimos dos, sufriendo una andanada brutal de la delincuencia en su contra, tener al gobierno federal y local trabajando en su ciudad tiene que significar un cambio importante. Y se le podrá exigir mucho más a esas mismas autoridades.

¿Cómo puede la dirigencia panista oponerse en forma tan terminante a esa decisión y decir que sólo la apoyarán si el presidente municipal renuncia a su cargo (y porqué tendría que hacerlo)?¿cómo pueden apostar a la confrontación en lugar de respaldar al presidente Calderón, que apenas el 5 de febrero, había llamado a un gran pacto nacional?¿cómo pueden los perredistas pedir la desaparición de poderes en la entidad cuado al mismo tiempo demandan disculpas públicas por los detenidos en Michoacán sin asumir que aún hay 20 funcionarios presos y un diputado electo, hermano del gobernador, prófugo?¿también allí tendrían que desaparecer los poderes?

Los partidos están en una comprensible lógica electoral, pero resulta difícil de entender que incluso en ella puedan establecer tanta distancia, entre sus dichos y las acciones de sus gobiernos.

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