La estrategia de la ruleta rusa
Columna JFM

La estrategia de la ruleta rusa

El presidente Calderón decidió poner distancia con las alianzas que ha firmado su partido, el PAN, con el PRD. Lo hizo en la inusual conferencia de prensa que ofreció el miércoles en Los Pinos pero también, en forma más explícita, en una entrevista que mantuvo con mi amigo Joaquín López Dóriga en Cancún. No sólo dejó en claro que ese tipo de alianzas pueden tener efectos indeseables en las políticas públicas y de gobierno, sino también que en este caso Fernando Gómez Mont tuvo razón, que informó al presidente de los acuerdos que había establecido y que le pidió que fueran respetados por el PAN.

Para mi hijo Jorge, a dos años

El presidente Calderón decidió poner distancia con las alianzas que ha firmado su partido, el PAN, con el PRD. Lo hizo en la inusual conferencia de prensa que ofreció el miércoles en Los Pinos pero también, en forma más explícita, en una entrevista que mantuvo con mi amigo Joaquín López Dóriga en Cancún. No sólo dejó en claro que ese tipo de alianzas pueden tener efectos indeseables en las políticas públicas y de gobierno, sino también que en este caso Fernando Gómez Mont tuvo razón, que informó al presidente de los acuerdos que había establecido y que le pidió que fueran respetados por el PAN. La dirigencia del partido decidió que como no había sido aprobada la reforma fiscal propuesta originalmente por el presidente, no había acuerdos que respetar y el resto de la historia ya la sabemos. En realidad, la decisión de ir en esas alianzas (a la que ahora aparentemente se incorporará Sinaloa vía el senador Mario López Valdez) se había tomado desde antes, y la dirigencia del PAN nunca tuvo intención de deslindarse de ellas.

Pero aquí lo importante es tratar de comprender porqué el presidente Calderón pone distancia con las alianzas, porque tampoco nos engañemos: no es posible que César Nava pudiera avanzar en ellas sin el visto bueno presidencial, asumiendo, además, que se trataba de la continuidad (por supuesto mucho más radicalizada) de la estrategia netamente antipriista que se había adoptado en la campaña para las elecciones de julio pasado, cuando el líder del partido era Germán Martínez.

La distancia presidencial proviene de dos consideraciones que no pueden ocultarse. Primero que esas alianzas nunca convencieron demasiado al presidente Calderón. Nos cuentan que la primera vez que se discutió el tema formalmente, en diciembre pasado, en una reunión de estrategias en Los Pinos, la opinión de Calderón sobre las alianzas fue más que negativa. En aquel encuentro, dice alguno de los participantes, se opuso por consideraciones muy similares a las que expresó el miércoles en la conferencia de prensa: el desdibujamiento del partido, la confusión de los electores y las dificultades para la agenda gubernamental, sobre todo la legislativa. Sin embargo, por alguna razón, se siguió adelante. No le habrán entusiasmado al presidente pero tampoco, aparentemente las vetó. Debe haber querido observar qué salía de ellas. Ahora parece que ya lo pudo ver.

El segundo punto puede ser mucho más coyuntural. Primero, en la mayoría de los estados, con sus excepciones, el panismo de base ha recibido mal esas alianzas. Tanto en los estados en los que habrá elecciones como en los que no. Sobre todo en los que son gobernados por el PRD. En la tierra del presidente, en Michoacán, por ejemplo, el malestar es manifiesto nos dicen panistas locales: ¿a poco después de quince años de enfrentamientos nos vamos a tener que aliar con el PRD en las próximas elecciones preguntan, temen, los panistas michoacanos?. Y esa misma pregunta recorre buena parte de la anatomía del blanquiazul.

Y a todo esto se debe sumar un elemento adicional. ¿Qué va a suceder cuándo la mayoría de estas alianzas fracasen?. Según una columna de mi amigo Pablo Hiriart, el perredista Jesús Ortega asegura que ganarán por lo menos tres estados: Oaxaca, Puebla y Durango. Puede ser, pero se ve difícil que incluso en esos estados, salvo quizás Oaxaca, tengan condiciones de realmente competir contra el PRI. Si las alianzas fueron votadas por unanimidad en el comité ejecutivo y en la comisión política ¿quién tendrá la autoridad moral para decir “se los dije” y para recoger los restos de la derrota?. Porque si la de julio pasado fue dolorosa, la de este 4 de julio podría serlo más. En los comicios intermedios, el PAN sobredimensionó la derrota impactado por los resultados adversos de Querétaro y San Luis Potosí (y en menor medida Nuevo León). Pero en las elecciones de este año, como dijo el propio Nava, están apostando “70 años de capital político panista”. ¿Usted apostaría el capital político de toda una vida en unas elecciones estatales en las que hay poco que ganar y mucho que perder?. La estrategia política de la ruleta rusa nunca ha sido exitosa.

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