Fox y López Obrador coinciden
Columna JFM

Fox y López Obrador coinciden

Una de las consecuencias directas de los resultados electorales del domingo fue la reaparición de dos personajes que no salieron bien librados de esa jornada electoral: el ex presidente Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador. Paradójicamente, los dos enemigos declarados coinciden en su apreciación: sus respectivos partidos, el PAN y el PRD, dicen, no tienen nada que festejar respecto a los resultados del domingo. Uno dice que con las alianzas el PAN no ganó nada, y el otro que sólo sirven para romper la tesis de que el PRI y el PAN son los mismo.

Una de las consecuencias directas de los resultados electorales del domingo fue la reaparición de dos personajes que no salieron bien librados de esa jornada electoral: el ex presidente Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador. Paradójicamente, los dos enemigos declarados coinciden en su apreciación: sus respectivos partidos, el PAN y el PRD, dicen, no tienen nada que festejar respecto a los resultados del domingo. Uno dice que con las alianzas el PAN no ganó nada, y el otro que sólo sirven para romper la tesis de que el PRI y el PAN son los mismo.

Tanto Fox como López Obrador, desde sus perspectivas, tienen una parte de razón, pero están equivocados en lo fundamental porque están analizando el tema con base en sus intereses particulares. Fox porque con estos resultados, aunque sean en parte fantasmagóricos para el panismo, se aleja la posibilidad de que la corriente interna que él representa y que se reflejaría en Manuel Espino entre otros dirigentes, incluso en el gobernador Juan Manuel Oliva, sin duda perdió posiciones en la búsqueda de la dirigencia partidaria como paso previo a la designación de candidatos. Si las alianzas hubieran fracasado estrepitosamente, como indicaban muchas encuestas antes de los comicios, hubiera sido casi imposible no sólo que César Nava, sino que el calderonismo se mantuviera en la presidencia del partido, aunque tuviera el control, como lo tiene, del Consejo Nacional. Pero con estos resultados, pese a que se perdió Aguascalietnes y Tlaxcala, existe un terreno mucho más terso para el cambio de dirigencia que tendrá que resolverse hacia fin de año. Y Fox en ese juego quedó, como Espino y otros, descolocado. En todo caso, lo que tendrá que medir bien el PAN en el corto plazo, es cómo encarar el proceso poselectoral que en lugares como Veracruz y Durango lo pueden llevar a una radicalización contraproducente para sus intereses (y que favorecerá las posiciones duras en el partido).

El caso de López Obrador es mucho más obvio. El ex candidato presidencial sabe que con estos resultados y con esa estrategia, su candidatura por el PRD se aleja cada vez más. Por eso amenazó ayer con buscarla en el PT o Convergencia y por eso mismo anunció que no respetará el pacto que tenía con Marcelo Ebrard de definir la candidatura perredista para el 2012 con base en las encuestas. Dijo que ya está apuntado para esa elección. En los hechos ha anunciado que dividirá, si no es él el candidato, a las fuerzas de izquierda.

Y lo hace porque percibe dos peligros que pueden ser, en realidad, uno solo. Primero, en las encuestas está mejor Ebrard que él. Segundo, si el PRD y el PAN hacen alianza en el estado de México y obtienen un buen resultado, no se debería descartar que prolonguen el idilio hasta el 2012. Hasta ahora, tanto Jesús Ortega como César Nava (que quién sabe si seguirán al frente de sus partidos hasta esas fechas) han dicho que ambas fuerzas irán por separado en la elección presidencial. Pero ambos saben que, salvo que ocurra algo extraño, o que el PRI se equivoque demasiado en los próximos meses, será muy difícil que yendo por separado, puedan ganar la elección presidencial. Y la tentación para seguir por la ruta de las alianzas podría imponerse. La pregunta es en torno a quién amalgamar una candidatura común.

En el 2000 se planteó el tema, pero ni Vicente Fox ni Cuauhtémoc Cárdenas tenían demasiado interés en llegar a un acuerdo. Ahora el problema será encontrar al hombre o la mujer que pudiera representar esa alianza. Una opción sería hacerlo con base en encuestas de popularidad (lo que le encantaría a Marcelo Ebrard), pero resultaría mucho más viable si se encuentra a algún personaje más o menos independiente que se pudiera postular. Según fuentes muy confiables en Los Pinos, en el PAN existen varios precandidatos que ya se han apuntado de una u otra forma a esa carrera, pero no se debería descartar, decían, que apareciera alguien independiente (“una suerte de Alejandro Martí que no fuera Alejandro Martí”). Y esa figura podría engarzar con todo un sector del perredismo. El otro sector del PRD, que podría ser muy importante, se lo quedaría, desde ya López Obrador, vaya su partido en alianza o no, porque ya ha anunciado su candidatura. Y él mismo sería, ese es su chantaje a la base y la dirigencia del PRD, el responsable de quitarle los votos suficientes a una hipotética alianza como para que la misma no prospere. Y le haría un enorme favor al PRI: le dejaría el camino libre de regreso a Los Pinos.

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