Esparza, el asquito y Yeidckol-Citlali
Columna JFM

Esparza, el asquito y Yeidckol-Citlali

Si no fuera tan trágica, no sería cómica la vida política del país? ¿No tendríamos que colocar a algunos de nuestros políticos como guionistas de humor en la televisión? Tres casos que, si no afectaran a millones, si no tuvieran tanta trascendencia, si no mostraran tanta doble cara, podrían ser parte de la picaresca nacional.

¿Si no fuera tan trágica, no sería cómica la vida política del país? ¿No tendríamos que colocar a algunos de nuestros políticos como guionistas de humor en la televisión? Tres casos que, si no afectaran a millones, si no tuvieran tanta trascendencia, si no mostraran tanta doble cara, podrían ser parte de la picaresca nacional.

El primero. Luego de varios meses de lucha política interna, la Secretaría de Gobernación se salió con la suya: alcanzó un acuerdo con el SME. Usted se preguntará por qué está mal, qué bueno que haya acuerdo. Pero el problema es que el mismo lo que provocará es que los restos de ese sindicato y su líder, Martín Esparza, se vuelvan nuevos ricos. Resulta que se acepta que en el SME haya nuevas elecciones, pero en ella sólo podrán participar los trabajadores que no aceptaron su liquidación, o sea, los incondicionales de Esparza que, además, vivieron todos estos meses recibiendo el subsidio de desempleo que les otorgó el Gobierno del Distrito Federal. Eso quiere decir que la oposición que representa Alejandro Muñoz no podrá participar en esa elección interna. Eso no sería problema si no fuera por el pequeño detalle de que entonces esa elección implicará que Esparza se quede con los bienes del sindicato, actualmente congelados y que suman, nada más y nada menos, 34 mil millones de pesos, entre cuentas y bienes inmuebles, producto del saqueo constante al que fue sometida la hoy desaparecida Luz y Fuerza del Centro. El acuerdo se hizo en Gobernación y deberá tener repercusiones dentro y fuera del gobierno. La mayor victoria política de esta administración, la desaparición de LyFC se convierte en un regalo multimillonario para el grupo de líderes sindicales que quebraron la empresa.

Segunda historia. El gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, quien hace algunas semanas sostuvo que los homosexuales y las lesbianas le daban “asquito”, ahora, quizá para reivindicarse a su manera de ese dicho, ha decidido que su gobierno financie tratamientos para “curar” la homosexualidad, mismos que imparte una organización religiosa. Por supuesto, uno no sabe qué es peor: que se utilicen recursos públicos con ese fin o que los funcionarios sean tan ignorantes como para no comprender que la homosexualidad no es una enfermedad. Solamente les falta que financien tratamientos para “curarse” de orígenes raciales o religiosos que no sean afines a la administración tapatía, para que no le provoquen “asquitos”.

Tercera historia. Otra vez la candidatura de Yeidckol Polevnsky, propuesta por Andrés Manuel López Obrador, para el gobierno del Estado de México. El problema con Yeidckol es añejo. En realidad, Yeidckol Polevnsky posee varias identidades, fue madre a los doce años, tiene dos edades y tres abuelos, según distintas actas de nacimiento que se divulgaron hace ya seis años.

Su nombre verdadero es Citlali del Carmen Ibáñez Camacho, nacida a las tres de la tarde del 25 de enero de 1958. Su padre es Cuitláhuac Ibáñez y su madre Guillermina Camacho, y su abuelo se llamaba Maximino Camacho, como consta en el acta emitida por el juez Agapito González el 3 de junio de ese año. Dicha acta se encuentra en el libro 9, foja 363, disponible en el Registro Civil del Gobierno del DF.

También es Citlali Ibáñez Ávila, nacida en la misma fecha, pero a las ocho de la noche, y su abuelo se llamaba Maximino Ávila Camacho (¿le suena el nombre?). Así se establece en el acta expedida en octubre de 1962, por Benigno Jiménez, del Juzgado Décimo, disponible en el libro 23, foja 208. Una tercera acta, emitida el 19 de abril de 1963 ante el juez décimo de Registro Civil, Manuel Andrés Pérez, registra a Citlali Ibáñez Ávila, pero el nombre de su abuelo es Maximino Ávila. En estos dos últimos registros su padre es Cuitláhuac Ibáñez y su madre Guillermina Ávila.

Desde adolescente usa la identidad de Yeidckol Polevnsky Gurwitz, nacida el 25 de enero pero de 1964. Las Citlalis nacieron en el hospital Santa Elena, en la colonia Roma del DF. Yeidckol, en cambio, en Mexicali, Baja California. Citlali tiene padres mexicanos. Yeidckcol es de ascendencia polaca.

Es verdad que éste puede ser un asunto estrictamente personal y que historias de familias rotas y disfuncionales hay muchas en México. Pero el problema de Yeidckol-Citlali no es sólo familiar, sino evidentemente político. Un candidato a gobernador no puede inventar su historia personal: buena o mala debe ser la sociedad la que defina si su personalidad y su historia lo hacen capaz de afrontar las responsabilidades para las que se está postulando. ¿Cómo confiar en alguien con distintas personalidades, que se inventa una historia personal y no la acepta hasta que los medios la divulgan? No importa: Yeidckol-Citlali es senadora y López Obrador la quiere en el Edomex. 

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