La otra guerra contra las drogas
Columna JFM

La otra guerra contra las drogas

La participación de Genaro García Luna días pasados en la comisión permanente del congreso tuvo una significativa diferencia respecto a las anteriores: al clima tradicional de legisladores que en su mayoría preguntan pero que no esperan respuestas, porque la comparecencia la conciben como un simple ejercicio ideológico, el secretario de seguridad pública agregó datos de desempeño policial muy útiles pero sobre todo de desempeño social que son cruciales para entender la situación.

La participación de Genaro García Luna, en días pasados en la Comisión Permanente del Congreso, tuvo una significativa diferencia respecto a las anteriores: al clima tradicional de legisladores que, en su mayoría preguntan, pero que no esperan respuestas, porque la comparecencia la conciben como un simple ejercicio ideológico, el dsecretario de Seguridad Pública agregó datos de desempeño policial muy útiles, pero sobre todo de desempeño social que son cruciales para entender la situación.

Existe conciencia de que el incremento de la inseguridad pública se da sin control de fuerzas estatales. Que la retracción de fuerzas locales (real, inducida o por falta de capacidad) genera mayor inseguridad y violencia y lo que más termina lastimando a la ciudadanía: las consecuencias son el robo, el secuestro, la extorsión.

En los hechos, como hemos dicho, existen dos guerras diferentes: la del narcotráfico y la del narcoconsumo. Una guerra, la que se hace contra los grandes cárteles, es la que se gana o se puede ganar manteniendo la presión actual; la otra, la que se realiza contra una multitud de pandillas en buena parte del país es la que se pierde porque es allí que la ausencia de policías locales rompe todo el equilibrio de seguridad.

¿Por qué se pierde la guerra del narcoconsumo? Porque el eje de la inseguridad (robos, secuestros, extorsiones) se relaciona con el consumo y el mercado interno.

El consumo de drogas, la lucha por el mercado interno se refleja en datos:

Entre los nacidos en el periodo 2002-2008: el incremento de quienes consumieron drogas aumentó a 5.5% en población abierta (la comprendida entre 12 y 65 años), entre las mujeres el consumo se duplicó.

Pero mientras tanto, 3.6 de nacidos entre 1942 y 1956 usaron drogas.

Y 5.7 de nacidos entre 1957 y 1971 usaron drogas.

Pero 8.1 de nacidos entre 1972 y 1982 usaron drogas con una edad de inicio de entre 11 y 12 años. Pensemos, solamente, que la edad de inicio de la vida sexual de nuestros chavos se da entre los 14, 15, 16, casi cinco años antes están consumiendo drogas.

Cuando se pregunta si se consumió “alguna vez” de 3.5 millones en 2002 a 4.5 millones en 2008 (un incremento de 28.9%) dijeron que más de una vez. Los verdaderamente dependientes, los adictos, también crecieron: en 2002 había 307 mil adictos, para 2008 son 465 mil personas, crecimiento de 51 por ciento.

Y sólo 16% de quienes consumen drogas habitualmente han recurrido al tratamiento.

Pero los datos que proporcionó Genaro García Luna son más delicados: según el secretario de Seguridad Pública federal, hoy, tres millones consumen mariguana; 1.7 millones cocaína y 367 mil anfetaminas.

¿Cuánto vale este mercado interno?

Ocho mil 780 millones de dólares, según Genaro García Luna.

Relación obvia de la violencia, las pandillas, los secuestros; la cadena delincuencial se da por una cifra, la impunidad: 98% del total de los delitos quedan impunes.

Todo esto repercutirá en 2012, ¿cómo intervendrá esto en las próximas elecciones presidenciales?

Hay que romper el círculo de extorsión, robo, secuestro. Existe una posibilidad de ruptura en el segundo semestre (como dijo el zar antidrogas Gil Kerlikowsky) de la guerra, más importante por la creciente desarticulación de Los Zetas y de La Familia. Pero lo importante es lo cotidiano: estrategias particulares y, para eso, el nuevo modelo policial y el mando único, que aún continúan paralizados en el Congreso.

Por cierto, la decisión de Rodrigo Medina de cambiar prácticamente todo su gabinete demuestra que está decidido a modificar las cosas y que es el primer paso para poder solucionar los problemas. En Nuevo León es donde aparentemente se está avanzando más en la búsqueda de complementar ese nuevo modelo, al tiempo que se trabaja con los ministerios públicos y los jueces. Lo que sucede es que lo complejo de la situación y la emergencia simultánea de esas dos guerras han provocado un deterioro institucional inédito en la que fue, hasta hace muy poco, una de las entidades más sólidas del país, una solidez, ahora lo vemos, con pies de barro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil