¿Quién quiere presidir el PRD?
Columna JFM

¿Quién quiere presidir el PRD?

Lázaro Cárdenas Batel no quería presidir el PRD para convertirse en una figura simbólica. Y mientras ese partido no defina con claridad su futuro, mientras no se establezca hacia dónde quiere ir y cómo, quien lo encabece será rehén de sus tribus. La convocatoria a Lázaro servía para colocar al frente del partido a uno de los pocos personajes que conservan un nombre y un espacio propios, fuera de la dinámica de enfrentamiento entre los grupos, de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.

Lázaro Cárdenas Batel no quería presidir el PRD para convertirse en una figura simbólica. Y mientras ese partido no defina con claridad su futuro, mientras no se establezca hacia dónde quiere ir y cómo, quien lo encabece será rehén de sus tribus. La convocatoria a Lázaro servía para colocar al frente del partido a uno de los pocos personajes que conservan un nombre y un espacio propios, fuera de la dinámica de enfrentamiento entre los grupos de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard.

Pero no se puede tener a un dirigente partidario que basa su capital político en la legitimidad personal, al mismo tiempo que el partido vive un enfrentamiento interno con diferencias tan notables, casi esquizofrénicas, que van desde desconocer al gobierno federal hasta hacer alianzas “que llegaron para quedarse” con el partido que encabeza ese gobierno.

En realidad, superado el tema Cárdenas Batel, las tribus están puestas para la lucha por el partido: el conflicto clave es el del lopezobradorismo contra Nueva Izquierda, la corriente que encabeza Jesús Ortega, actual presidente del PRD. Y el mismo pasa por el tema de las alianzas y de la candidatura presidencial: López Obrador sabe que mientras la dirigencia del partido esté en manos de Ortega o de Nueva Izquierda, su distancia hacia la candidatura aumenta pero, además, lo importante es que la dirigencia del partido, con la mayoría de la estructura estatal en sus manos, condiciona la operación de una campaña.

Por eso es tan importante para el futuro del PRD lo que vaya a ocurrir en el Estado de México. Olvidando, es casi una tradición, respetar cualquier normatividad electoral, Alejandro Encinas está en campaña desde hace tiempo, acompañado por López Obrador, recorriendo toda la entidad, mientras se supone que el perredismo no ha tomado aún la decisión de si irá con el ex jefe de Gobierno capitalino o si buscará una alianza con el PAN. La misma dependerá de que se encuentre o no a un candidato idóneo, y para eso todo indica que requerirían una ruptura interna en el PRI. Lo de Purificación Carpinteyro como candidata de unidad parece más una cortina de humo que una posibilidad real: todo puede suceder en la política nacional, pero pensar que el PAN aceptará como candidata a una mujer que fue despedida del gobierno federal en forma algo más que sonora y que además, con razón o sin ella, pues ese es otro tema, está procesada judicialmente por divulgar grabaciones telefónicas de un miembro del gobierno federal, suena un poco más que kafkiano.

Lo cierto es que el perredismo debe tomar decisiones y hacerlo rápido. Evidentemente, Nueva Izquierda y sus corrientes aliadas, si pueden, terminarán apostando por Jesús Zambrano para su candidato, pero saben también que así conservan tanto el control como mantienen la polarización. En el rincón opuesto no deja de resultar asombrosa (una vez más, no debería serlo en la política nacional) la fuerza que comienza a mostrar, cada vez menos disimulada, René Bejarano, ya olvidada en el perredismo toda la historia de los videoescándalos y del entonces dirigente llevándose hasta las ligas de las oficinas de Carlos Ahumada. En realidad, Bejarano siempre fue, y sigue siendo, uno de los operadores privilegiados del lopezobradorismo, y mantiene su fuerza en el DF, con lo que ha logrado establecer una relación por lo menos operativa con Ebrard. Que haya podido, en días pasados, reunir en un acto en torno suyo a representantes de la mayoría de las corrientes perredistas no deja de ser significativo, y que entonces se impulse abiertamente la candidatura a la presidencia del partido, de su esposa Dolores Padierna, es una consecuencia casi lógica.

Los demás nombres que suenan sólo tienen un punto en común. Repetir el esquema de Leonel Cota Montaño en 2005-2006: que haya un presidente del partido que no tenga representatividad real, para que sea quien esté al frente de la candidatura quien articule las cosas con base en su equipo de campaña. El costo que tuvo ese experimento para el PRD fue altísimo, pero en política siempre se tropieza dos veces con la misma piedra. Y en el perredismo eso parece ser algo más que una norma.

Hablando de lopezobradoristas. Me parece digno de parte de mi amigo Federico Arreola especificar con claridad que el rumor del supuesto alcoholismo del presidente Calderón fue un invento suyo lanzado sin ningún sustento, por la causa que fuera. Lo increíble es que quienes siguen manejando ese rumor como si fuera información ignoran la confesión de parte de Federico y no hemos tenido de esos impulsores la más mínima disculpa pública. Por cierto, el comunicador del que hablábamos el viernes que preguntó y publicó sobre la construcción de un bar en Los Pinos, no era Federico, sino su paisano Ramón Alberto Garza.

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