Frontera sur o casa sin cimientos
Columna JFM

Frontera sur o casa sin cimientos

La noticia fue ignorada en México como si tuviera poco o nada que ver con nuestra realidad: Wikileaks reveló esta semana cables de la embajada de Estados Unidos en Guatemala donde sostienen que la penetración de los cárteles mexicanos en ese país es tan profunda que podrían controlar más del 60 por ciento (en uno habla del 80 por ciento) de todo el territorio guatemalteco e incluso que Carlos Quintanilla, jefe de seguridad del presidente Alvaro Cólom, habría sido destituido de su cargo porque fue uno de los funcionarios que permitió el ingreso del cártel de los Zetas en ese país.

La noticia fue ignorada en México como si tuviera poco o nada que ver con nuestra realidad: WikiLeaks reveló esta semana cables de la embajada de Estados Unidos en Guatemala donde sostienen que la penetración de los cárteles mexicanos en ese país es tan profunda que podrían controlar más de 60% (en uno habla de 80%) de todo el territorio guatemalteco e incluso que Carlos Quintanilla, jefe de seguridad del presidente Álvaro Colom, habría sido destituido de su cargo porque fue uno de los funcionarios que permitió el ingreso del cártel de Los Zetas en ese país.

La rápida penetración que han hecho Los Zetas en Guatemala se explica, entre otras razones, por la cercanía de los fundadores de ese grupo criminal con ex integrantes de los kaibiles, el temido grupo antisubversivo de Guatemala. Unos y otros tuvieron origen militar y, mientras los fundadores de Los Zetas traicionaron a la institución armada y se convirtieron en sicarios y narcotraficantes, muchos de los kaibiles, que operaban sobre todo en la zona fronteriza con México, particularmente en Petén, literalmente se quedaron sin trabajo cuando concluyó la guerra civil en ese país y se convirtieron en jefes e integrantes de gavillas armadas, que fueron creciendo hasta convertirse en cárteles como el de Sayaxché. Paradójicamente, lo mismo sucedió con integrantes de grupos armados de la oposición que, ante la democratización del país, se quedaron con las armas y operando en el marco de la delincuencia. Por si fuera poco está comprobado que ex kaibiles, además, han entrenado a sicarios de Los Zetas.

Lo cierto es que la principal base de éste y otros grupos del narcotráfico mexicano está al sur de nuestra frontera, de una frontera de miles de kilómetros que casi en la mitad de su extensión no tiene control institucional alguno. Y si a eso sumamos la complicidad o la complacencia de muchas autoridades locales, el panorama es doblemente preocupante. En ese ambiente se pudo dar un gobernador como Mario Villanueva Madrid en Quintana Roo; viniendo de Chiapas, donde su familia mantiene ranchos en la zona de Benemérito de las Américas (el corazón de la frontera que del otro lado controlan Los Zetas) que en el pasado, según investigaciones oficiales, sirvieron para tráfico de armas, apareció en Cancún Greg Sánchez, el ex alcalde ahora preso en el penal de alta seguridad de Nayarit. Greg mantuvo una excelente relación con el ex gobernador Pablo Salazar, en un sexenio donde creció sin contrapesos la presencia de esos grupos en el estado y cuyo responsable de la seguridad, Mariano Herrán, traicionando confianzas institucionales muy añejas, terminó, según información oficial, colaborando con el narcotráfico. Hoy está en el mismo penal que Sánchez. ¿Cuánto sabe de todo esto, cuánto ha dicho a las autoridades Flavio Méndez, El Amarillo, jefe de Los Zetas para toda la frontera sur y detenido en Oaxaca hace unas pocas semanas?

Estamos muy atentos a nuestra frontera norte en términos de seguridad, pero los cimientos de una estrategia global en ese sentido se deben establecer en la frontera sur, porque desde allí entran drogas, se trafica con gente, llegan cada vez más armas (porque no provienen ellas sólo de Estados Unidos), se entrena a sicarios, se organizan grupos operativos, se lava dinero y se adquiere poder comprando y corrompiendo a ambos lados de la frontera, todo en un territorio que ni México ni Guatemala pueden controlar eficientemente. Hay gobernadores, como Juan Sabines, que han colaborado intensamente con el gobierno federal en ese ámbito, pero es evidente que no ha sido suficiente.

En este sentido, desde el gobierno de Miguel de la Madrid (en realidad, por lo menos en el papel, incluso desde antes) está el proyecto de establecer toda la red de comunicación en el Istmo de Tehuantepec, entre Salina Cruz y Coatzacoalcos, que además de un proyecto productivo muy importante que detonaría inversiones en toda la región, permitiría tener en la zona de La Ventosa una suerte de aduana interior que sirviera para el control de mercancías, drogas, armas y migrantes. Paradójicamente, hoy, en vez de ser esa una zona con un control público incrementado, está prácticamente abandonada y allí sucede de todo, incluido el secuestro masivo de migrantes.

Nunca le hemos puesto toda la atención que merece a la frontera sur.

Ahora, aunque sea por las exigencias básicas de la seguridad pública y la nacional, deberíamos hacerlo.

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