Edomex: la hora de las brujas
Columna JFM

Edomex: la hora de las brujas

En la vida y en la política, la esquizofrenia es una enfermedad grave que debe ser tratada adecuadamente, el PRD está en la disyuntiva de recuperar la salud, aunque el tratamiento lo debilite o perderse en los laberintos de la enfermedad. Mientras tanto en el PRI y en el PAN, respecto al estado de México, están tomando las cosas con un poco más de calma, aunque todos están jugando con los nombres y los tiempos. Saben que estos llegaron.

En la vida y en la política, la esquizofrenia es una enfermedad grave que debe ser tratada adecuadamente y el PRD está en la disyuntiva de recuperar la salud, aunque el tratamiento lo debilite, o perderse en los laberintos de la enfermedad. Mientras tanto, en el PRI y en el PAN, respecto al Estado de México, están tomando las cosas con un poco más de calma, aunque todos andan jugando con los nombres y los tiempos. Saben que éstos llegaron.

Se pregunta mi amigo Julián Andrade en su columna en La Razón, si la alianza vale destruir al PRD. Es una pregunta muy válida: en realidad sería ilógico que un partido que se supone tiene mayor cohesión interna se rompa por aliarse con otros con los que, por definición, tiene menores o, como en este caso, escasas, coincidencias. El problema es que el PRD ha incubado la semilla de la ruptura desde hace muchos años. Las corrientes que se crearon como líneas de pensamiento en realidad siempre reflejaron su origen: distintos partidos, corrientes, fuerzas que casi nunca se cohesionaron entre sí y que desde la salida, incluso forzada, de Cuauhtémoc Cárdenas, del escenario central, se abocaron a unificarse en torno a un líder bonapartista, López Obrador. Pasado 2006 y llevado por su ex candidato presidencial a un callejón sin salida, el partido inevitablemente ha estallado. La única opción para que siga unificado es, paradójicamente, que se autoinmole, se diluya y se ponga a las órdenes del movimiento que encabeza López Obrador. Los que se sienten líderes carismáticos no necesitan instituciones.

El PAN sabe, mientras tanto, que tiene opciones reales de llegar a una alianza con el PRD pro alianzas y que, discursos aparte, la mayoría de los miembros de ese partido prefieren una alianza competitiva antes que una candidatura simbólica. Hace seis años y pese a todo lo que se decía de Arturo Montiel, el PRI arrasó en el Estado de México y Enrique Peña Nieto, entonces un candidato poco conocido, se llevó casi 50% de los votos. El PAN presentó la increíble candidatura de Rubén Mendoza Ayala y el PRD la muy polémica de Yeidckol Polevnsky y cada uno de ellos obtuvo poco más de 26% de los votos. Saben que juntos pueden hacer una buena elección. Pero necesitan alguien que haga posible esa alianza.

La candidatura de Alejandro Encinas no funcionaría para una alianza del PRD con el PAN que no podría apoyar a quien fue el jefe de Gobierno que permitió y apoyó el bloqueo de la ciudad para protestar por la supuesta ilegitimidad del triunfo electoral de 2006 y quien es, abiertamente, el candidato de López Obrador. Si no hubiera alianza, entonces Alejandro podría mantenerse como una opción aceptable para todos los grupos internos, pero su frontera será como la de Yeidckol en 2005, cercana a 25 por ciento.

En el PAN siguen manteniendo dos cartas si no hay alianza: Luis Felipe Bravo Mena y Ulises Ramírez, y cualquiera de ellos sería mejor candidato que Mendoza Ayala, pero según las encuestas es difícil que superen la cota de la pasada elección. Recordemos un punto que no es menor: hace diez años, cuando llegó Fox al poder, el PAN gobernaba a 50% de los mexiquenses, hoy gobierna a cinco por ciento. La esperanza en el panismo sigue puesta en que Josefina Vázquez Mota dé un giro a su estrategia personal y acepte la candidatura para el Estado de México. Es evidente que las aspiraciones de la coordinadora de los diputados panistas están puestas en Los Pinos más que en Toluca, no porque desprecie a la segunda sino porque cree que tiene posibilidades en la primera. El punto es que, como van las cosas, la única opción que parece viable para una alianza PAN-PRD en el Estado de México es Josefina, la mejor colocada en las encuestas entre la oposición y que, debido a su perfil, podría ser aceptada por el perredismo aliancista. Es una aventura (como también la candidatura presidencial) pero, como alguien le ha dicho a Josefina, si se hace y gana, sería la Peña Nieto de 2018. La decisión está únicamente en sus manos.

Mientras tanto, en el PRI dicen que hay cinco candidatos a la gubernatura, pero en realidad a estas alturas parece que quedan sólo dos, ambos alcaldes de geografías políticas y personales muy distintas: el presidente municipal de Ecatepec, dos veces alcalde, dos veces diputado local, Eruviel Ávila, y su homólogo de Huixquilucan, Alfredo del Mazo, cuyo padre y abuelo fueron gobernadores de la entidad. Uno, con fuerte arrastre local y popular; el otro, de magníficas relaciones con los grupos de poder locales. La única condición que tendría que establecer el PRI a la hora de decidir es cuál de ellos puede derrotar a la oposición, con o sin alianza. La lealtad con Peña, a estas horas, tendría que estar asegurada con cualquiera de ellos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *