De visita en la Casa Blanca
Columna JFM

De visita en la Casa Blanca

La captura del considerado autor intelectual del asesinato del agente estadounidense Jaime Zapata a unas horas del encuentro entre el presidente Felipe Calderón y su homólogo estadounidense Barack Obama, sin duda colaborará para la distensión de esa reunión que necesariamente deberá redefinir varios aspectos de la relación bilateral, en el ámbito de la seguridad pero también más allá.

Para mi queridísima amiga Alejandra Sota, con un abrazo solidario.

La captura del considerado autor intelectual del asesinato del agente estadunidense Jaime Zapata, a unas horas del encuentro entre el presidente Felipe Calderón y su homólogo estadunidense Barack Obama, sin duda colaborará para distender esa reunión que necesariamente deberá redefinir varios aspectos de la relación bilateral, en el ámbito de la seguridad, pero también más allá.

Olvidada aquella extraña opinión de que el presidente Calderón había sido “convocado” a la Casa Blanca, luego del asesinato del agente Zapata (lo cierto es que el encuentro estaba planeado desde semanas atrás, para evaluar lo realizado en términos de seguridad bilateral), lo que se deberá plantear en estas horas en Washington es la forma en la que se trabajará en el futuro en la relación bilateral, en estos años clave para la reelección o no de Obama. Que el encuentro se dé en medio de la importantísima rebelión en los países árabes y ante la inminente (esperemos que así sea) caída de Gadhafi, donde los intereses de Estados Unidos son tan altos, no deja de ser significativo y refleja, también, la importancia que el tema de la seguridad en México implica para la Unión Americana, sin descartar la migración, sobre todo cuando están comenzando a profundizarse las tendencias racistas, como las de Arizona, cuyo gobierno está empeñado en dar una vuelta de tuerca tan brutal en la política migratoria, que viola hasta la esencia de la Constitución estadunidense.

El asesinato de Zapata fue utilizado por algunos sectores para ahondar esa tendencia, pero la misma fue frenada a nivel federal por distintas declaraciones que pusieron en perspectiva el tema, sobre todo por el jefe del comando norte, el almirante James Winnefeld, quien recordó que Estados Unidos había perdido a un agente, pero que México había perdido dos mil en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, lo que quedó en claro es que los ataques contra Estados Unidos no eran casuales, como lo confirmó la detención, en Saltillo, de Sergio Mora, apodado El Toto, jefe de la operación de Los Zetas en San Luis Potosí y quien confesó haber ordenado ese ataque.

Entonces, no era descabellada la tesis de Janet Napolitano cuando dijo que le preocupaba que, por alguna razón, aunque fuera netamente económica, algún día pudiera darse un acuerdo entre un grupo terrorista tipo Al-Qaeda y un cártel mexicano, sobre todo Los Zetas.

Ahora es una oportunidad para establecer con mucha mayor precisión la cooperación bilateral en esos temas. Porque hay hechos que el gobierno mexicano puede reprocharle también al estadunidense. Qué bueno que se haya realizado un macrooperativo en varias ciudades de Estados Unidos contra cárteles mexicanos, para desarticular redes de narcotraficantes de México en ese país, con altas cifras de detenidos y decomisos de drogas y dinero, en represalia, como se dijo, por el asesinato del agenteZapata. Pero, si se pudo tomar esa represalia, es porque se tenía la información previamente, entonces, ¿por qué no se la utilizó antes e independientemente del asesinato del agente de EU? Porque la desarticulación de las redes del narcotráfico en Estados Unidos es clave para secar a los cárteles en México que viven de los recursos y las armas que reciben del otro lado de la frontera.

Se asegura que en Estados Unidos no querían realizar un ataque frontal contra los cárteles dentro de su territorio, para que no se contagiara la violencia hacia el norte, pero la misma ya traspasó la frontera e, igual de grave, comenzó a atacar los intereses y a las personas de Estados Unidos de este lado.

Se requieren mayores compromisos y operaciones conjuntas para atacar un fenómeno que no va a respetar una línea limítrofe. Es más, el arma con la que se asesinó a Zapata, como la enorme mayoría de las que usan los narcotraficantes en México, según una investigación de las autoridades estadunidenses, es originaria de ese país, fue comprada en una tienda en Texas e introducida ilegalmente a México. Los contrabandistas, de quienes no se dieron a conocer los nombres, ya están detenidos y son también estadunidenses. El desafío es cada día más bilateral.

Por eso importa la visita a la Casa Blanca, pero también el encuentro con el nuevo liderazgo republicano en el Capitolio, porque es allí de donde tendrán que salir muchas soluciones en este ámbito.

Siempre se dice que este tipo de visitas son más para las relaciones públicas que con el fin de obtener resultados serios, pero en esta ocasión debería quedar en claro que, si se trata realmente de una reunión de trabajo, habrá muchísimo que hacer por delante.

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