Rápido, furioso e inútil
Columna JFM

Rápido, furioso e inútil

Mientras se discutían en el comité de adjudicaciones del senado estadounidense los recursos para la Iniciativa Mérida, que serán menores en el 2012 que en el año actual, en el que fueron menores que en el 2010, la secretaria de Estado de la Unión Americana, Hillary Clinton, dijo que cuando Estados Unidos comenzó su cooperación antinarcóticos en Colombia la situación era “peor en muchas maneras” de lo que es ahora en México, debido a la alianza de las FARC con los carteles y a los centenares de miles de desplazados por la violencia. “En México, agregó Clinton, la violencia es horrible pero más limitada. No hay numerosos desplazados internos”.

Mientras se discutían en el comité de adjudicaciones del senado estadounidense los recursos para la Iniciativa Mérida, que serán menores en el 2012 que en el año actual, en el que fueron menores que en el 2010, la secretaria de Estado de la Unión Americana, Hillary Clinton, dijo que cuando Estados Unidos comenzó su cooperación antinarcóticos en Colombia la situación era “peor en muchas maneras” de lo que es ahora en México, debido a la alianza de las FARC con los carteles y a los centenares de miles de desplazados por la violencia. “En México, agregó Clinton, la violencia es horrible pero más limitada. No hay numerosos desplazados internos”.

Y es verdad. La situación que se vivió en aquellos años, cuando se lanzó el Plan Colombia, impulsado precisamente por el esposo de la señora Clinton, el entonces presidente William Clinton, era terrible en Colombia, con una virtual guerra civil que provocó enormes matanzas entre la población civil y el desplazamientos de cientos de miles de personas. Había muchos otros componentes diferentes a los que vive hoy México, desde una presencia mucho mayor de la narcopolítica hasta la virtual imposibilidad de transitar por carretera apenas unos kilómetros fuera de las grandes ciudades del país. Eso es lo que ha ido cambiando en Colombia con una lucha feroz del Estado contra los grupos criminales y las FARC pero también con una participación firme y decidida de la sociedad que desterró muy rápido la idea de que esa era, por ejemplo, “la guerra de Alvaro Uribe”, el ahora ex presidente de Colombia que logró modificar en forma decisiva aquel estado de cosas.

El diagnóstico de Clinton es correcto pero las acciones que se implementan para enfrentarlo en muchas ocasiones no lo son. Hace días, decíamos que era ridículo que se nos dijera que, como represalia por la muerte del agente de aduanas Jaime Zapata, se había lanzado una redada en varios estados de la Unión Americana con la detenición de más de 500 delincuentes ligados a cárteles mexicanos, con el decomiso de drogas, armas y dinero. Ridículo porque no se puede implementar un operativo de esas características sin tener información previa: las autoridades la tenían, pero no la utilizaron. Ahora con la operación Rápido y Furioso, resulta increíble que se hayan dejado entrar unas dos mil armas de alto poder a México, supuestamente para seguirle el rastro y llegar a los verdaderos traficantes de armas y que se le hubiera perdido la pista a todas ellas. O que se nos diga como ayer la secretaría de seguridad interior de los Estados Unidos, Janet Napolitano, que ella no tenía noticias de esa operación y que según versiones de prensa, que no han sido desmentidas, que una de esas armas haya sido la que mató al agente de aduanas estadounidense Zapata.

Estados Unidos en Colombia hizo una apuesta altísima con una convicción: primero, que debía frenar tanto el avance del narcotráfico como la virtual alianzas de esos grupos con las FARC. Segundo, que el gobierno colombiano les brindaría todo tipo de facilidades para avanzar en esa colaboración, entre otras razones porque tanto la historia como la percepción es muy diferente a la existente en México, lo que permitió una presencia militar que, con o sin razón, sería inimaginable en nuestro país, por lo menos en la actualidad. Y tercero porque ese fenómeno se daba a varios miles de kilómetros de la frontera sur de los propios Estados Unidos. Los gobiernos americanos han estado todos estos años tratando de contener el avance de los grupos criminales, a administrar el problema y sin darle la importancia debida al desafío que implican los cárteles en su frontera y dentro de su propio país. Operaciones como Rápido y Furioso, la demostración de que se tiene información contra los operadores de los cárteles que no se utiliza para no generar conflictos internos, debates sobre los apoyos reales a México, casi siempre decrecientes, deterioran la relación bilateral que es decisiva en este sentido. Y para colmo, los cables de Wikileaks.

La alianza de Salazar

El ex gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchia, quiere ser candidato a senador en Chiapas en una alianza del PAN, PRD, PT y Convergencia. Ha reactivado contactos y relaciones con ese fin, en un marco de duro enfrentamiento con su sucesor Juan Sabines. El problema es que hay continúa guardada en averiguaciones de la PGR, sus relaciones, añejas, con Greg Sánchez, el ex alcalde de Benito Juárez en Quintana Roo, originario de Chiapas, y en las carpetas políticas, la reconstrucción proclamada pero nunca realizada, millonaria en recursos federales, por los daños ocasionados por el huracán Stan, que devastaron la costa chiapaneca. Y la elección chiapaneca, habrá que recordarlo, coincidirá con la federal del 2012.

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