No es la pobreza, es la desigualdad
Columna JFM

No es la pobreza, es la desigualdad

El PRI, y siguiendo sus pasos el PRD, ya ha definido cuál será su principal argumento de confrontación con el gobierno federal y con el PAN de cara a las elecciones del 2012: no será necesariamente la seguridad, aunque ella también participará del debate electoral, sino la pobreza, se debatirá sobre lo que se ha avanzado o no en materia social en los últimos diez años, que serán doce para el momento netamente electoral.

El PRI, y siguiendo sus pasos el PRD, ya ha definido cuál será su principal argumento de confrontación con el gobierno federal y con el PAN de cara a las elecciones del 2012: no será necesariamente la seguridad, aunque ella también participará del debate electoral, sino la pobreza, se debatirá sobre lo que se ha avanzado o no en materia social en los últimos diez años, que serán doce para el momento netamente electoral.

Creo que tanto el PRI (y el PRD aunque su lógica es otra) como el gobierno federal se equivocan al polarizar tanto sus posiciones en este tema. Ni es verdad, como dicen los priistas y repiten los perredistas, que ha aumentado la pobreza en forma significativa en los últimos diez años, ni tampoco es verdad que la misma haya tenido una transformación real en la última década. Se están equivocando ambos porque están partiendo de una visión estrecha, excesivamente ideologizada de este debate, en el cual no hay forma de llegar a acuerdos.

En México los programas sociales aplicados en la última década que en realidad comenzaron desde el gobierno de Salinas de Gortari con el programa de Solidaridad y continuarán, con distintos esquemas, más o menos acertados con Zedillo y Fox, han disminuido efectivamente la brecha de pobreza: no es una ocurrencia, se desprende de los datos del último censo, entre otros estudios serios del mapa social del país. No es verdad que la pobreza haya aumentado significativamente en el país, incluyendo el hecho objetivo, que no tuvo por primera vez ninguna causa interna, de que se vivió una crisis económica de carácter mundial, donde México sufrió una caída histórica del PIB que, si no se hubieran tomado las medidas pertinentes, hubiera tenido costos mucho mayores aún. Ese es un dato duro, que no puede soslayarse, como tampoco se puede negar que ha habido avances en distintos ámbitos, sobre todo en salud, que marcan una diferencia con el pasado.

¿Cuál es entonces el problema?. En que no somos más pobres como país, eso es falso. El problema es que seguimos siendo un país profundamente desigual: esa brecha de desigualdad es la que no se ha podido cerrar. Y eso debería ser motivo de una debate serio donde confluyeran diferentes fuerzas e intenciones y no de debates televisivos bastante vacíos de sentido. Porque el punto es que mientras no se realizan toda una serie de reformas realmente de fondo, estructurales, en el ámbito fiscal, energético, laboral, no se reducirá la desigualdad, aunque se tenga avances en la lucha contra la pobreza. La medida de éxito de una sociedad no se da en saber si hay más pobres o no, eso siempre resultará relativo y puede ser cuestionable porque se debatirá, en última instancia, el sistema, la forma en que se mide la pobreza. La medida del éxito está en la disminución de la brecha de desigualdad: la sociedades que tienen mejor calidad de vida son las que tienen menores espacios entre los más pobres y los más ricos. Por eso las naciones escandinavas tienen mucha mejor calidad de vida que los Estados Unidos, por ejemplo.

Y por eso es absolutamente falso, es un error, colocar a países como Rusia y China e incluso, con muchos más matices, la India, como ejemplo, como parámetros de desarrollo, como hace unos días hizo Marcelo Ebrard. Sin duda China, por ejemplo, es un paradigma de crecimiento económico, pero su modelo sería imposible de implementar en México: ¿alguien se imagina a México con censura previa de prensa, radio, televisión e incluso Internet, con medios sólo públicos que puedan cubrir toda la información autorizada del país más grande del mundo?¿alguien se imagina a México con un partido único, teniendo terminantemente prohibida cualquier oposición?¿alguien se imagina que sea el gobierno el que firme los contratos de producción con los inversionistas extranjeros, sin que los trabajadores tengan derecho alguno más que el de trabajar, trabajadores que incluso son contratos directamente por el gobierno, no por los empleadores, cobrando lo que acuerda estrictamente el inversionista extranjero con el gobierno?¿alguien quiere tener un país donde la calidad de vida y el desarrollo es una historia de triunfo para 200 millones de habitantes mientras que otros mil millones no están ni siquiera enterados de ella?

Lo que esas naciones no pueden soslayar es que su crecimiento no ha impedido que se profundice la desigualdad. Y algo similar nos ocurre a nosotros. México no es más pobre, es igual de desigual que antes. Y ante ello, más que el debate estéril, debería haber un esfuerzo global y unificado de todas las fuerzas políticas, del gobierno y de sus oposiciones. Pero en nuestro caso, la mezquindad y la cerrazón se suelen imponer sobre el simple sentido común. Pensamos siempre en la próxima elección, jamás en la próxima generación.

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