La clase política de Peña
Columna JFM

La clase política de Peña

Mientras el PRD y el PAN han buscado la forma de hacer lo más complejo posible su proceso de selección de candidatos al Estado de México, el PRI sigue operando para consolidar, a partir de esta elección, a su estructura partidaria pensando, en realidad, en julio del 2012, en los comicios presidenciales. La enorme diferencia es que en todos estos meses, mientras panistas y perredistas están pensando en cómo sacar un candidato local y como terminar de deshacerse de las alianzas, mientras el PRD en particular va a terminar trabajando para que de alguna forma se pueda comprobar la indemostrable residencia de cinco años de Alejandro Encinas en ese estado, el PRI está armando el equipo de campaña de Eruviel al tiempo que reacomoda sus fichas en el congreso y en el Comité Ejecutivo Nacional.

Mientras el PRD y el PAN han buscado la forma de hacer lo más complejo posible su proceso de selección de candidatos al Estado de México, el PRI sigue operando para consolidar, a partir de esta elección, a su estructura partidaria pensando, en realidad, en julio del 2012, en los comicios presidenciales. La enorme diferencia es que en todos estos meses, mientras panistas y perredistas están pensando en cómo sacar un candidato local y como terminar de deshacerse de las alianzas, mientras el PRD en particular va a terminar trabajando para que de alguna forma se pueda comprobar la indemostrable residencia de cinco años de Alejandro Encinas en ese estado, el PRI está armando el equipo de campaña de Eruviel al tiempo que reacomoda sus fichas en el congreso y en el Comité Ejecutivo Nacional.

Cuando el sábado Avila se convirtió oficialmente en el candidato del PRI, Luis Videgaray ya no sólo era su coordinador de campaña sino también el presidente del partido en el estado de México. Su antecesor Ricardo Aguilar ya estaba en el comité ejecutivo nacional como secretario de organización. Como delegado del mismo CEN en el estado llegó el ex gobernador de Hidalgo, Miguel Osorio Chong, que será una figura central en toda la operación de Enrique Peña Nieto. En la comunicación social de Eruviel está Roberto Calleja, uno de los mejores comunicadores que ha tenido el PRI en muchos años. En el espacio que dejó Videgaray en la cámara de diputados llegó, para sorpresa de muchos, Alfonso Navarrete Prida, que no es precisamente un especialista en temas presupuestales pero es de toda la confianza de Peña Nieto y al lugar que dejó Navarrete, llegó el también mexiquense (y otro al que buscaron tentar para la alianza PAN-PRD) Manuel Cadena.

Eso implica un control absoluto de todas las principales posiciones de la campaña de parte de gente de Peña Nieto que, además, conserva todas las posiciones que tenía en la cámara de diputados con gente de su confianza y comienza a fortalecer las propias en el comité ejecutivo del PRI, donde, por ejemplo, muchos ex gobernadores aspiraban a ocupar la plaza que quedó en manos de Aguilar.

Cuando se designó a Eruviel Avila decíamos que Peña Nieto estaba armando, desde ahora, más que el equipo, la clase política que lo acompañará en el futuro. El propio Avila, Roberto Sandoval en Nayarit, por supuesto Humberto Moreira, pero también Roberto Borge en Quintana Roo o Javier Duarte en Veracruz serán parte de esa clase. Pero el trabajo más personal pasará y lo demuestran estas designaciones, por Miguel Osorio Chong y Luis Videgaray, entre otros. Hay quienes dicen que allí ya está definida la dupla que manejará la Gobernación y la Hacienda pública si Peña gana la elección del 2012. No lo sé, nadie puede saberlo porque falta mucho para eso. Pero esos sí son los perfiles que Peña evidentemente prefiere para consolidar su propia clase política.

Hay algunos puntos que sin embargo deberá tomar en cuenta. Primero, debe abrir espacios para muchos que no son directamente de sus equipos pero que deben ser sus aliados si busca ganar la elección y gobernar con consensos amplios. Aquí recordábamos que el último priista que logró hacer aquel ejercicio al inicio de su gobierno (aunque al final las diferencias políticas y las ambiciones, de la mano con la violencia rompieron todo el esquema) fue Carlos Salinas.

Este llegó a la presidencia en 1988, con su equipo de funcionarios muy jóvenes y con experiencia relativa en el gobierno (como muchos de los que ahora están trabajando con Peña) pero realizó amarres muy importantes con personajes tan lejanos de esos equipos como Fernando Gutiérrez Barrios o Javier García Paniagua, Javier Coello Trejo o Enrique Alvarez del Castillo. Salvo posiciones muy definidas con Manuel Camacho en el DF, Luis Donaldo Colosio en el PRI o Pedro Aspe en Hacienda, gran parte de la clase política que llegó y en buena medida creó Salinas, comenzó en subsecretarías o posiciones intermedias desde donde crecieron a los principales puestos de decisión meses o años después. El proceso fue insuficiente, como decíamos, para mantener la cohesión de ese equipo; 1994 lo hizo estallar en pedazos, pero el ejercicio fue en muchos sentidos válido y ahora lo intenta repetir Peña Nieto que para hacerlo, tendrá que darle espacio a figuras que son todavía, algunos, sus competidores, como Manlio Fabio Beltrones, con todo el peso y equipo que carga el sonorense, o sus amigos como Emilio Gamboa, que tienen sus propios juegos. Si Peña no se equivocó con la designación de Eruviel menos debe equivocarse en ese proceso, menos espectacular pero más trascendental para su futuro.

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