López Obrador se queda con todo
Columna JFM

López Obrador se queda con todo

Lo ocurrido en el estado de México definió los escenarios para las elecciones presidenciales del 2012, por lo menos en el PRI y en el PRD. En el priismo tendría que ocurrir algo demasiado extraño para que Enrique Peña Nieto no sea el candidato presidencial del tricolor, independientemente de que se tendrán que establecer los equilibrios internos en torno a esa candidatura.

Para mi padre, Emilio, hoy como siempre

Lo ocurrido en el estado de México definió los escenarios para las elecciones presidenciales del 2012, por lo menos en el PRI y en el PRD. En el priismo tendría que ocurrir algo demasiado extraño para que Enrique Peña Nieto no sea el candidato presidencial del tricolor, independientemente de que se tendrán que establecer los equilibrios internos en torno a esa candidatura.

En el PRD me temo que Marcelo Ebrard perdió, en unos días, toda la ventaja que había acumulado a lo largo de un políticamente muy exitoso 2010. López Obrador ganó todo: impuso candidato en la persona de Alejandro Encinas y, por si a alguien se le ocurre hacer cumplir la ley electoral y no se le permite participar por no cumplir con los requisitos de residencia, ahí está Yeidckol Polenvsky, lista para reemplazarlo. La opinión de la dirigencia perredista del estado de México fue olímpicamente ignorada: a nadie le importó. Pero el trabasqueño fue por mucho más: no ganó la presidencia del PRD, era imposible que le ganara a Jesús Zambrano, pero en los hechos se quedó con casi todo: colocó a Dolores Padierna como secretaria general; a su esposo, René Bejarano no sólo lo rehabilitó sino que además lo colocó en el comité nacional del partido, ambos se han dedicado a golpear a Zambrano y dejarlo literalmente fuera de la jugada, han erradicado la estrategia de las alianzas con el PAN y han dejado el escenario preparado para la candidatura presidencial de López Obrador.

Ahora bien, nada de eso se hubiera podido hacer sin la complicidad de Marcelo Ebrard. El jefe de gobierno decidió que no apostaría por la confrontación en la elección interna del PRD y allí abandonó a los Chuchos y a las alianzas que unos días antes había dicho que “habían llegado para quedarse” y me temo que en los hechos dejó atrás también buena parte de sus posibilidades presidenciales. ¿Por qué? Porque al endurecer su discurso, al aceptar a personajes como Padierna y Bejarano en la dirigencia partidaria, al darle luz verde a los argumentos antialiancistas más cerriles, en los hechos Ebrard ha legitimado todo el discurso lopezobradorista: y si de eso se trata, si esa es la línea que manejará en el 2012 el PRD, mejor que sea el propio López Obrador el candidato. No en vano éste ya ha anunciado, la próxima “reconciliación” del perredismo, en torno, por supuesto, a su figura.

Como ya hemos dicho, la decisión de Ebrard se basa en cálculos objetivos: el 2012 no lo está viendo el jefe de gobierno como su última oportunidad y sabe que compitiendo por el PRD, en el escenario actual, ese partido tiene muchas menos oportunidades que en el 2006, y si triunfa el PRI en esos comicios, la retórica aliancista podría ser muy viable para el futuro. Por lo pronto tiene que consolidar fuerzas propias en su partido y crear una base política que no tiene. En ese sentido, dejarle su espacio a López Obrador no es necesariamente una mala estrategia.

El problema es que, una vez más, se cree que habrá de alguna forma reciprocidad, que los duros, si no prospera su oportunidad, se harán a un lado, que López Obrador será generoso con los espacios que él o su gente pierdan, incluso en el estado de México. No será así, esa no es su naturaleza.

Lecciones peruanas

Para comprender que es lo que están haciendo el PRD y el PRI de cara a los comicios del 2012 hay que observar lo que sucedió este domingo en Perú. Primera vuelta electoral y dos candidatos, los dos de un extremo populismo, se terminarán disputando la presidencia en unas semanas. Por una parte Ollanta Humala, un destacado discípulo de Hugo Chávez, intento de golpe militar incluido, que ya había perdido las elecciones hace cuatro años. Y por otra parte Keiko (así se llama) Fujimori, la hija del ex presidente encarcelado por corrupción y violación de los derechos humanos, Alberto Fujimori. Populismo de izquierda y de derecha que dejó fuera a los demás candidatos que tenían, de una u otra forma, líneas de continuidad con la actual política económica, la más exitosa que ha tenido Perú en muchos años. ¿Qué falló?. Lo mismo que está fallando en México: sin cambios estructurales que vayan mucho más allá de lo cosmético, no sirve de nada la política social aunque sea acertada: en México hoy hay menos pobres que hace diez años, pero la gente cree que hay más; la clase media ha crecido, pero la gente siente que está desapareciendo. Para abatir la desigualdad se requieren cambios más profundos, en la economía, en lo comercial, en la competitividad, en la energía, en lo fiscal, en la educación, en la gobernabilidad. Eso es lo que modifica las expectativas y lo que explica porqué en Brasil, aplicando programas sociales copiados de México, la gente cree que su situación sí ha mejorado sustancialmente y en Perú (o en México) con éxitos macroeconómicos muy importantes, la gente siente que está retrocediendo. La clave es la desigualdad, no la pobreza.

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