El sindicalismo fascistoide
Columna JFM

El sindicalismo fascistoide

Electricistas, que con los grupos criminales, con los actores políticos o con los económicos. Se pude incendiar automóviles en las calles o incendiar pueblos en la sierra de Durango; se pueden violar las leyes electorales y ser candidato sin cumplir los requisitos básicos o quebrar una aerolínea y seguir vendiendo pasajes aunque se sepa que no se podrán utilizar y no pasa nada. Mientras la impunidad siga siendo una norma, la sociedad estará lejos de poder consolidar sus instituciones y fortalecer el estado de derecho y la gobernabilidad.

El verdadero problema es la impunidad. Se da lo mismo con el Sindicato Mexicano de Electricistas, que con los grupos criminales, con los actores políticos o con los económicos. Se pude incendiar automóviles en las calles o incendiar pueblos en la sierra de Durango; se pueden violar las leyes electorales y ser candidato sin cumplir los requisitos básicos o quebrar una aerolínea y seguir vendiendo pasajes aunque se sepa que no se podrán utilizar y no pasa nada. Mientras la impunidad siga siendo una norma, la sociedad estará lejos de poder consolidar sus instituciones y fortalecer el estado de derecho y la gobernabilidad.

Lo sucedido con el SME es parte de una provocación que sería ridícula sino adquiriera cada vez más rostro de tragedia. Hay más de mil denuncias presentadas contra miembros del SME en los últimos 18 meses, y van desde intentos de homicidios hasta ataques contra instalaciones del estado. Las agresiones a ciudadanos, periodistas, trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad, son cosa de todos los días y las autoridades locales simplemente los protegen, mientras que las federales se quejan pero los siguen recibiendo para negociar no sé qué cosa en Gobernación.

Lo de esta semana rebasó todas las anteriores cuotas de violencia. Gente arrancada de sus automóviles para que éstos fueran utilizados como arietes contra las fuerzas de seguridad y luego quemados; trabajadores de la CFE golpeados; periodistas agredidos a los que se les robó su equipo de trabajo. Lo insólito es que, como se puede apreciar en las imágenes de esos actos vandálicos, los manifestantes eran apenas un puñado que no llegaban ni a las mil personas; lo incomprensible es que después de todas esas acciones violentas se les permitió seguir ocupando las calles y bloqueando la circulación por horas, hasta que llegaron a la secretaría de Gobernación, a la que también quisieron tomar por la fuerza, y de allí al Zócalo, donde mantienen con la tolerancia de las autoridades un plantón permanente. Pero no alcanzaba con ello, entonces intentaron tomar Palacio Nacional, atacando a los policías federales que lo resguardan y arrojándoles explosivos. Dijeron que era en protesta por los “compañeros” detenidos, al mismo tiempo que los dirigentes del propio sindicato decían que en realidad se trataba de “provocadores”. Los hechos fueron tan evidentes, existen tantas imágenes que demuestran que la única provocación fue la realizada por Martín Esparza y su gente, que las propias autoridades capitalinas tuvieron que salir a decir que no era verdad, que todos los detenidos son miembros del sindicato y que, ahora sí, se les aplicará todo el peso de la ley.

Aunque quien sabe. Agresiones y actos vandálicos como éstos ha habido muchos. Dicen los dirigentes del SME y lo repiten algunos medios, que se trata de acciones desesperadas por haber perdido su fuente laboral y no tener alternativas. Es falso: la mayoría de los trabajadores de la desaparecida Luz y Fuerza del Centro, cobraron sus liquidaciones y se han reubicado en el mercado laboral, muchos de ellos trabajando para la propia CFE o para empresas que son contratadas por ella. Los que no aceptaron ni la liquidación ni ninguna otra opción laboral, son los seguidores de Esparza, que fueron engañados por la dirigencia del sindicato con el argumento de que les crearían una nueva empresa. Era y es falso: nadie quiere una empresa con un sindicato que tiene el contrato colectivo más abusivo del país y que generaba pérdidas por 75 mil millones de pesos al año. No es desesperación laboral, es chantaje de los dirigentes para mantener una base de movilización donde lo que está en juego son los recursos del propio sindicato: miles de millones de pesos que sus dirigentes quieren seguir detentando.

Porque, además, habría que preguntarse de dónde salen los recursos para mantener estas movilizaciones, y para que esos mismos manifestantes puedan mantener plantones de semanas o meses. La mayoría de ellos reciben, aunque han traspasado con amplitud el límite legal para seguir cobrándolo, el seguro de desempleo que otorga el gobierno del DF. Los dirigentes tienen otro nivel de vida: Esparza goza de sus empresas y ranchos; su vocero Fernando Amézcua de sus vacaciones, sin duda merecidas, en Grecia.

En última instancia estos señores y sus seguidores pueden escoger el destino que deseen. Lo que no es admisible es que utilicen la violencia en forma cada vez más abierta, que agredan, golpeen, incendien, amenacen y que no pase nada. O que en su nuevo discurso (necesita equipararse a los Bejarano-Padierna)  el presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, los justifique. La violencia como forma de hacer política se escuda siempre en la impunidad. Así nacieron, crecieron y se desarrollaron, no hace mucho, los grupos del fascismo.

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