Ni Newton ni Einstein, impunidad
Columna JFM

Ni Newton ni Einstein, impunidad

En tres días consecutivos de la semana pasada, Luis Felipe Bravo Mena, el candidato del PAN a la gubernatura del estado de México sufrió tres agresiones, dos de integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, una de las cuales le obligó a suspender un acto de campaña, y la otra de un grupo de, se supone, militantes de ultras de la universidad nacional. Las tres agresiones fueron condenadas por todos los partidos y ayer el propio secretario de gobernación, Francisco Blake Mora, pidió una campaña civilizada a los contendientes. Pero no hay ni un detenido, ni un acusado por esas acciones.

En tres días consecutivos de la semana pasada, Luis Felipe Bravo Mena, el candidato del PAN a la gubernatura del Estado de México sufrió tres agresiones, dos de integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas, una de las cuales le obligó a suspender un acto de campaña, y la otra de un grupo de, se supone, militantes de ultras de la Universidad Nacional. Las tres agresiones fueron condenadas por todos los partidos y ayer el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, pidió una campaña civilizada a los contendientes. Pero no hay ni un detenido ni un acusado por esas acciones.

Si las encuestas no mienten, Bravo Mena no está ni remotamente en condiciones de ganarle la elección del 3 de julio al priista Eruviel Ávila, tampoco el contendiente de la izquierda, Alejandro Encinas, pero ello no debe minimizar lo que está sucediendo. Locos siempre hay, pero lo que nos debe preocupar es la impunidad. Ya sabemos lo que sucede cuando la violencia se hace presente en unos comicios: lo vivimos en 1994, con el preámbulo de la muerte del cardenal Posadas el año anterior. Aún no nos podemos recuperar plenamente de aquellos años y de sus repercusiones, sobre todo en el ámbito económico y de credibilidad en el sistema de justicia.

Sirve de bastante poco que los partidos y la Secretaría de Gobernación (y la rectoría de la UNAM) condenen las agresiones si no pasa absolutamente nada. Hace unos meses, en un acto en la UNAM, el ahora senador y ex candidato presidencial Francisco Labastida fue agredido y no pasó nada. Los miembros del SME se han cansado de agredir a funcionarios, comercios, a ciudadanos, y no pasa nada. Han bloqueado, incluso la entrada al domicilio particular del secretario del Trabajo, Javier Lozano, y no sucedió nada… bueno, en realidad algo pasó, la Secretaría de Gobernación los invitó a una mesa de diálogo. Hace unas pocas semanas quemaron automóviles de particulares, pero tampoco ha pasado nada. Ahora se agrede a un candidato a gobernador y tampoco pasa nada. Ni el gobierno federal ni el de la capital del país ni el del Estado de México se han dado por enterados de las sucesivas agresiones que sufren ciudadanos, comerciantes, funcionarios, opositores y ahora candidatos.

Y a eso se debe sumar que los partidos parecen más interesados en agredirse mutuamente, en encadenar adjetivos y en utilizar pocos sustantivos que en hacer propuestas en sus campañas. Es el peor preámbulo posible de 2012 y ya de por sí lo es para estos comicios de julio próximo. La enorme mayoría de los actores principales de 1994 están en el primer plano de la política nacional y saben lo que se genera con la violencia: Marcelo Ebrard y Manuel Camacho, lo mismo que López Obrador en el PRD fueron actores principales; además, aunque entonces él no fuera un militante destacado, por demasiado joven, buena parte del equipo de Enrique Peña ahí estaba, incluidos personajes que son hoy fundamentales, como Carlos Salinas de Gortari, Manlio Fabio Beltrones y Elba Esther Gordillo; Felipe Calderón se aprestaba a convertirse en presidente nacional del PAN. El general Galván, el almirante Saynez, el secretario García Luna lo vivieron desde áreas operativas de la seguridad. Pero no aprendemos. La memoria se ha perdido en la misma proporción en que ha crecido la impunidad. Nuestras autoridades, todas, parecen ser absolutamente insensibles a la hora de hacer cumplir la ley. Nadie quiere pagar ese costo y, por ello, esos y muchos otros grupos y personajes sienten que, si enarbolan una bandera política, de derecha, centro o izquierda, todo se puede y saben que jamás existe un castigo.

Las leyes de Newton hablan de que “con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto” o, como se dice popularmente, a toda acción corresponde una reacción. Si esa reacción, en el terreno social, no la generan las autoridades, las acciones impunes se convierten cada día en más poderosas. Con un agregado que le debemos a Einstein y su teoría de la relatividad: cuando las acciones son cada vez más veloces, cuando se acercan a la velocidad de la luz, aumenta su masa y con ello su propia generación de energía. Se transforman en otra cosa, para decirlo vulgarmente, en cuerpos que adquieren autonomía y sobrepasan las reacciones que ellos mismos generan.

En otras palabras, la violencia que no se contenga ahora con medidas ejemplares, se repetirá y va a aumentar en forma sistemática de aquí a 2012 y cada día que pase sin castigarla la hará más autónoma, más poderosa y más difícil de identificar en sus orígenes. Sí, los partidos y las autoridades deben frenarlas ahora, si no queremos más tarde pagar las consecuencias.

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