Los niños sicarios
Columna JFM

Los niños sicarios

El responsable de la masacre de unos 70 migrantes, en su mayoría centroamericanos, que aparecieron en una fosa común en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas, acaba de ser detenido y tiene 22 años. Este joven ordenó el secuestro de varios autobuses en los que viajaban los migrantes, los detuvo, los torturó para saber si tenían alguna relación con un grupo rival y finalmente ordenó que los mataran. También fue detenido uno de los responsables del asesinato de dos de los custodias del gobernador Rodrigo Medina: es un joven de 18 años. Los integrantes del equipo SWAT de Nuevo León, fueron levantados por policías del municipio de Zuazua, entregados a los sicarios que los torturaron y asesinaron para dejarle un mensaje al gobernador.

El responsable de la masacre de unos 70 migrantes, en su mayoría centroamericanos, que aparecieron en una fosa común en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas, acaba de ser detenido y tiene 22 años. Este joven ordenó el secuestro de varios autobuses en los que viajaban los migrantes, los detuvo, los torturó para saber si tenían alguna relación con un grupo rival y finalmente ordenó que los mataran. También fue detenido uno de los responsables del asesinato de dos de los custodias del gobernador Rodrigo Medina: es un joven de 18 años. Los integrantes del equipo SWAT de Nuevo León, fueron levantados por policías del municipio de Zuazua, entregados a los sicarios que los torturaron y asesinaron para dejarle un mensaje al gobernador. También la semana pasada, hubo un durísimo enfrentamiento en la frontera entre Jalisco y Zacatecas. Sicarios que se trasladaban en varias camionetas se enfrentaron con fuerzas federales durante horas y diez de ellos murieron y varios fueron detenidos, entre ellos seis jovencitas de entre 16 y 21 años que reconocieron ser sicarias y compañeras sexuales de los integrantes del grupo delictivo. Cobraban por ello mil 200 pesos quincenales.

Esos fueron los casos de la semana pasada. Antes estuvieron las historias del Ponchis y los niños sicarios de Morelos, o las jovencitas, casi niñas, con las que se relacionaba Jesús El Negro Radilla, jefe del mismo grupo en el que participaba el Ponchis, que servían como compañeras sexuales, como sicarias o para abandonar cuerpos mutilados en las calles; o las de los miles de integrantes de las pandillas de los Aztecas o los Artistas Asesinos, enfrentados brutalmente en toda la zona de la frontera de Ciudad Juárez.

Las historia son innumerables, pero lo cierto es que cada vez los sicarios de los grupos criminales son más jóvenes, cada vez son más crueles con sus víctimas, cada vez el dinero tiene menos que ver con su participación en esos grupos criminales. No hay nada más preocupante en términos sociales que ese fenómeno que ha terminado involucrando en forma directa a miles de niños y adolescentes en la delincuencia organizada, ya no como en el pasado siendo camellos (transportistas) o consumidores y distribuidores, sino cada vez más como sicarios y por cantidades ínfimas de dinero. Las jovencitas detenidas en Jalisco cobraban mil 500 pesos quincenales; los integrantes del cártel del Pacífico Sur poco más de 3 mil pesos, lo mismo que un integrante de los Aztecas o los Artistas Asesinos.

El dinero ya no es el motor de esa incorporación. Es una mezcla de ansias de poder, de legitimación, termina siendo, aunque suene terrible y demuestre la magnitud del desafío social que estamos enfrentando, aspiracional para algunos jóvenes ser sicario, participar en los capítulos más crueles y violentos de la delincuencia organizada. Por supuesto que todo ello tiene relación con las insuficiencias que existen a la hora de ofrecer trabajo y estudio a millones de jóvenes en el país, pero también por un deterioro de todo el entorno familiar en el que crecen esos jóvenes que los deja, o ellos así lo perciben, sin alternativas. Si la falta de estudio o trabajo es determinante, el consumo de drogas y alcohol, que está comenzando a edades tan tempranos como entre los 10 y 11 años , es el detonante de este fenómeno.

Se ha dicho, incluso lo plantean algunos de quienes participan en las marcha que encabezó Javier Sicilia pero también personajes políticos de altísimo nivel, que debe haber un regreso a los códigos, una suerte de pacto con los grupos criminales que impida los actuales niveles de violencia. Olvidan algo fundamental: esos códigos, entre los grupos criminales, se han perdido desde hace mucho tiempo. Si en alguna época no se involucraba a mujeres o jóvenes de tan temprana edad en este negocio, menos aún en labores de sicariato, eso hoy es una norma, sobre todo cuando las bajas son tan aceleradas que no se puede ni se quiere formar nuevos elementos. Todos son desechables.

Hoy pasar de robar espejos de carros a convertirse en secuestrador o sicario, lleva apenas unas semanas o a veces días en la pirámide delincuencial. Las visiones que propugnan un pacto o un código  con esos grupos, olvidan que el momento ya pasó y que la violencia se ha convertido en un código que incluso ya trasciende a los grupos criminales y a quienes aparecen como sus jefes. Tiene su propia dinámica.

La estrategia de seguridad puede tener, sin duda, ajustes y cambios,. Pero se requiere un esfuerzo nacional adicional, diferente, que tenga verdadera visión de futuro, para atender a una generación que está verdaderamente en  peligro y que quizás en un porcentaje lamentablemente algo, ya perdimos. Pero también para adoptar medidas hacia la próxima generación, los chavos que ahora están terminando la primaria y que están en el umbral de ese infierno, para que no terminen cayendo en él. El secreto es obvio: es educación y trabajo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *