Luz y sombra en Nueva York
Columna JFM

Luz y sombra en Nueva York

Cuando llegué ayer a Nueva York recordé la información que se transmitió al mundo cuando los terremotos de la Ciudad de México en 1985: que la ciudad estaba devastada, incluso algún cable (entonces todavía había cables de las agencias de noticias) decía literalmente que la Ciudad de México había desaparecido. No era verdad o por lo menos era mucho menos que una verdad a medias.

Cuando llegué ayer a Nueva York recordé la información que se transmitió al mundo cuando los terremotos de la Ciudad de México en 1985: que la ciudad estaba devastada, incluso algún cable (entonces todavía había cables de las agencias de noticias) decía literalmente que la Ciudad de México había desaparecido. No era verdad o por lo menos era mucho menos que una verdad a medias.

Hoy en Nueva York esa verdad es mucho más evidente aún. Esta ciudad, la más pujante del mundo, no está ni remotamente destruida ni mucho menos paralizada. Lo estuvo dos días; al tercero, la fuerza de Sandy fue incapaz de seguir paralizando una ciudad que comenzó a tratar de reconstruir su vida normal, algo que en Manhattan está normado por el tráfico y por un sistema del metro que todavía no termina de funcionar, pero que en las zonas de Queens y New Jersey, sobre todo, aún oscila entre el aislamiento impuesto por las aguas y la falta de servicios, incluidos algunos incendios provocados por el huracán a los que los bomberos literalmente no pudieron llegar.

Nueva York, entendida como esta ciudad de 20 millones de habitantes, nunca ha sido el paradigma de la igualdad: la desigualdad es una realidad entre Manhattan y la periferia, y Sandy la ha puesto una vez más de manifiesto. Sin embargo, algo es común: la fuerza de su gente y una solidaridad que quienes viven aquí dicen que no existía antes del 11 de septiembre y hoy resulta palpable. Pero también la convicción de la gente por salir adelante y seguir con la vida. Hoy todo comienza a funcionar y la vida está de nuevo en las calles. Se necesita algo mucho peor que Sandy para doblegar a esta ciudad. Fuera de ello, hay mucho de tremendismo, en ocasiones impulsado por las autoridades, para tener un margen más amplio de operación.

La campaña también regresó con un Barack Obama que hizo una muy buena gestión de la crisis. A diferencia de Bush con Katrina, hace unos años, o del propio Obama hace un año con el huracán Irene que también recaló en estas costas, en esta ocasión y pese a que la destrucción y los daños fueron mucho mayores, la actuación de las autoridades federales y locales fue rápida, eficiente y cercana en todo momento a la gente. Los servicios que no se pudieron restablecer por la lluvia, comienzan a operar tímidamente hoy con un clima frío pero incluso soleado. Obama ha estado presente en toda la zona devastada por el huracán y si bien técnicamente no está en campaña, su propio rol presidencial le permite asumir un espacio que Mitt Romney no puede ocupar. Mientras Obama trabaja en toda la zona Este golpeada por Sandy, la campaña en estados clave para la elección del próximo martes, como Ohio, la está cumpliendo nada más y nada menos que Bill Clinton, el ex presidente que sigue siendo una de las figuras políticas más populares de Estados Unidos. Romney estuvo paralizado desde el domingo, pero hoy decidió regresar a la campaña iniciando un recorrido por 11 estados que no han sufrido con Sandy y donde su proselitismo puede diferenciarse de la obra de reconstrucción presidencial en la costa Este. Recordemos que, por otra parte, Nueva York y Washington no son precisamente las ciudades más queridas en el mundo conservador estadunidense y resultan, paradójicamente, y sobre todo la primera, un espacio netamente demócrata y pro Obama.

Algunos argumentan que la labor realizada por Obama ha sido tan presidencial que le garantizará la elección. Puede ser, pero hay que recordar que esta no es una elección directa, que cada estado ganado significa votos para el Colegio Electoral y se puede tener mayoría de votos directos y perder los comicios en ese Colegio como le ocurrió a Al Gore en el año 2000. En última instancia, será en unos ocho estados, prácticamente ninguno seriamente afectado por el huracán, donde se decidirá la elección entre Obama y Romney. Una cosa es verdad: en términos subjetivos, podríamos decir que Obama demostró en estos días por qué se merece estar cuatro años más en la Casa Blanca.

También ha sido ejemplar la labor del consulado en Nueva York que encabeza Carlos Sada. Cercano a una comunidad latina y mexicana que ha sido de las más castigadas, cercano a las autoridades, que incluso han terminado enviando mensajes en español, resolviendo problemas y actuando como lo debe hacer un consulado en tiempos de crisis: como una correa de transmisión con su gente y con las autoridades. Lo han hecho en forma excelente.

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