Las expectativas y la cabrona realidad
Columna JFM

Las expectativas y la cabrona realidad

En este primer mes el gobierno federal ha contado, además, en el ámbito de la seguridad y en otros, con una suerte de condescendencia de sus opositores y de los medios, que le han bajado en forma notable el tono a los hechos de violencia que siguen presentándose.
Porque la violencia no se ha erradicado. Durante diciembre el número de ajustes de cuentas aumentó respecto a los meses pasados y el 2013 ha nacido con varias ejecuciones masivas, que en el pasado hubieran generado innumerables condenas. Los lugares más peligrosos siguen siendo la Comarca Lagunera y la Tierra Caliente de Michoacán, pero ha reaparecido una violencia que había retrocedido en Chihuahua y en el área metropolitana del DF (que crecerá seguramente con los cambios en los municipios conurbados y en el propio DF).

Hay cosas que no cambian por el simple deseo o voluntad de hacerlo. En esta primera semana del año, Eduardo Sánchez en su función de subsecretario y nuevo vocero de la secretaría de Gobernación, hizo un largo relato de los éxitos obtenidos por la administración Peña en su primer mes de gestión en el terreno de la seguridad. Al mismo tiempo se reordenaban zonas y regiones militares y se pasaban a la Segob todas las tareas de la desaparecida Secretaría de Seguridad Pública. A fin del mes pasado se anunciaba también una nueva estrategia de seguridad que, en realidad, tiene muchos puntos de contacto con la anterior, diferenciada sólo en el tratamiento político de la misma. En este primer mes el gobierno federal ha contado, además, en el ámbito de la seguridad y en otros, con una suerte de condescendencia de sus opositores y de los medios, que le han bajado en forma notable el tono a los hechos de violencia que siguen presentándose.

Porque la violencia no se ha erradicado. Durante diciembre el número de ajustes de cuentas aumentó respecto a los meses pasados y el 2013 ha nacido con varias ejecuciones masivas, que en el pasado hubieran generado innumerables condenas. Los lugares más peligrosos siguen siendo la Comarca Lagunera y la Tierra Caliente de Michoacán, pero ha reaparecido una violencia que había retrocedido en Chihuahua y en el área metropolitana del DF (que crecerá seguramente con los cambios en los municipios conurbados y en el propio DF). Pero el hecho es que no ha cambiado, porque no puede cambiar, la situación de seguridad ni tampoco, en sus grandes líneas la estrategia que la rige. Puede cambiar la política, que es lo que ha estado tratando de hacer la administración Peña con acierto, pero en el futuro inmediato, pasado el periodo de gracia que se vive, habrá que afrontar la realidad.

Y ese desafío deberá ser afrontado en todos los ámbitos, particularmente en el político porque (y es un acierto que así lo conciba) la administración está tratando de hacer transitar por la política prácticamente toda su agenda, desde las reformas estructurales hasta los desafíos a la gobernabilidad. Y no siempre en la política se recibe lo que se ofrece.

Hay una cauda de expectativas que desde la administración, pero también desde los medios, se debe reevaluar. La administración Peña no podrá, por ejemplo, cumplir con todos los puntos incluidos en el Pacto por México, por lo menos no con consensos. En algunos casos porque no tendrá condiciones para hacerlo, en otras porque depende de oposiciones que saben que en ocasiones ganan, como lo hizo el PRI en su momento, dilatando las decisiones y obligando al desgaste oficial. Hay temas, como los que señalábamos de seguridad que no evolucionarán por la simple decisión de que haya cambios. Hay y habrá capítulos en los que no hay que hacer investigación alguna para comprender que detrás de una enunciado común se esconden visiones, posiciones, radicalmente diferentes entre las distintas fuerzas políticas, como en lo energético y lo fiscal. Y tampoco se puede ocultar que en los partidos, hay que negociar con muchos egos y juegos de poder.

Decía María de las Heras que en torno a las expectativas, la sociedad actuaba como una liga. Que se podía estirar la misma todo lo que se quisiera pero se debía evitar que se rompiera porque si eso sucedía, la liga regresaba violentamente a los extremos. Y lo decía María en las postrimerías de 1993, unos días antes del levantamiento en Chiapas. Días importantes porque nunca antes un gobierno priista había generado expectativas tan altas: en unos días entraría en vigor el TLC y con él, la confirmación de México como un actor de primer mundo. Pero bastaron unos días de violencia en Chiapas, con un levantamiento anunciado pero que había sido soterrado por los políticos y los medios para no interferir con el inicio del TLC, junto con una serie de confusiones y traiciones políticas relacionadas con la sucesión presidencial, para que la liga se rompiera, para que del futuro en el primer mundo la violencia se apoderara del país y para que el hombre que encabezana la salinostroika fuera convertido en el villano favorito.

Hoy hombres y mujeres que están junto a Peña Nieto (y otros en su oposición) que vivieron esos años y saben como se impulsaron las expectativas hasta romper la liga y quiénes lo hicieron para desestabilizar. Llama la atención que ahora, luego de largos años de vacaciones políticas, reaparecen de un día para el otro algunos de ellos. Las expectativas y la política real no siempre van de la mano: en buena medida el futuro de la administración Peña pasará por mantener las primeras, mientras no se aparta ni un segundo de atender las cabronas exigencias que impone la segunda, sin despegar los pies de la tierra.

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